Finaliza 2024 y es un buen momento para analizar lo que ha conseguido Málaga, lo que no ha conseguido, y cuáles son sus aspiraciones a medio y largo plazo. El deseo de una ciudad no sólo corresponde a la visión de sus líderes individuales, sino que también debe ser una aspiración colectiva y compartida, de ahí que algunas tensiones que ya han surgido deban ser tomadas en consideración para evitar desencuentros y mitigar los roces.

Hay al menos un par de informes que hablan bien de Málaga y que han pasado desapercibidos. El primero de ellos es Cities in Motion Index (algo así como Índice de Ciudades en Movimiento). Lo hace el Instituto de Estudios Superiores de Empresa (el IESE, vinculado a la Universidad de Navarra, esto es, al Opus Dei), y ofrece desde 2014 un ránking global de ciudades muy útil por la información que incluye y la metodología utilizada.

En la edición de 2024, Málaga se posiciona en el puesto 90 de todo el mundo, que asciende al número 46 entre las ciudades de Europa Occidental. Un logro sobresaliente que no debe ser pasado por alto. Lo importante de esta clasificación es que permite ver cuáles son las fortalezas y debilidades de la ciudad, y uno de los parámetros que puntúa más bajo es el de su perfil internacional, al que dedicaremos una próxima entrada.

La aspiración de Málaga de convertirse en Capital Europea de lo que sea y sus continuos fracasos en este terreno -destacando el fallido intento de albergar la EXPO 2027- invitan a pensar en el futuro desde otro enfoque y otra perspectiva.

El otro informe que merece la pena tener en cuenta es el Global Startup Ecosystem Index 2024, que presenta StartUp Blink con apoyo de Crunchbase, Siemens, Statista, Semrush y la UNDP (Naciones Unidas). Aquí las noticias son aún mejores, ya que Málaga ha dado un gran salto, colocándose en quinto lugar en España (por detrás de Barcelona, Madrid, Valencia y Bilbao) y mejorando nada menos que 32 posiciones en la clasificación total, para ubicarse en el puesto 350.

Para hacernos una idea, Barcelona es la 38, Madrid la 49, Valencia la 171 y Bilbao la 303. El informe destaca la mejora de Málaga, aunque también sostiene que se ha beneficiado del declive de otros ecosistemas, como Sevilla, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Que estos tres ecosistemas pertenezcan al sur de España es una invitación a pensar con quién compite Málaga (en España y en Europa) y qué puede hacer para seguir mejorando.

No todo, sin embargo, puede y debe ser triunfalismo y complacencia, como vengo repitiendo en mis colaboraciones. Un tercer informe, no menos relevante (The Global Startup Ecosystem Report 2024, de StartUp Genome) sólo habla en el caso de España de tres ciudades: Barcelona, Madrid y Valencia, ignorando por completo a Málaga. Destaquemos siempre las buenas noticias, porque son merecidas, pero prestemos atención también a las malas, o a las ausencias, porque nos indican las áreas de mejora y sugieren estrategias a seguir.

Para seguir creciendo, hay que pensar en modelos, pero también en los liderazgos. Un artículo de Juan Luis Klein, profesor de la Universidad de Québec, resalta la importancia de los liderazgos compartidos como condición para el desarrollo local. Y aquí lanzo una doble reflexión sobre la necesidad de construir nuevos liderazgos en Málaga que permitan un relevo ordenado y consensuado a corto y medio plazo.

Por una parte, se va acercando la renovación de dos liderazgos institucionales: la Alcaldía de Málaga y la dirección general de Málaga Tech Park. No se trata de jubilar a nadie anticipada o precipitadamente, sino de pensar en un futuro más allá de los próximos cinco años. En el primer caso, se trataría de un relevo que responde a una lógica política, a los equilibrios internos de un partido político.

Ya se ha escrito mucho en Ciencias Políticas sobre la selección adversa y otros conceptos similares. Este hecho natural no debería convertirse en un nuevo episodio de la serie Succession, por el bien de la ciudad. En cuanto a Málaga Tech Park, aquí la renovación depende de dos instituciones, el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de Andalucía, que ya deberían tener nombres y perfiles en la cabeza para lograr una continuidad en el magnífico trabajo desarrollado hasta ahora, siguiendo el principio empresarial de “continuidad de empresa”.

Pero no son sólo estos puestos los que deben ocuparnos y preocuparnos. Toda una generación de emprendedores de éxito parece no tener relevo, en un mundo competitivo donde es necesario crear y lanzar al mercado nuevas propuestas empresariales de manera constante y exigente. Málaga debe crear nuevos liderazgos políticos, empresariales y civiles para mantener el rumbo y la velocidad alcanzados, inmersa en una feroz competencia global que no admite pausas ni errores. Por eso 2025 puede ser un año clave para el futuro y las aspiraciones de la ciudad. Un reto que nos incumbe a todos.