El auditorio de la Fundación Ramón Areces está en uno de esos lugares de Madrid que destilan capitalidad por todas partes. Delante de un centro del CSIC, junto al Museo de Ciencias Naturales, en una callecita tranquila pegado a la Castellana. La biblioteca es preciosa, nos sentamos a tomar un café y saludar al conferenciante.

José Capmany, Dr. ingeniero de telecomunicaciones, físico, premio nacional, uno de los lideres del clúster de la fotónica en Valencia, creador de varias start ups, una de las cuales adquirió la japonesa Hitachi, se dedica, como sucede en las buenas universidades americanas, a divulgar su ciencia, desarrollar alianzas y colaboraciones con empresas, con otros centros, a participar activamente en foros en los que se impulse la investigación, la innovación y la industria.

Su conferencia fue de un nivel muy didáctico y divulgativo. ¿Qué es y para qué sirve la fotónica? No tuvo empacho en sumarse y apoyar la planta piloto de fotónica que la Comisión Europea ha concedido a Barcelona, el proyecto PIXEurope. En el consorcio participan 20 entidades de España, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Polonia, Portugal, Países Bajos y Reino Unido, y estará coordinado a nivel continental por el ICFO, el Instituto de Ciencias Fotónicas (con sede en Barcelona).

En España, además, del ICFO y del Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM) del CSIC; forman parte del consorcio la Universitat Politècnica de Valencia (UPV) en la que Capmany tiene su instituto y lidera la fotónica integrada; la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M); y la Universidad de Vigo (UVigo).  La línea piloto está cofinanciada por el Ministerio para la Transformación Digital y la Función Pública del Gobierno de España y cuenta con el apoyo de la Generalitat de Cataluña. Se destinarán 380 millones de euros al centro.

El jueves, en la sede de la Conselleria de Recerca de la Generalitat, el fundador del ICFO, Lluís Torner, feliz por el logro, nos recordaba que cada año, las necesidades de la sociedad digital crecen a pasos agigantados, evidenciadas por el mercado mundial de producción de chips fotónicos (PIC), que se prevé crezca más del 400% en los próximos 10 años. A finales de la década, se anticipa que el mercado mundial de la fotónica superará los 1.500 millones de euros, una cifra comparable a todo el producto interior bruto anual de España, y de la cual actualmente los chips fotónicos solo representan un pequeño porcentaje, que se espera crecerá de manera drástica durante los próximos años.

En la atmósfera tranquila de la biblioteca, compartimos un café con el presentador de Capmany, ni más ni menos que Avelino Corma. El año pasado fue reconocido por la Oficina Europea de Patentes como uno de los mayores inventores europeos, con 17 honoris causa, más de 1.000 artículos y entre los 30 científicos más citados del mundo en general. Fue príncipe de Asturias en 2014. Gran experto mundial en catálisis y petroleoquímica, como muchos de nuestros grandes científicos, un hombre de pueblo que va a Madrid o Barcelona a estudiar y acaba creando, tras muchas becas, trabajo en el CSIC, un post doctorado en Canadá, en una vieja carpintería reacondicionada, con un gran contrato con una empresa y las paredes vacías su Instituto de Tecnología Química en el contexto de la Politécnica de Valencia.

Nos regalaron un ejemplar del número 29 de la revista de la Fundación, con la entrevista que le hizo María Valle. Una delicia llena de revelaciones. El rol de la Politécnica de Valencia y su rector fue clave. Avelino fue tachando de la lista de candidatos a su flamante instituto a todos los que, en lugar de preguntar por la estrategia investigadora, por qué querían conocer, descubrir, mejorar, preguntaban por los metros cuadrados que tendrían sus despachos o sus laboratorios.

No se pierdan la defensa que hacía de la ciencia aplicada, como si eso fuera un problema en lugar de una bendición. “Siempre digo que es preferible que el trabajo no sea solamente interesante, sino que, además, si puede ser, tenga después una aplicación relevante. Debe ser interesante y relevante (…) había resultados que terminaban en procesos industriales. Ese ha sido nuestro objetivo.” Miel para mis oídos.

