Vivir un concierto en directo es para muchos una de las mejores sensaciones que la vida te puede dar. Y si es de una persona vitamina como Camilo, aún más. Este domingo miles de personas se han citado en la Cantera de Nagüeles para disfrutar del artista colombiano en la que es su cuarta vez en el Festival Starlite Catalana Occidente. El martes volverá a ofrecer otro concierto con todas las entradas agotadas.
Había muchas parejitas entre el público, pero los ojos no podían evitar irse a un abundante sector: los niños, los grandes protagonistas. Muchos vivían el primer concierto de su vida, después de más de dos años un tanto complicados con la pandemia, y la sonrisa no se borraba de sus caras de sorpresa al ver a su ídolo sobre las tablas.
Muchos llegaron al auditorio cargados de sus enormes pancartas -algunas más grandes que ellos mismos-. Lo primero que hizo Camilo tras cantar Kesi con efusividad, llenando el espectáculo de color y "buena onda", fue precisamente leer algunas de ellas. "Camilo, queremos cuidar a Índigo -su hija-", rezaba una de ellas. "¡Pues estás contratada!", le respondió el colombiano de inmediato. Otra chica del público llevaba una donde le apuntaba a Camilo que seguro que Índigo necesita una hermanita. "Adóptame", se podía leer en el cartel, causando las carcajadas del cantante.
La tribu, así llama él a sus seguidores, disfrutó de lo lindo de las buenas vibras del joven artista, que se deja la piel siempre en el escenario dando saltos y bailando -algo impresionante, puesto que tiene un directo brillante-. Tras el inicio, su público le vio girar como las agujas de un reloj en Ropa Cara y llenó Marbella de romanticismo con Favorito. "¡Porque tú eres lo que yo necesito, porque yo soy lo que tú necesitas!", cantó.
Camilo definió Starlite como "el lugar donde se celebra el amor" y es que esa fue la palabra clave de la noche: amor. Amor en los ojos del niño de apenas cinco años que se emocionaba a mi lado mientras Camilo cantaba a aquellos que le habían roto el corazón -quién sabe que no habrá pasado en el patio de su cole, pero sus ojitos lagrimeaban al escuchar a su ídolo-. Amor en el alma de Camilo al saludar a sus padres, entre el público. "Es la primera vez que vienen, les dije que se pusieran guapos y se echaron triple de perfume. La van (furgoneta) desprendía olor al venir para acá", bromeaba el joven, que tampoco se quitó en ningún momento a Evaluna, su mujer, de la boca.
De hecho, compartió escenario con la madre de su hija en tres ocasiones para cantar Machu Pichu, Por primera vez e Índigo. "Cada día me enamoro más de ella. Cuando subo al escenario me despido y la dejo arreglándose y maquillándose y cuando sube ya está con otro outfit. ¿Puedo tener esposa más linda? ¿Puede ser más hermosa la mamá de mi hija?", presumía.
Así, Camilo contó "una intimidad" al público marbellí. Hace un año se enteraba que iba a ser papá, por lo que era una fecha muy especial para él. Además, ha contado como "curiosidad" que en algunas tribus se celebra como cumpleaños la fecha de concepción de su hijo o hija. "Si fuese así, mi hija sería andaluza", ha dicho, puesto que su hija fue concebida en Zahara de los Atunes.
Los momentos más emocionantes han llegado de la mano de La Mitad y Manos de Tijera, donde Camilo ha dado una gran lección al público. En un principio ha pedido que aquellos que tuvieran el "corazón roto" encendieran la linterna de su móvil y levantaran el brazo. Cuando los primeros melancólicos aparecían, Camilo prosiguió pidiendo que a los que alguna vez le han hecho daño o se han sentido solos a lo largo de su vida también encendieran su linterna. Así es cómo el auditorio entero se iluminó. "¿Y ven? Aunque uno tenga el corazón roto siempre está alguien ahí. Guarden una imagen en la mente de esas lucecitas y recuérdenlo", pronunció.
El niño del corazón roto miró a su madre en ese momento, que le dio un beso antes de que Camilo siguiera con el concierto que le sanó el alma para seguir disfrutando de la noche. No faltaron los clásicos Bebé, Millones, No te vayas y la esperada Vida de Rico, un canto al menos es más. "Estamos en una sociedad donde cada vez nos dicen más eso de que tienes que parecerte a alguien, tienes que tener un mínimo de seguidores en redes para ser alguien... cuando lo importante es ser uno mismo. Ahora que hay aquí tantos niños, tengo que decirles que ojalá este concierto sea un espejo para vosotros. Siéntanse orgullosos de las personas que son", les afirmó.
Camilo les dio a los más pequeños una masterclass de personalidad. Una clase de "haz lo que te de la gana como yo lo hago". El colombiano derrochó estilo propio sobre el escenario durante casi dos horas, cantando descalzo, con un mono en lugar de traje o vaqueros, con coreografías abstractas y mucha inspiración dejándose llevar por la magia del ambiente.
Siguiendo con las más lentas, el colombiano bordó NASA, uno de sus últimos temas, colaboración con Alejandro Sanz, y un tema que aún no ha salido y que da nombre al actual tour: De adentro pa' fuera. Fue con esta cuando se vivió, sin lugar a dudas, el momento más íntimo y mágico del concierto. El artista pidió que los móviles se guardaran y el auditorio quedó en una simple reunión entre amigos.
Con El mismo aire muchos echaron en falta a Pablo Alborán, con quien colaboró al lanzarla, pero no hubo rastro del malagueño por el auditorio. Y el broche final lo puso Índigo tras bailar juntitos con Pegao. Con Índigo, decenas de embarazadas tocaban sus barrigas avisando, probablemente, a sus retoños de quién va a ser el encargado de ofrecerle el primer concierto de su vida.