Seguramente cuando Manuel Carrasco decidió añadir al nombre de su gira La Cruz del mapa el lema Hay que vivir el momento estaba imaginándose ya en su cabeza las escenas de felicidad que observaría desde el escenario en cada una de las ciudades por las que pasa.
Este sábado le tocaba Málaga después de que la Covid no dejara celebrar con anterioridad la cita. No pudieron ser el 11 de julio de 2020 y el 5 de junio de 2021, pero sí este 28 de mayo de 2022. Manuel sabía que su gente no le iba a fallar a pesar del tiempo y así ha sido. El onubense hizo vivir un auténtico momentazo a casi 30.000 seguidores.
Ha alegrado el día a ese grupo de amigas con pañuelo en la cabeza que, emocionadas, se abrazaban cuando entonaba Mujer de las mil batallas. A esas hermanas sevillanas que por fin han podido cantar con su madre Qué bonito es querer. A ese padre sentado sobre el césped del Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga viendo cómo su niña, de apenas seis o siete años bailaba hasta la canción más triste de Carrasco. Porque la vida es así. Fugaz. Y hay que vivirla.
El concierto comenzó con un poco de retraso. "¡Hay que llamarlo, que me va a dar algo! Se está haciendo de rogar", gritaba una fan desde la grada. Cuando el reloj daba las 22.45 horas las luces se apagaban y por fin el onubense comenzó a entonar Hay que vivir el momento, un tema que estrenó hace tan solo unos días y que formará parte de su próximo disco. ¿Su objetivo con ella? que el espectador deje fuera del estadio la mochila de preocupaciones para disfrutar de la mejor terapia: la música.
Manuel llegaba con toda la artillería. Sin parar de moverse de una esquina a la otra, el artista inundó de alegría y positividad a todos con sus bailes. Después vinieron Tambores de guerra, Aprieta... y el gol del Real Madrid. Porque sí, aunque los datos móviles fallaran ante la impresionante afluencia de público, hubo quien estuvo más pendiente al partido que al propio concierto hasta el punto de gritar gol.
Carrasco cogió el micrófono para dedicar a la ciudad de Málaga, esa que le ha acogido siempre, unas bonitas palabras. El cantante recordó sus comienzos, cuando actuaba en pequeñas salas ya inexistentes. Cuando iba de radio en radio local para promocionarse tras Operación Triunfo. "Qué sueño es este, Málaga, que tú me cumples llenando este sitio", declaró.
Siguió avanzando el concierto y, sin duda, los temas más clásicos fueron los más coreados: Y ahora y Sabrás demostraban quiénes fueron en su día unos adolescentes cuando Carrasco era un chiquillo de Isla Cristina con melena que enamoraba a todas en la academia de OT.
Ya no tiene melena, pero queda mucho de ese niño. No cualquiera llena un estadio con 27.500 personas tras una pandemia. No se guardan en un cajón dos años unas entradas que podían devolverse. Sus seguidores lo tienen claro, su humildad y su rechazo a los aires altivos son claves para recorrer con él su carrera musical.
De hecho, se abrió en canal cantando Prisión Esperanza, un tema que publicó en el confinamiento y que no tenía claro si era correcto cantar en la gira. "Encontré una razón de peso para poder cantarla, y era dedicándosela a los que han estado ayudando en los momentos más complicados y a todos y cada uno de los que se fueron", confesaba, emocionado, en el piano.
Tampoco faltaron algunos de sus hitazos: No dejes de soñar, Ya no, Que nadie o Me dijeron de pequeño, entre otros. Con el último inició la segunda parte del concierto en la que tuvo un detalle con Francisco José, un niño del público que, con salero, le pedía en una cartulina que quería una foto con él. El onubense, en su faceta más paternal, pidió que lo subieran al escenario para sacarse un selfi con él y todo el público malagueño.
Pero, sin duda, el mejor momento de la noche llegó cuando el concierto estaba a punto de finalizar. Cuando el público pedía otra canción, el onubense inició unos fandangos dedicados a Málaga. Con una letra majestuosa, el artista se acordó de Chiquito de la Calzada (este sábado hubiese cumplido 90 años), Antonio Banderas o Pablo Ruiz Picasso. Rezó al Cautivo, "su cristo de los milagros" e incluso añadió una letra de última hora donde explicaba que "no lo puedo reprimir, otra vez el Real Madrid ha ganado la Champions League".
Cuando terminaba de interpretar En el bar de los pesares, la versión más roquera del artista dio un salto que, en principio, iba a ser apoteósico, pero que acabó haciéndole caerse. "Málaga, mira que nos hemos tirado ensayando tiempo. Yo quería darlo todo, ¿no? ¡Pues así lo hemos hecho!", decía, riendo, el artista para salir del paso.
El broche final lo puso Qué bonito es querer, la canción más esperada por la juventud entre el público, que grababa audios para, previsiblemente, sus mejores amigos. "Qué bonito es saber, que siempre estás ahí, quiero que sepas que voy a cuidar de ti, qué bonito es querer y poder confiar, afortunado yo, por tener tu amistad", cantaba Carrasco. Mientras tanto, decenas de balones de colores gigantes iban de mano en mano entre los asistentes de la pista, que se despedían del artista lanzándole besos. Las casi dos horas y media de concierto se les pasaron como si fuesen unos segundos.
Todo un festival de emociones se vivió en el que previsiblemente será el último concierto que se celebre en el Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga. Un concierto histórico, puesto que es el que más asistencia de público ha tenido en los últimos quince años en Málaga. Sin embargo, Manuel Carrasco no se conforma y cerrará su gira La cruz del mapa: Hay que vivir el momento el 11 de junio en Sevilla, donde conseguirá el récord de asistencia a nivel nacional con 74.345 personas.