El viernes anuncié que cuento con un magnífico equipo para, si los asociados de Ametic así lo deciden, asumir la presidencia de la asociación decana de la industria tecnológica y digital de España.
Tendré, muy a mi pesar, que dejar de escribir esta columna, a la que he dedicado más de 100 artículos de opinión con datos, referencias y ejemplos. Por mor de la responsabilidad de representar a muchos más que yo, de diversos tamaños, orígenes y culturas en la defensa de los mínimos comunes compartidos, que son muchos, de la contribución a la prosperidad de todos a través de una sociedad más formada que cree empleos mejor remunerados y empresas tecnológicas, industriales y digitales de mayor tamaño y competitividad.
La defensa de la misión de la tecnología, que es fundamentalmente el bien y la mejora de la vida, el compromiso con la sostenibilidad y los equilibrios entre la necesaria interdependencia y la soberanía estratégica.
Ya no podré denunciar abiertamente las cosas que no marchan, que son muchas, siguiendo mi libérrima conciencia, sino que tendré que expresar consensos y posicionamientos colectivos. Pero eso será si los asociados de Ametic así lo deciden.
Mientras tanto, hemos visto en Lovaina al presidente Sánchez visitando el IMEC, tras el Consejo Europeo. Ha dicho a los científicos y españoles que trabajan allí que “lo de Málaga es un puntazo”, así lo han reconocido los medios locales malagueños.
Hubiera sido una magnífica oportunidad para que hubiera asistido Daniel Pérez, que ha apoyado en el consistorio desde el inicio todas las iniciativas municipales relacionadas con el asunto, desde la creación de la Fundación Ricardo Valle que presido.
La colaboración institucional que ha conseguido que Moncloa, dos Ministerios, Junta de Andalucía, Ayuntamiento, empieza en esos detalles, que hay que reconocer y agradecer. Hace meses, en febrero, que adelantaba en esta columna que el éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano.
No tengo duda de que unir instituciones como universidades, centros tecnológicos, empresas, administraciones públicas, instituciones financieras (gracias Unicaja), el consistorio en pleno, en torno a proyectos compartidos, que buscan ensanchar la tarta en lugar de repartirla, para que haya más para todos, más inversión, más investigación, más innovación, más empleo, más oportunidades de negocio, más recaudación, es algo que en Málaga, por su tamaño, por su distancia de las capitales (Sevilla, Madrid, Bruselas), por su idiosincrasia y estructura económica ha hecho bien.
Pero un gran experto en Política de Empresa, que a mí me gusta más llamar estrategia empresarial, este pasado viernes, en el Instituto San Telmo, sacaba factor común ante un auditorio de alumnos del Executive MBA de toda Andalucía.
Antonio García de Castro resumía que la clave son las personas. Los liderazgos. Lo decía delante de un alcalde y de mí mismo que insistíamos en otra cosa, para nosotros más importante, la formación y el conocimiento. Esa es la clave. De sociedades bien formadas siempre saldrán liderazgos, además estas sociedades mejor formadas tienen mejor calidad democrática, están mejor vacunadas contra el populismo, tienen más capacidad de análisis y espíritu crítico y están mejor capacitadas para apoyar liderazgos que defiendan mejores proyectos. La clave es la formación. Con ella, y con curiosidad, puedes darte cuenta de los fallos de arquitectura de la gobernanza que impiden que las sociedades avancen a la velocidad que lo hacen otras.
Pondré algunos ejemplos. En las universidades americanas si un egresado, recién terminado o que lleve años fuera, quiere matricularse de un doctorado puede hacerlo en cualquier momento del año. Necesita un objeto de tesis y un tutor que esté dispuesto a dirigirla. Punto. Aquí hay dos o tres semanas en las que se abre la matriculación para cursos de doctorado y, hasta el año que viene. Me decía, con una mezcla de sorpresa, estupor y sorna, un colega doctor profesor por varios años en la Universidad de California que nos pensamos que hay una cola de gente esperando para matricularse del doctorado. El número de doctores en la industria y de doctorados industriales en Andalucía es de los peores de Europa.
Durante años, doctorarse en el sur de Europa, perseguía fundamentalmente un fin, entrar en la carrera académica. Se montó el sistema para que esto fuera una carrera de obstáculos para que los que están dentro mantengan el castillo a salvo de extraños, y para que entraran aquellos que eran de la cuerda. Puro corporativismo y endogamia. Se pusieron normas para que en el castillo no pudieran entrar aquellos no tuvieran un doctorado y, para hacerlo más disuasorio, se establecieron unos años mínimos, de manera que para los de la cuerda, con becas endebles, puedan pasar el calvario del tiempo y el cribaje. ¿Qué vengan sabios de fuera? “Lagarto, lagarto”.
No es posible que aparezca un genio con una tesis, curiosidad, capacidad de trabajo y pueda completarla en un plazo menor que el establecido. No se nos pasa por la cabeza que alguien quiera profundizar mucho más en un campo del conocimiento para eso, su mero conocimiento, que le hará más y mejor experto en una materia.
Hemos reglado todo tanto que el que busca el conocimiento profundo para saber, para tener herramientas para avanzar, crear cosas, resolver retos, acaba encorsetado o en otros lugares si se lo puede permitir. Y así resulta que en EEUU nos están pasando por todas partes.
