El callejero popular de Málaga: cuando el salero pone motes a edificios y calles (I)
Para inventar buenos apodos hay que tener un don especial y lo cierto es que los malagueños poseen una gran facilidad para sobrenombrar las cosas con todo el arte
30 julio, 2022 04:00Noticias relacionadas
Nadie en el mundo mundial, excepto nosotros, se acuerda ya de ese personaje inventado por Elvira Lindo (y que Muñoz Molina siempre le ha envidiado): el repelente niño Manolito Gafotas. Pues bien, Gafotas no era su apellido, sino un mote. Porque en el barrio de Manolito no eras nadie si no tenías tu propio mote. Si no eras un Malaspatas, un Quemao, la de La Luz, un Marrullero, el Pisahuevos… ya ves, nadie te conocía.
Pues algo de eso hay en el hecho de que en Málaga existan rincones, lugares, edificios y cosas que reciban otro nombre con el que no fueran concebidos en un primer momento.
Y la verdad es que no tiene nada de malo tener un apodo, más bien al contrario: ¿acaso cuando decimos Manquita no lo decimos con más cariño que cuando pronunciamos con rotundidad "catedral"?
Además de ternura, los sobrenombres siempre suelen esconder pequeñas chispas de ingenio y humor y, después de todo, la sátira es posiblemente el verdadero arte del malagueño al que, oh, qué cosas, se le puede conocer como merdellón.
La momia de Vértice
Empezamos este divertido listado con un edificio del que ya escribimos hace poco: el edificio del Grupo Vértice en la esquina de calle Hilera.
La reforma de este inmueble se hizo de una manera muy innovadora, optando por una fachada que no deja a nadie indiferente (sobre todo de noche, cuando se ilumina con luces de muy diversa índole y variedad, dando a entender algo que no es).
Como se aprecia en la imagen, las bandas blancas que adornan su frontal son muy características y han logrado potenciar la imaginación ya de por sí exacerbada del malagueño medio que ha visto en su disposición unas vendas. Concretamente, unas vendas de momia, y por eso, para algunos ciudadanos, este edificio se ha convertido en "la momia".
El centro de salud de la heroína intergaláctica
En EL ESPAÑOL de Málaga vivimos para dar, ya lo saben, y también hace poco contamos la historia de cómo el ambulatorio San José Obrero, situado en la malagueña avenida Juan XXIII, se hizo con el sobrenombre de Barbarela.
Para resumir, si no quieren leer el reportaje al completo, es que a principios de la década de los 70 del pasado siglo, en Torremolinos abrió sus puertas una discoteca cuyos responsables pusieron el nombre de Barbarela en honor a la película de Jane Fonda basada en una heroína galáctica de cómic y de muy buen ver.
El caso es que la similitud arquitectónica del lugar de ocio con la del centro de salud hizo que los vecinos comenzaran a llamar a éste con este peculiar apelativo, y aunque ambos espacios no coincidieron en el tiempo más de un año, el nombre de Barbarela perdura hasta nuestros días y se ha ido extendiendo incluso a los negocios del entorno.
La Torre Mónica: el triunfo más justificado de la Historia
Antes muerto, enterrado y agusanado que llamar chimenea de Los Guindos a la Torre Mónica. Si algo no entienden las restauraciones arquitectónicas es de alma y corazón, pero aún así queremos creer (yo) que, en 2007, cuando los técnicos encargados de recuperar su esplendor de antaño se reunieron para discutir cómo afrontarían la tarea, alguno de ellos dijo: "Hey, ¿y si le dejamos la pintada de Mónica?". Por lo menos uno, ay.
El caso es que la historia de por qué a esta reliquia del pasado industrial de Málaga del paseo Antonio Banderas se la conoce como Mónica (o La Monique, olalá) se contó también ya por estos lares. Un relato que, como todos los buenos, es un cuento de amor adolescente: el que todavía une a José Carlos Selva y a su mujer Mónica Vallejo.
Y no es para menos: José Carlos se lo curró pero bien en 1993 cuando, con tan sólo 15 años, se subió a las alturas para escribir el nombre de su amada en el ladrillo rojo de esta torre de 96 metros… Ahí es nada: si ese chico no triunfó después de aquello, jamás lo haremos ninguno de nosotros.
(A todo esto, durante mucho tiempo no se supo quién había sido el artífice de la proeza, así que numerosos perlas con una pareja llamada Mónica se atribuyeron la autoría de la pintada… ¡Qué espabilados!).
El negro que se convirtió en el Rey del Pop
Que para poner motes o sobrenombres hay que tener una sensibilidad especial eso está claro. Pero en ocasiones, el ingenio da un salto cuantitativo de tal magnitud que es capaz de tocar el cielo con las dos manos.
El mejor ejemplo de esto, sin duda, es el caso del Edificio de Usos Múltiples de Málaga de la avenida de la Aurora. Con el nombre más funcional y soso que se pueda concebir, este inmueble, que fue construido a finales de los años 70, pronto fue conocido como el Edificio Negro por el ominoso color oscuro de su exterior. Cómo no, si era un bloque de Lego gigantesco y negro como el corazón de un banquero.
Ese apodo nos llevaba a pensar en la base de alguna siniestra organización gubernamental secreta, pero sospechamos que nada tan divertido ni tan lejos de la realidad.
El caso es que en 2015 el color negro fue sustituido por un hermoso blanco nuclear fruto de una restauración que buscaba mejorar su eficiencia energética. Pero, en lugar de comezar a ser conocido como el edificio negro que ahora es blanco, algún genio, alguna mente preclara que está con toda seguridad desaprovechada sirviendo cafés en algún bar, le dio por llamarlo el Michael Jackson… Si esto no es poesía que baje Dios y lo niegue.