Fiat lux. Et acta est lux. Llenó el auditorio.

Dos días después estábamos con el que seguramente sea el primer científico mundial en teoría de la computación cuántica. Juan Ignacio Cirac, nacido en Manresa en 1965, es licenciado y doctor en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid (1988 y 1991, respectivamente) y realizó estancias postdoctorales en la Universidad de Colorado y en Harvard. Fue profesor titular en la Universidad de Castilla La Mancha (1991-1996), catedrático en la Universidad de Innsbruck (1996-2001) y es actualmente director de la división de teoría del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica. Tiene varios premios, entre los que destacan el Príncipe de Asturias (2006), el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA (2009) y la Medalla Benjamin Franklin (2010).

Iñaki Gabilondo en su magistral serie sobre futuro y tendencias, nos dejó una entrevista que nos acercó a Juan Ignacio Cirac a través de Movistar+.

Muy pocos días después de que Google presentara los resultados de su chip cuántico Willow, que tiene 105 qubits, con hasta 800 veces más precisión en cuanto a la reducción de errores fue portada de Nature el día 9 de diciembre, mientras el padre de la teoría que lo sustenta estaba en la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de Málaga, explicando los fundamentos, las incertidumbres, los retos y las dudas de esta teoría que puede ser una disrupción, o no.

Para llenar el auditorio, este más grande que el de la Fundación Areces, el director de la Escuela, Fali Godoy, tuvo la genial idea de traer al divulgador científico, y youtuber, José Luis Crespo, físico y creador del Canal Quantum Fracture, premio de divulgación científica 2014 y de divulgación científica digital en 2018. Con 3.56 millones de suscriptores a su canal y 13 millones de reproducciones, he de reconocer que seguramente, la UMA y el importante discurso del Dr. Cirac, en una acción así, llegó a muchos más jóvenes, que la Fundación Areces en cuyo auditorio yo era de los más jóvenes.

Las preguntas del auditorio de Madrid frente las de Málaga, estuvieron muy marcadas por la edad del público. Un estudiante de 19 o 20 años. Animó a los chicos a seguir una carrera investigadora, a disfrutar aprendiendo y descubriendo cosas que hasta ese momento nadie sabía. Contó cómo llegó a la Física cuando tras matricularse en ingeniería, los profesores le exigían exactitud en los resultados y él quería ir más allá del número. La vocación científica, algo que hace que a Salvador Aznar Benitah, uno de los científicos que más saben del proceso y las células que producen la metástasis, no esté a golpe de talonario en EE. UU.

Un estudio publicado en Nature liderado por el investigador ICREA del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), Salvador Aznar Benitah y Gloria Pascual, identifican las células de un tumor capaces de iniciar metástasis a través de un marcador específico, la proteína CD36. Esta proteína, que está en las membranas de las células tumorales, se encarga de capturar e internalizar ácidos grasos. La actividad de CD36 y la dependencia al metabolismo de lípidos –grasas- distingue a las células cancerígenas hábiles para iniciar metástasis del resto de células del tumor.

Descubrir de todas las células de un tumor cuales pueden producir metástasis, que es lo que nos acaba matando la mayoría de las veces, es conocer contra quienes hay que actuar con precisión para conseguir que el cáncer no se reproduzca.

Ciencia aplicada a salvar vidas. Una vez más ciencia aplicada.

En la reunión del Consejo Asesor del Perte Chip, esta vez había una investigadora más. La consejera de Investigación de la Generalitat, Nuria Montserrat, que nos ofreció la sede de su consejería en vía Laietana 2, también es investigadora ICREA y dirigía un grupo de investigación en el IBEC. Ha trabajado con el prestigioso bioquímico Juan Carlos Ispizúa en el Salk Institute en medicina regenerativa, así como enfermedades raras.

