¿Son las danas borrascas sin piernas?
Todos tenemos una idea de lo que son las borrascas. Estamos acostumbrados a verlas desde niños en los clásicos mapas del tiempo, los que tienen dibujadas las isobaras a nivel del mar. Podemos distinguirlas como unas estructuras más o menos circulares, con un mínimo de presión en su centro, y alrededor de las cuales gira el viento. Suelen asociarse a tiempo inestable, aunque hay borrascas (y danas) que no han roto un plato en su vida y pasan inadvertidas, sin molestar a nadie.
El sentido de giro del viento en torno a una borrasca depende de dónde se encuentre. En el hemisferio norte lo hace en el sentido antihorario, es decir, en sentido contrario a las agujas del reloj. En cambio, en el hemisferio sur las borrascas giran en sentido horario, como las agujas del reloj.
Por eso, cuando los meteorólogos de un hemisferio tienen que trabajar con mapas del tiempo del hemisferio contrario, al principio se sienten confusos. Como si a un español lo soltaran de buenas a primeras a conducir por las afueras de Londres: hasta las rotondas funcionan a la inversa. Pero en la vida todo es cuestión de práctica.
En sentido más amplio, las borrascas son un tipo de ciclón. Hay ciclones tropicales, conocidos como huracanes o tifones, y hay ciclones extratropicales, los que más abundan en nuestras latitudes, y que son lo que conocemos como borrascas.
Igual que algunas personas cambian su nacionalidad, no es raro que, al final de su vida, un huracán pierda sus características tropicales y se convierta en borrasca. En ocasiones, las borrascas hacen la transformación inversa y llegan a tropicalizarse.
¿Pero quién le imprime ese giro a las borrascas? Aquí entra en acción la corriente en chorro polar, que es la que parte el bacalao en nuestras latitudes. Podemos imaginar esta corriente en chorro como un río de aire que circula muy rápido en la alta atmósfera, más o menos a la altura de crucero de los aviones comerciales, con velocidades que a menudo superan los 200 o 300 km/h.
Esta corriente en chorro polar va rodeando el planeta de oeste a este, con el aire frío más o menos en su lado izquierdo. Pero como es bastante caprichosa, su trayectoria no suele ser recta, sino que avanza serpenteando como los meandros de un río en una llanura.
Continuando con el ejemplo fluvial, a veces ocurre que un río con curvas muy pronunciadas rectifica su curso y abandona uno de estos meandros, dejándolo como una pequeña laguna aislada junto a su nuevo curso principal.
Con la corriente en chorro ocurre algo parecido: cuando uno de esos serpenteos se alarga mucho, la parte de más curvatura puede llegar a separarse de la corriente en chorro madre, y continúa con su giro ciclónico en altura, ya aislada e independiente de la trayectoria de la corriente en chorro, que se aleja por otros derroteros sin saber de su criatura. En este proceso de emancipación, la burbuja hija conserva en su núcleo, como un recuerdo de familia, una parte del aire frío que había junto a la corriente en chorro madre.
Tenemos así una gran burbuja de aire frío en altura que gira en sentido ciclónico (antihorario, como las borrascas), rodeada de aire relativamente más caliente a su alrededor. Lejos del gobierno de la corriente en chorro, como un adolescente en vacaciones, el comportamiento de esta burbuja es a menudo errático, pudiendo incluso remolonear durante días sobre la misma zona. Por eso la trayectoria de estas burbujas suele ser más difícil de predecir para los modelos de predicción que el movimiento de una borrasca típica.
Cuando esta burbuja se forma solo en la parte media y alta de la atmósfera, entonces podemos decir que ha nacido una dana. También conocida como gota fría, el nombre dana viene de las iniciales de Depresión Aislada en Niveles Altos. Al principio era un término técnico que se nombraba en mayúsculas, DANA, pero su uso se ha extendido tanto que ha terminado siendo una palabra común, como ocurrió en su momento con ovni, láser o rádar, nombres que también provienen de siglas.
Es curioso que el término dana se empezó a utilizar hace ya unos años para sustituir a otro anterior y más popular, el de gota fría, cuando este último ya provocaba una cierta alarma social. Pero tras los últimos desastres ocurridos, la mención del nuevo término dana provoca ya tanto nerviosismo y malos recuerdos para mucha gente como el anterior.
Para que un sistema sea una auténtica dana , es decir, una dana con carné de dana y ocho apellidos de dana, no debe tener reflejo en superficie, es decir, no aparecerá en los mapas de isobaras a nivel del mar. Solo encontraremos su rastro a partir de unos 5000 metros de altura, de ahí hacia arriba. Por eso, el mayor impacto en superficie de una dana muchas veces no viene asociado al viento sino a las precipitaciones, que resultan a menudo intensas y persistentes. Podríamos imaginarnos una dana como una borrasca que solo tuviera cuerpo de cintura para arriba.
Al contrario que los huracanes, donde las condiciones más adversas de tiempo se dan en las cercanías de su centro, en las danas el mayor impacto tiene lugar en una parte más externa, allí donde entran en contacto el aire frío de su núcleo con el aire más cálido que lo rodea, y que es donde se forman esas bandas de precipitaciones tan características. Cuanto mayor sea el contraste de temperatura entre su núcleo frío y el aire cálido de alrededor, más potente será la dana.
¿Puede una dana convertirse en borrasca? Imaginemos que a un vaso de agua le añadimos un puñado de azúcar, que se depositará en el fondo. Si a continuación removemos con una cuchara solo la parte superior del líquido, al principio no apreciaremos movimiento en los granos de azúcar y estos permanecerán inmóviles en el fondo.
Pero si continuamos removiendo en el mismo sentido, o lo hacemos más rápido, el movimiento giratorio se transmitirá a todo el volumen del agua, y ese movimiento se hará visible en las partículas, que empezarán a moverse en el mismo sentido que el resto del líquido, incluso si mantenemos la cuchara en la parte alta del vaso durante todo el proceso.
Con las danas puede ocurrir lo mismo: cuando permanecen el tiempo suficiente sobre un lugar, el movimiento giratorio en altura acaba trasmitiéndose hacia abajo, por lo que la dana pasará a convertirse en una borrasca aislada, que ya sí podremos encontrar en los mapas de isobaras en superficie.
Podemos concluir que ni todos los desastres son causados por una dana, ni todas las danas provocan desastres. ¿Son las danas borrascas sin piernas? Es una manera divertida de verlo.