De negro a blanco… Como el mítico rey del pop… ¡Qué maravillosa es en ocasiones la vida!
La fuente de los (repelentes) Teletubbies
Tal vez ya nadie recuerde a esos grimosos personajes que hace tiempo entretuvieron y malograron a toda una generación de españoles con sus colores primarios, sus maxibolsos y sus natillas. (O quizá sí, y todavía haya más de un padre que se despierte gritando en mitad de la noche).
Pero el caso es que la fuente en Teatinos de la rotonda/plaza de Sandro Botticelli se conoció durante mucho tiempo como la fuente de los Teletubbies debido a las 14 columnas de colores que la adornan y que no sujetan nada, obra del abogado y artista José Manuel Cabra de Luna que tuvo mucho cuidado a la hora de elegir los colores ideales.
Un mote que, de hecho, se ha ido perdiendo poco a poco a favor de otro más sencillo: la fuente de los colores. Porque ya puestos a pronunciar Teletubbies, podríamos decir Sandro Botticelli, así que lo dejamos en colores y punto pelota.
El clásico entre los clásicos: la Manquita
La Catedral de Málaga, o es la catedral, o es la Manquita. Calculamos que Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación ha sido pronunciado tres veces a lo largo de la historia, una de ellas cuando fue mandada edificar por los Reyes Católicos tras la Reconquista de la ciudad. No sería, sin embargo, hasta el año 1525 cuando se comenzara a levantar el templo.
Y, claro, como saben bien quienes han leído el tostón de Los pilares de la tierra y conocen la lentitud con la que se erige una catedral, tendría que llegar 1782 para darla por finalizada. ¿Toda? Obviamente no: la segunda torre está, como su techo y otros elementos, sin terminar.
El motivo fue una extraña falta de fondos… Extraña porque no se conocen las causas con seguridad, aunque la más popular habla de que el dinero se desvió para ayudar a los estadounidenses durante la Guerra de Independencia de los futuros USA, en la que Bernardo de Gálvez, como bien sabemos ahora, jugó un papel absolutamente fundamental. Sin él, hoy, los norteamericanos, bueno, seguirían hablando inglés.
La cuesta del coño
Escribir un taco en mitad de un artículo, si no eres Arturo Pérez-Reverte, da siempre mucho gustirrinín, la verdad. Y lo cierto es que en este caso está justificado, porque la cuesta del coño es como llaman muchos malagueños a la calle Carrión de la zona de El Ejido.
Esta vía conecta el campus con la calle Refino y para saber por qué se la llama así, bueno, sólo hay que encontrársela de frente en sentido a las facultades. Y si vamos cargados de bolsas de la compra nos sentiremos como un Sísifo moderno salido del Mercadona.
La comisaría del matadero
Muchos sentirían la tentación de hacer chistes con este asunto, pero el caso es que, entre las calles Virgen de la Fuensanta y Conde de Guadalhorce, se levantó en 1934 un matadero en los terrenos de la antigua Hacienda de Carranque hasta que fue cerrado a principios de la década de los años 90.
Pero como los nombres tienen resistencia, a la jefatura de policía que se edificó más tarde en el entorno de Cruz de Humilladero hay quien la llama la comisaría del matadero; suponemos, con sorna.
El barrio del chupitira
Chupitira es el resultado de una contracción de "chupa y tira" y con este sobrenombre se conoce al barrio de la Victoria. El saber popular dice que este apodo se debe a la costumbre de chupar las cabezas de las gambas. Aunque lo que se chupaba eran las almejas, que, quién nos lo iba a decir, era una comida de pobres.
Este mote está quedando en el olvido, pero todavía se usa. Y debería seguir haciéndose porque se emplea desde hace mucho, la verdad, ya que nació cuando el barrio comenzó a desarrollarse, esto es, cuando los malagueños empezaron a salir de las murallas musulmanas de la ciudad y a extenderse por el campo hacia el Santuario de la Virgen de la Victoria, que es donde los Reyes Católicos montaron su campamento durante la mencionada Reconquista.
En esta zona se comenzó a establecer la llamada clase administrativa, que buscaba aparentar aunque no se tuviera con qué. Para ello, lo que se ha hecho siempre: ahorraban en comida. Y entonces ahorrar en alimentación era comer sopa de almejas. Y todos sabemos cómo se comen las almejas, ¿verdad?
El Jardín de los Monos
Y ya que estamos por la zona vamos a escribir de la plaza de la Victoria, conocida por todo el mundo como el Jardín de los Monos. El motivo de este mote es bien sencillo: no se sabe cómo exactamente, pero en esta plaza hubo durante mucho tiempo una enorme jaula con monos en su interior. Hay muchas teorías de cómo llegó la jaula aquí, pero no satisfacen a nadie.
La cosa es que la cárcel para los simios que nunca llegaron a rebelarse estuvo en este lugar hasta la mitad del siglo XX, por lo que seguramente podríamos encontrar a alguien que, durante su infancia más tierna, acudiera al lugar a tirarle cacahuetes a los pobres bichos.
Y hasta aquí. Todavía quedan muchos lugares, edificios, rincones y calles con sobrenombres en Málaga, pero les emplazamos a la semana que viene para conocerlos todos.
Eso sí, si usted conoce alguno más, no deje de indicarlo en los comentarios y así nos facilita la labor. ¡Gracias!