Con lunares y flores en el pelo. Así se ha vacunado estos días a los malagueños en el vacunódromo del Palacio de Ferias y Congresos de Málaga. Sobre las cuatro y cuarto de la tarde de este viernes entraba Isabel Ruiz al recinto para vacunarse, cuando se llevó una sorpresa que no le pudo hacer más gracia: un par de puestos de vacunación se habían convertido en casetas de feria.
"Cuando llegué a dar mi documentación me encontré que dos de los puestos de vacunación que tienen disponibles tenían cortinas y farolillos. Estaban totalmente enferiados", cuenta riendo. Así, la joven reconoce que al haber muy poca gente, por la hora que era, no pudo evitar pararse a grabar una storie de Instagram para demostrar cómo se ponen las vacunas en la semana de 'no Feria de Málaga'.
Coral Serra también acudió a por su segunda dosis y lo único en lo que se fijó fue en que muchas de las enfermeras llevaban flores de colores con el pelo recogido. A Serra le pareció de lo más curioso, pero sin embargo el enfermero que la vacunó no vestía sombrero ni botas camperas o tirantes, como merecía la ocasión.
La primera impresión de otra joven malagueña, Lucía Félix fue una carcajada. "Era muy temprano y, en realidad, como todo el mundo va medio asustadillo con la vacuna, ninguno decíamos nada, pero nos reíamos. Yo he visto al muchacho que me ha atendido muy sonriente para ser tan pronto, así que supongo que la decoración animaba a todos al final", cuenta entre risas.
Las enfermeras, las artífices
Soledad Arlandi es una de las enfermeras que está haciendo turnos en el vacunódromo. La semana pasada, en una conversación amistosa con sus compañeras salió el tema de la ‘no feria’. "Ay que ver, qué pena. Dos años ya sin feria", decía Sole, que reconoce que es una enamorada de la fiesta hasta el punto que más de un año ha ido vestida de flamenca a juego con sus amigas y familia.
“Se me vino de decorar el vacunódromo a la cabeza y tenía que hacerlo. Este último año para la enfermería está siendo muy duro y, al final, eso se nota en los ojos del resto de compañeras. El vacunódromo es muy frío y la idea resultaba una forma de animarnos nosotras y de animar a los propios pacientes que vienen a vacunarse”, relata Orlandi.
Dispuesta a llevar su idea a cabo, le pidió permiso al responsable del vacunódromo, Cecilio, y este le dijo que “no era capaz”. Y fue capaz. Se fue a casa y comenzó a recopilar elementos que podían servirle de decoración: una caña como instrumento, unos pendientes y una flor de flamenca, un par de cortinas, un delantal de lunares…
Y así fue creando sus casetas improvisadas dentro del recinto. “Llevamos tres días con la decoración puesta y creo que hemos ayudado a más de un paciente que venía con dudas a la vacunación”, dice la enfermera. Así, muchos médicos han querido acercarse a hacerse fotos y ha acabado siendo algo muy divertido para todos.
Así, en lo que coinciden todos los vacunados que se han encontrado con la feria en el vacunódromo es que falta música. Creen que la espera se haría mucho más amena con malagueñas o verdiales en el hilo musical y que es "el puntito" que le falta a esta fiesta improvisada contra la Covid-19.
Una anécdota que les ha sacado una sonrisa a todos los que pasaban por allí, incluidos los propios enfermos, y que ha conseguido calmar a los que más temían al pinchazo. Ya solo falta que los efectos secundarios, en su caso, no vengan tan fuertes y enérgicos como el canto de una panda de verdiales.