La inmensa mayoría de la investigación y la innovación no sale de lo público sino de lo privado. Miren quien financia y quienes investigan e innovan en IA generativa y grandes modelos de lenguaje. Si viniera Sam Altman de OpenAI a doctorarse en IA generativa, tendría que esperar al año que viene a que se abra el plazo de matrícula para el doctorado y, a pesar de ser uno de los que mas saben del mundo en esto, lo haríamos pasar por el embudo de los plazos y las formas.
Las autoridades en el gobierno y en las comunidades autónomas y hasta los rectores son conscientes de las limitaciones del sistema. Cada vez que vemos una ley de universidades, no vemos las reformas necesarias para que nuestras universidades puedan competir con las mejores del mundo.
Sólo Andreu Mas Colell introdujo cambios relevantes en Cataluña y en pocas décadas concentra el mayor número de instituciones científicas y mantiene sus universidades entre las primeras posiciones. No digo que el sistema catalán sea perfecto, hay mucho que mejorar, pero lo triste es que cosas tan obvias como un programa ICREA, que son cuatro perras para atraer talento a las Universidades y centros científicos catalanes, no tenga sus pares en Andalucía.
Para subir los peldaños de dos en dos y recuperar el atraso histórico respecto de España y Europa necesitamos un gran motor. El motor humano, el del conocimiento. Con 9 millones de andaluces deberíamos ser la potencia demográfica y por tanto económica. ¿Qué nos pasa?
Me recordó Antonio García de Castro que en 1925 Ortega y Gasset se preguntaba sobre quién dominaría la economía y, por tanto, España en el siglo XX. Si el Norte o el Sur. La respuesta está clara y, si seguimos así, sin converger aceleradamente, la del siglo XXI también.
Para el lector curioso les dejo este inicio del ensayo del filósofo: “Durante todo el siglo XIX, España ha vivido sometida a la influencia hegemónica de Andalucía. Empieza aquella centuria con las Cortes de Cádiz; termina con el asesinato de Cánovas del Castillo, malagueño, y la exaltación de Silvela, no menos malagueño. Las ideas dominantes son de acento andaluz. Se pinta Andalucía -un terrado, unos tiestos, cielo azul. Se lee a los escritores meridionales. Se habla a toda hora de la "tierra de María Santísima". El ladrón de Sierra Morena y el contrabandista son héroes nacionales. España entera siente justificada su existencia por el honor de incluir en sus flancos el trozo andaluz del planeta. Hacia 1900, como tantas otras cosas, cambia ésta. El Norte se incorpora. Comienza el predominio de los catalanes, vascongados, astures. Enmudecen las letras y las artes del Sur. Mengua el poder político de personajes andaluces. El sombrero de catite y el pavero ceden a la boina. Se construyen casitas vascas por todas partes. El español se enorgullece de Barcelona, de Bilbao y de San Sebastián. Se habla de hierro vizcaíno, de las Ramblas y del carbón astur.” (José Ortega y Gasset. Teoría de Andalucía y otros ensayos, 1927)
Otro ejemplo. Miremos un país que es más pequeño en extensión, que en el tiempo al que se refiere Ortega tenía una economía mucho más pequeña pero que apuesta fuertemente por la formación y hoy es líder en innovación, Suiza. Su gobierno se plantea ser también, además del más innovador, el más competitivo y apoya la Fundación Gesda. Una iniciativa de esta semana ha sido el Open Quantum Institute con el payo de un banco (UBS) y ni más ni menos que el CERN. El objetivo: hacer la computación cuántica de alto rendimiento accesible a los interesados en la implementación de los ODS en los campos de la salud, la energía y la protección del medio ambiente.
¿Puede un rector hacer cambios incómodos para sus colegas cuando sabe que al final de su mandato será uno más entre ellos? ¿Puede un consejero que es Rector de Córdoba acometer las reformas que la universidad andaluza necesita cuando luego volverá a su universidad y finalmente a su cátedra?
O lo acomete un valiente, o alguien al final de su carrera que tras las reformas se retire, o lo hace un “outsider”. Dudo mucho que nadie normal del sistema universitario acometa todos los cambios que la universidad pública precisa. Es el motor de la economía del conocimiento, sin talento bien formado no capturaremos valor ni participaremos del progreso.
Les pondremos las cañas, les haremos los masajes y la fisioterapia, les cuidaremos a sus mayores y a sus hijos, les daremos acomodo, hospedaje y vivienda, cultivaremos su comida y pescaremos su pescado, seremos su policía, sus bomberos, sus albañiles y fontaneros, sus taxistas, sus árbitros, sus abogados y jueces, y hasta sus futbolistas, pero no seremos ellos.
Yo quiero que el IMEC de Málaga un día esté lleno de extraordinarios científicos, investigadores, ingenieros y tecnólogos españoles y andaluces colaborando con más de 40 nacionalidades que se integran en este centro puntero mundial.
Yo quiero que en Andalucía y en España puedan trabajar, investigar y formar doctores premios Nobel y que nos propongamos un plan para incentivar y estimular conseguir uno. Cuatro perras en términos presupuestarios, pero un mensaje rotundo y un propósito compartido, la excelencia.
Pero sin una apuesta importante por la formación no seremos ni los que diseñen ni construyan grandes modelos de lenguaje, ni fotónica, ni chips de última generación, ni sus dispositivos móviles, ni sus data centers, ni sus computadores cuánticos. Seremos un país de usuarios.