Hace ya décadas que nos llamaron PIGS con ese retintín enojante. Me molestaba profundamente el doble sentido del acrónimo que significaba cerdos en inglés y se componía de las iniciales de los países que peor lo hacían en macroeconomía en Europa (Portugal, Italia, Grecia y España).
Quizá para consolarme, siempre pensé que el PIB era una mala forma de medir el éxito económico. Por ejemplo, cuando hay desastres naturales con destrucción y reconstrucción crece el PIB. No parece lógico que la actividad económica de la reconstrucción por la DANA, aunque aporte actividad sea buena. No parece lógico que la mera actividad agregada sea un indicador óptimo. Que no tenga en cuenta los niveles de igualdad, de cohesión social, de reparto de la riqueza, ni de explotación de la naturaleza ni los daños al medioambiente.
Sin embargo, este año, España y sus colegas del denostado grupo lo han hecho mejor, de hecho, el mismo medio clasifica a nuestro país como la mejor economía de la OCDE. Miran la reducción del desempleo, el crecimiento del PIB, la reducción o contención de la inflación y el aumento de la valoración bursátil de las empresas cotizadas.
China no acaba de levantar cabeza y si Trump cumple sus promesas de aranceles masivos y deportaciones, producirá inflación y un frenazo en su economía, ergo en el mundo y siendo nosotros cada vez más exportadores recibiremos nuestra parte del guantazo.
Habría que medir la calidad democrática de nuestras instituciones, o el índice GINI, en eso vamos para atrás. Habría que ver como puntuamos en PISA, o cuántas de nuestras universidades avanzan en el ranking de Shanghái, donde también retrocedemos.
Nos hemos convertido en la primera economía exportadora de Europa. Es una magnífica noticia, pero no lo es tanto si es a costa de que Alemania se quede rezagada en una crisis industrial, energética, y política consecuencia de miopías de los gobiernos de Merkel y su ministro de Finanzas que confundieron inversión y gasto y dejaron de invertir cuando debían y podían, con superávits fiscales y de balanza de pagos.
Podrían haber tirado de Europa, reformado sus industrias y liderado en la transformación digital y de la industria 4.0 pero no pasó. No entendieron a Rusia, ni Ucrania, no entendieron que expandirse sin límite hacia el Este llevando fondos de cohesión, infraestructuras y mercado único tenía sus límites. No entendieron que un mercado único y monetario sin una unión bancaria, fiscal, una defensa y una política exterior común, en definitiva, una Constitución como la que rechazaron franceses y holandeses, nos llevaría a la irrelevancia política y estratégica.
No entendieron que su pasado no podía ponerles una mordaza ni hacerles mirar para otro lado ante la barbarie en Oriente Medio. Me propuse leerme el “tocho” de Merkel estas navidades buscando explicaciones, aclaraciones. De momento llevo medio y sin éxito. Lo que no hay duda es que el mismo medio, The Economist, que ha señalado críticamente cómo el gobierno de España ha forzado límites en la calidad democrática, levantando ampollas y ganándose el título despectivo de prensa liberal capitalista, ahora nos pone bien. Olé.
Lo que no es evidente que es que los impuestos sean siempre buenos, o siempre malos, que los impuestos haya que bajarlos siempre como parece un mantra. Los servicios públicos que se acuerdan prestar se tienen que pagar entre todos, unas veces 100% con impuestos, otras en copago, colaboración público-privada.
Cada vez que he pagado el peaje en las autopistas danesas, o la “vignete” en Suiza o en Eslovenia, o cruzar Francia te cuesta más de 100 euros de ida y 100 de vuelta, me pregunto a qué jugamos aquí regalando la infraestructura más cara del país, una red de carreteras cada vez peor mantenida y en peor estado (paren Vds. en alguna de las áreas de servicio de la antigua AP7 y lo verán). Cada año entran millones de vehículos, que cruzan el país pagando nada por la mayoría de las autopistas y con una de las gasolinas más baratas de Europa mientras estamos haciendo cuentas sobre cómo conseguir que el tren llegue de Fuengirola a Marbella (algo que ya se debatía desde 1874) o el metro llegue al Parque Tecnológico.
Veo que el monopolio público de Renfe llegará a su fin en esta década y, la verdad, de nuevo, no parece que haya un plan serio de modernización del transporte público, verdadera causa del problema de vivienda. Si nuestras áreas metropolitanas y sus isócronas de 20, 30, 45 y 60 minutos estuvieran bien conectadas, estaríamos aportando una enorme cantidad de suelo competitivo, de casas y de pueblos con espacios para la convivencia.
Pensiones, educación y sanidad se comen el presupuesto. ¿Cómo lo vamos a resolver? No parece que la pirámide poblacional ayude, necesitamos un giro enorme para que las cargas unitarias sean menores. Necesitamos políticas de fomento de la vida y de la inmigración ordenada. Nadie quiere vecinos que no se integren, que no convivan en orden, cívicamente, nadie quiere sentirse inseguro, aunque sea subjetivo.
