La semana pasada fue de ciencia, esta ha sido de industria. Desayunamos el lunes con la presentación del estudio impulsado por Málaga Metrópolis Global y la Fundación CIEDES sobre la Industria en la provincia de Málaga.
El informe resalta la importancia de la industria en Málaga, con un fuerte énfasis en su transición hacia la sostenibilidad y la digitalización. Se identifica que el sector industrial enfrenta desafíos en términos de competitividad, y se destaca la necesidad de políticas que fomenten la innovación, la investigación y el desarrollo tecnológico.
También se menciona el objetivo de alcanzar la neutralidad climática para 2050, así como la relevancia de sectores clave como el cemento y la manufactura. El trabajo, muy interesante en la parte de políticas europeas, instrumentos estatales y planes de Andalucía para el impulso de la industria. Los datos son del IECA (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía).
Me costó correlacionar los datos con la facturación de más de 1.000 millones de facturación de Dcoop o los más de 200 millones de Molecor más de 50 millones de Alsur sólo en Antequera.
La industria alimentaria en Málaga tiene un papel destacado gracias a grandes actores como Dcoop, Hutesa, Chicón, Prolongo (+250 millones de euros), Famadesa, Ubago, Aceites Málaga, San Miguel y numerosas empresas cárnicas de Ardales, Ronda, el Valle del Guadalhorce y Campillos, junto con Alsur en el sector de industria alimentaria.
Además, la producción de cemento, piensos y energías renovables, impulsada por la creciente generación de energías limpias, también contribuye significativamente a la economía local. Estas industrias son fundamentales para la diversificación y competitividad del tejido industrial de la provincia que supone el 2,5% del PIB de España y el 3% del empleo (todo esto sin contar la industria digital).
Las exportaciones de 2024 han superado los 2.000 millones. Todo mejorando, pero no me cuadraba que la industria en Málaga suponga el 6% del PIB frente al 8% en Andalucía y muy lejos del 16-17% de España. La industria manufacturera tiene una buena oportunidad en Málaga con el valor que aporta la comarca de Antequera, su extraordinaria posición logística, su puerto seco y la conexión ferroviaria con Algeciras y Málaga y unas infraestructuras ferroviarias extraordinarias. Deberá ser una industria moderna, sostenible, no contaminante, automatizada y digitalizada por pura lógica de competitividad.
¿Dónde están los más de 25.000 trabajadores del sector tecnológico? Sólo en Málaga Tech Park hay más de 600 compañías, a las que sumar el resto de los espacios de la ciudad, desde el centro con Freepik facturando más de 70 millones de euros, los polígonos con Denso facturando más de 150 millones de euros, La farola, el Polo de Contenidos digitales.
La costa está trufada de empresas tecnológicas, como Paratytech en Torremolinos o Concentrix en Benalmádena con cientos de trabajadores. La industria digital, que supone del orden del 14% del PIB de la provincia no aparecía.
La respuesta es la taxonomía basada en CNAE's del IECA. El propio instituto se planteaba en noviembre de 2020 que medir la industria digital era un desafío. El último informe del sector TIC de Andalucía de 2023 no arroja mucha luz porque suma las telecomunicaciones, y sus servicios, aunque separa lo que llama TIC fabricación.
En febrero de 2021 la OCDE creo un grupo de trabajo para definir y separar lo que eran servicios cloud. Hay una clasificación de productos y servicios según las naciones unidas (CPC), según la UE (CPA) según los norteamericanos (NACPS), etc.… Si no clasificamos bien, no mediremos bien.
Cuando se investiga, se desarrolla y se produce un gran modelo de lenguaje (LLM) para inteligencia artificial, que requiere millones de líneas de código, matemáticos, programadores, analistas, arquitectos, directores de proyectos, directores de operaciones, expertos en sintaxis, en semiótica, en computación... inversiones inmensas en OPEX, y en activo intangible, se está produciendo un activo digital, un producto que se comercializa n veces, a veces vía una cuota recurrente "as a service", a veces vía una licencia.
Lo mismo sucede cuando se desarrolla una aplicación de ciberseguridad o un escudo digital o un firmware que va embebido en la memoria de un chip. Cuando Cap Gemini o Hispasec o Tupl o Internalia o Acenture o Aertec desarrollan un producto digital, están produciendo un producto, muchas veces los venden como un servicio, pero otras muchas, por ejemplo, en el caso de un firmware de un chip, se suele vender como un producto o una licencia.
