El casuario es un ave tan bella como peligrosa. Similar al avestruz por su fisionomía y al pavo real por sus atractivos colores, el animal de dos metros puede atacar con sus garras de 12 centímetros y tiene unos ojos amarillos bien grandes que recuerdan a los de un velociraptor. Los humanos de Nueva Guinea del Pleistoceno tardío criaban hace 18.000 años la variedad enana de estos pollos como gallinas.
El Selwo Aventura en Estepona exhibe varios ejemplares desde hace una década en sus instalaciones donde este año han nacido cuatro polluelos. Lo han hecho en el marco de un programa europeo de recuperación de especies en peligro de extinción, coordinado por la Asociación Europea de Zoos. "Conseguimos la mayor tasa de nacimientos en cinco años. Nos han felicitado por todos lados", destaca Eloy Serrano, jefe de conservación del parque zoológico.
Los visitantes podrán ver las cuatro crías de casuario con tres meses de vida, algo "inédito" al menos en España donde "está complicado" observarlos recién nacidos. La especie de adorable aspecto, natural del norte de Australia y el sur de Nueva Guinea, es "potencialmente peligrosa y suele vivir en solitario", reconoce Serrano. "Defiende su territorio y no le gusta la compañía humana ni de cualquier otro animal", cuenta. Normalmente, no tienen ningún problema con ellos.
El ave de grandes dimensiones saltó a los medios cuando uno de ellos atacó a su cuidador en Florida y lo mató. "Te puedo causar daño si se ve arrinconado en su territorio o defendiendo a sus pollos", advierte. El casuario puede llegar a pesar entre 30 y 50 kilos; y correr hasta unos 50 kilómetros por hora. "Tiene tres dedos y en medio una uña de 12 centímetros con la que te golpear", explica el experto.
Mirada de velociraptor
Sin olvidar su dura cresta con la que se abre camino por la selva. "Te puede hacer mucho daño", insiste el jefe de conservación del parque zoológico, que afirma que es "lo más parecido a un velociraptor por la edad del animal y sus movimientos". "Hay un nexo en común. Lo miras y tiene esos ojos grandes. Parece un velociraptor. Tiene suficiente fuerza y peso para hacerte daño", sostiene.
Los trabajadores del parque zoológico les crean rutinas para que estén tranquilos. "Todo funciona a fuerza de premio, constancia y mucho trabajo. Los casuarios comen fundamentalmente fruta y verdura. Pero tienen ese componente de depredadores y comen proteína animal: desde pollo a huevo duro. Es apasionante verlos pavonearse", destaca su cuidador.
Cuando nacen son bastante pequeños y se parecen a las gallinas. Su pelaje se distingue por tener rayas marrón oscuro. Además, en este caso son los machos quienes cuidan de los polluelos. "El comportamiento reproductivo de los casuarios es curioso. Es el macho quien cría a los polluelos. No es el único animal que lo hace así", relata entusiasmado. El padre se encarga de empollar la puesta, atenderlos y velar por su seguridad.
Huevos verdes
Él tiene un territorio por donde van pasando las hembras, crea su nido y ellas van poniendo sus huevos ahí. "Son de un color verde fosforito y muy llamativo. Camufla muy bien en los bosques. Viven en bosques lluviosos y pantanosos. Ellos se distinguen muy mal porque son de color negro", precisa sobre las características que los hacen auténticos supervientes en la selva. A partir de mayo, los casuarios empiezan a aparearse.
Una vez la hembra pone de cuatro a ocho huevos, los machos se echan sobre ellos. "Es cuando dejar de ser amistosos. En la época de cría son bastante agresivos. Sólo se juntan con las hembras para reproducirse. Se vuelven con unos colores muy bonitos en el cuello, donde tienen una esfera de color rojo y azul, y empiezan a llamarse con un sonido muy repetitivo. Se aparean y cada uno se va a una punta", relata.
Entre las curiosidades, el casuario común es el más grande de las tres subespecies existentes, y el único que posee dos carnosidades rojas en el cuello. Son unos excelentes dispersores de semillas, por lo que contribuyen al rápido crecimiento de la selva. De apariencia prehistórica, la hembra siempre es un poco más grande de tamaño que el macho.
'Animales de corral'
Los humanos de Nueva Guinea del Pleistoceno tardío, hace 18.000 años, podrían haber recogido huevos de casuario cerca de su madurez y luego criar a las aves hasta la edad adulta. Es el resultado del examen de cáscaras de huevo obtenidas en sitios arqueológicos para determinar la etapa de desarrollo de los embriones cuando los huevos se rompieron, que se ha publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences.
"Este comportamiento que estamos viendo es anterior en miles de años a la domesticación de la gallina. Y no se trata de un ave pequeña, sino de un ave enorme, intratable y no voladora que puede destriparte. Lo más probable es que sea la variedad enana que pesa 20 kilos", relata Kristina Douglass, profesora adjunta de antropología y estudios africanos de la Universidad Estatal de Pensilvania en un comunicado.
Los casuarios, como hemos dicho antes, se parecen más a los velocirraptores que a la mayoría de las aves domesticadas. "Sin embargo, los polluelos de casuario se apegan fácilmente a los humanos y son fáciles de mantener y criar hasta el tamaño adulto", informan los investigadores. El vínculo se produce cuando un ave recién nacida decide que lo primero que ve es su madre. Si esa primera mirada coincide con la de un humano, el pájaro lo seguirá a cualquier parte.