Los ascensores sociales con clave. Para ello la educación es fundamental. Habría que pagarles a los maestros y profesores un 30% más y que trabajen como sus pares en la Europa del Norte o Suiza, que tengan el máximo reconocimiento y exigencia social y que empecemos a recuperar posiciones en PISA. Ellos dicen que la educación no es solo asunto suyo. Es cierto, se necesita toda la tribu y las familias son clave.
O mejoramos en matemáticas y comprensión lectora o esta bonanza de chichinabo basada en una euforia del consumo post COVID dopada por la inestabilidad de ciertos destinos turísticos competidores y basada en servicios y turismo puede desvanecerse y dejarnos con los retos acrecentados y la deuda pública por las nubes sin margen fiscal. Cuando te va bien, cuando creces y lo haces mucho mejor que los demás, hay que dedicar parte a la reducción de la deuda pública o la mejora de la productividad vía las inversiones. No está sucediendo.
Los ferrocarriles fallan más que una escopeta de feria, las infraestructuras no se renuevan, pasamos de hacer AVE´s a todas partes y aeropuertos en provincias que no usa nadie 20 años después a la parálisis. Tenemos déficits de generación y distribución eléctrica que no se acometen. La CNMC no hace su trabajo como en otros países y la competencia en algunos mercados apenas si existe. El almacenamiento en la red eléctrica no acaba de resolverse bien para que nuestro liderazgo en renovables sea una ventaja sostenida…
Las universidades públicas están infra financiadas, pero no paran de construirse nuevas universidades privadas. En Málaga sin ir más lejos, la UMA ha visto un recorte de su presupuesto en 15 millones de euros. A la vez Fundación Unicaja ha tomado una participación importante en lo que será un cambio radical de la oferta, con la UAX y la Europea preparando sus campus, sus instalaciones sus ofertas en Bio, Farma, Ciencias de la Salud e ingenierías.
La demagogia dice que las privadas son un fenómeno nuevo y que son muy ágiles en preparar contenidos, programas y titulaciones adecuadas a lo que las nuevas tecnologías y las empresas requieren. Pero la universidad privada no es un fenómeno nuevo, de hecho, en Europa nacen en el entorno de la Iglesia Católica y en España hace siglos que las tenemos.
En el siglo XX, ICAI, ICADE, ESADE, Navarra, Deusto…. fueron clave en la modernización del país, en la capacitación de cuadros y en la introducción de las corrientes de pensamiento y estudios académicos más relevantes. Tengo a Editorial Deusto por una de las buenas en es sentido, que nos tradujo y nos presentó las mejores obras de economía, gestión, management y hasta las obras de algunos que luego serian reconocidos con el Nóbel. Recientemente el Instituto de Empresa, la nueva Loyola, la pública de modelo privado Pompeu Fabra han seguido elevando el nivel.
Con la mitad de los niños en las escuelas que hace 30 años y con una oferta creciente de Universidad privada. ¿Qué va ha hacer la pública? Tendrá que asumir una reflexión estratégica que ponga en contexto las necesidades de la sociedad a la que debe servir y que busque la excelencia o los déficits será mayores por una doble falta, demográfica y de elección, de los alumnos.
Disfrutamos de una situación que no deberíamos desaprovechar, tenemos una situación económica mejor que nuestros pares, una estabilidad política precaria pero mejor que en muchos lugares de Europa, los grandes partidos aún no han quedado hechos trizas como en otros lugares de Europa, los populismos y extremismos, están menos desarrollados en que en otros países, hemos sido capaces de incorporar emigración de América con menos fricción de integración que nuestros pares europeos, tenemos grandes oportunidades por ubicación, por disponibilidad de renovables, hay áreas tecnológicas en las que nuestras empresas pueden liderar desde la ciberseguridad, la fotónica, el espacio, la aeronáutica, la farmacia, la biotecnología, la inteligencia artificial, las renovables, la nueva minería, somos la despensa de Europa, nuestra producción horto- frutícola, nuestras cárnicas, las grandes ingenierías, y la industria del automóvil entre otras son grandes oportunidades para, metiendo talento bien formado generar valor.
La inversión del 2% del PIB en Defensa, imprescindible para que no nos coman, será un impulso importante de industria tecnológicamente avanzadas en España. Los balances de nuestros bancos están en una situación óptima. La vivienda es un reto que se puede y se debe resolver. Conectar mejor las áreas metropolitanas con políticas de inversión pública es clave, también lo es incentivar fiscalmente.
¿Se acuerdan de las cuentas vivienda que abrían los jóvenes con las primeras nóminas y que tenían una deducción fiscal, se acuerdan de las deducciones fiscales por primera vivienda? ¿Se acuerdan de cómo se financiaban las ciudades cuando no lo hacían solo con suelo? Para un próspero 2025 necesitamos mirar al 2030 y trabajar desde ya para que no nos arrepintamos.
Durante años, para enfriar la economía alemana, el BCE nos recetaba tipos que no nos convenían. Era injusto, las empresas alemanas competidoras se financiaban en mejores condiciones que las nuestras. Este año el Euribor seguirá bajando, poniendo más competitividad a nuestras empresas que pagarán menos por el dinero y poniendo dinerito en el bolsillo de los hipotecados. Una fantástica oportunidad para hacer las cosas bien: educación, reindustrialización, innovación. Próspero 2025.