Esta industria que es la que más invierte en I+D+i del mundo, la que más crece, la que más trabajos cualificados crea, la que sustenta la mayor parte de las valoraciones bursátiles de empresas digitales como Microsoft, Open AI, Apple…
Cada vez más las nativas digitales que no fabricaban ofrecen también productos que se tocan como la Surface o la Xbox de Microsoft y viceversa, las que nacieron pegadas a productos hardware como Apple también crecen por sus economías de plataforma como la appstore.
¿Es Android un servicio o un producto? Los chinos lo tienen muy claro. Saben que es un producto clave y han invertido miles de millones en desarrollar uno, el Harmony de Huawei. ¿Es Nvidia la mayor empresa por capitalización y el fabricante de los chips de inteligencia artificial más potentes del mundo, una empresa industrial? No fabrican nada. Sus chips los fabrican las foundries, los más avanzados, los de nodos más pequeños por debajo de 5nm, TSMC en Taiwan y pronto, los más avanzados, los Blackwell, en EE. UU.
Si ustedes van a Nvidia verán miles de ingenieros trabajando en sus ordenadores, no hay una fábrica, se diseñan arquitecturas, alimentación, periféricos, tarjetas de GPU, se programan miles y miles de líneas de código para las librerías y el firmware de las GPUs, pero no hay producción de un bien que se toque.
¿No es eso una industria? Pregunten a los que dirigen la política industrial y de seguridad (siempre tan vinculadas) en EE.UU. Hasta hay un best seller del sector, Chips Wars, en el que se explica que la soberanía y la supremacía mundial se juega en el campo de los chips.
La industria del software, la de la IA, la de las comunicaciones con Open RAN, la de los sistemas operativos con Linux, la de los microprocesadores con RISC V o la de la robótica con ROS son extraordinariamente intensivas en software y competencias digitales.
No hay robots sin código, no hay fabrica inteligente sin código, no hay data centers ni computación ni ciberseguridad sin código. Esta industria está requiriendo expertos en álgebra, en análisis numérico, en cálculo matemático, en ingeniería de comunicaciones, arquitectura de computadores, criptografía, en óptica, cuántica y fotónica. El 40% del valor añadido de un vehículo de gama media es digital.
Tres empresas de nuestro ecosistema cercano han recibido financiación del PERTE espacial, DHV (en un consorcio con Indra, CITD y Deimos) invertirá 2,6 millones y obtendrá 1,9 millones de financiación; GMV (con Acorde, Allen y Anteral) invertirá 2 millones, y Vodafone (con AST & Science y Software Radio Systems), 2,7 millones. ¿No es esto industria espacial?
En ellas confluyen hardware paro, sobre todo, una enorme cantidad de ingeniería electrónica, radiocomunicaciones y software. Es una inconsistencia que cuanto más avanzada, tecnológica y digital sea nuestra industria peor salgamos en la foto por solo contar la manufacturera y extractiva.
"Inmenso error"
Google Málaga nos hizo de magnífico anfitrión para la reunión de la Fundación Ricardo Valle con el consejero de Industria Jorge Paradela y su equipo. Encuentro productivo en el que apuntamos a los alemanes con su Fraunhofer, los navarros y los vascos con su Tecnalia, o catalanes con Eurecat, en los que la innovación y el I+D+I empresarial están liderados por la Consejería de Industria.
Podemos juntar universidad y ciencia, pero meter en el mismo cajón tecnología e innovación, como plantea el borrador de Ley andaluza de Ciencia, es un inmenso error. Idéntico al que se ha perpetrado a escala estatal con la Ley de Ciencia. Solo hay que levantar la cabeza y ver lo que hacen las economías con industrias potentes.
Las nuevas fábricas, como tuve la ocasión de conocer en profundidad el viernes en mi visita a Orbel, a Robottions y a su grupo, que plantean la nueva industria desde la robótica fija, la móvil, la colaborativa, la intralogística automática. son pura tecnología y software.
Una visita a Almassora en Castellón para descubrir un campeón de la Industria 4.0 con una visión holística, desde la incubación de empresas industriales, a la creación de academias de industria, mecánica y robótica.
Plantean los amigos de Orbel Group hasta una TechCity con coworkings y consultoría para trasformar la industria en la búsqueda de la productividad, y competitividad. Formación, inversión, tecnología y emprendimiento juntos. Un Orbel en cada polo industrial necesitamos para ir al objetivo europeo recordado por Draghi de un peso del 20% de la industria sobre el PIB, pero esa industria deberá contar, sin duda con la microelectrónica, la fotónica y su software. La industria digital.