En la mesa además de Lluís Torner del ICFO estaba Mateo Valero del BSC que acababa de conseguir su flamante factoría de IA con una inversión de 198 millones de euros implementada a través de al EuroHPC Joint Undertaking, y ha sido clave en la adjudicación de otros 200 millones para iniciativas relacionadas con los chips de computación.

El gobierno tiene la mano más abierta a financiar proyectos públicos que privados y ahora hay un reto enorme en colocar miles de millones en coinversión público-privada antes de mitad de 2026. Pasado mañana.

En Andalucía seguimos sin un programa ICREA y no tenemos suficientes investigadores extranjeros de prestigio ni masa crítica. Aquí la clave son las empresas. Si conseguimos que todo este conocimiento se aplique en proyectos de innovación en nuestras empresas que nos hagan más potentes y competitivos iremos bien.

Con el presupuesto que tiene la Junta asignado a la Consejería de Universidades e Innovación, para la última, no tenemos ni para pipas. Hace mucho que nos descolgamos, con honrosas excepciones del tren de la ciencia fundamental, luego, del de la ciencia aplicada, miren la concentración de institutos de prestigio que tenemos en proporción a nuestra población o nuestra economía.

Nos descolgamos de la carrera de la tecnología, con honrosas excepciones carecemos de grandes centros tecnológicos. No tenemos más remedio que aliarnos con los que ya hay para acercar ciencia aplicada y tecnología a nuestras empresas. Cuando veo cómo están dotando y apoyando estas administraciones a sus cátedras chips y lo que tenemos nosotros. Sin que nuestras empresas innoven y ganen mercados con más valor añadido no generaremos de manera sostenida las plusvalías que nos permitan pagar a los científicos de manera sostenida. Tenemos que acercar las empresas a los centros y viceversa, es nuestra única opción. La innovación debería estar en Economía o en Industria, así sucede en el País Vasco y así sucedió desde que la transformación digital, la inteligencia artificial, los chips…los asumió Nadia Calviño en el Estado. Cataluña ya es la primera potencia científica del sur de Europa. Solo en microelectrónica y fotónica van a llevarse al menos 800 millones de inversión.

No es evidente que la inversión en ciencia se esté traduciendo suficientemente en nuevas empresas de base científica y tecnológica, aunque de nuevo, el Parc Científic de Barcelona hay empresas excepcionales.

Estamos a años luz, pero el camino es siempre el mismo, atraer talento (modelo ICREA o las becas de Avelino, o las que un día impulsó Ricardo Valle) e impulsar institutos potentes. En Málaga tenemos unos cuantos que pueden llegar a ser, con el apoyo adecuado, nuestros flagships, el TELMA de la Escuela de Telecomunicaciones, recién aliado a la Quantum Internet Alliance, líder en comunicaciones avanzadas 5 y 6G y Open Ran, o el grupo de fotónica del Dr. Íñigo Molina, bien apoyados, podrían darnos grandes alegrías en ciencia aplicada y crear aún más empresas de base tecnológica como Bioherent o AGP.

En Granada en IA o en nuevos materiales semiconductores, en Sevilla, drones y robótica… Tenemos esos pioneros fundadores. Tenemos fondos y capacidad económica. ¿Existe la voluntad política sostenida en el tiempo? El último informe sobre el fracaso de la estrategia de especialización inteligente de los territorios de Andalucía es demoledor. Los que tienen las competencias no tienen ni instrumentos ni fondos. ¿Estamos dispuestos a que la llegada de Imec sea el primero de una serie de grandes infraestructuras tecnológicas de nivel mundial que nos ayuden a subir los escalones de dos en dos? Solo podemos converger dando grandes saltos. El espacio, la aeronáutica, la seguridad, la defensa, las redes avanzadas 6G, la economía circular, el agua y la energía son grandes oportunidades para ello. La voluntad política es clave.