Si hay algo que se echaba de menos durante la pandemia en el Hospital Materno Infantil de Málaga eso eran los voluntarios. Este domingo EL ESPAÑOL de Málaga pasó la mañana con una asociación llamada 'Superhéroes Un Niño Una Sonrisa' para conocer a fondo su trabajo con los pequeños que están ingresados en el centro.
La asociación nació en el año 2018 gracias al "presi". Así lo llaman todos. El presidente que dirige al clan de superhéroes no quiere dar su nombre ni su imagen nunca porque es de los que creen que “las acciones solidarias se hacen para no colgarse medallas, sino porque uno lo siente”.
El "presi" inició su carrera en el voluntariado en otras asociaciones, pero llegó un día en el que sintió que tenía que lanzar su propio proyecto. Reconoce que se involucraba muchísimo hasta el punto de ir por las tiendas buscando colaboraciones y donativos.
"Llegaba un momento que yo tenía que asegurar que ese dinero o ese juguete llegaba a los niños sin saber muy bien cómo hacerlo. Era un voluntario más... y al final me animaron a coger las riendas y crear mi propia asociación, en la que nadie cobra ni un duro, ni yo mismo, por cierto. Lo que conseguimos es íntegro para ellos y por si viajamos algún evento -frecuentan Freakcon y Gamepolis de manera solidaria- pagarnos un simple McDonald's o cualquier otra cosa barata", explica.
Así, hace hincapié en que hubo asociaciones que cuando empezó en el mundo del voluntariado le dijeron que no podía acceder a ellas. "Quiero que el que nos lea sepas que aunque te digan que 'no' tus ganas de ayudar no tienen que decaer. Para mí fue primordial", explica Empezó con dos bolsas y un compañero visitando las habitaciones. Ahora son más de una veintena de superhéroes, pero se coordinan en pequeños grupos para ir al Materno siempre que pueden, especialmente los fines de semana.
Un día con ellos
Pero, ojo. Al igual que Ironman es Tony Stark, Hulk es Bruce Banner y Batman Bruce Wayne, en la asociación Juan José (nombre ficticio) es Spiderman, Carlos es Flecha Verde, Raúl es Capitán América, Cristina es Capitana Marvel y Manuela es Catwoman. Y cada uno de ellos tiene su vida privada y quehaceres varios, pero dedican un rato de su tiempo a ayudar. Les acompaña José, para facilitar el vínculo del superhéroe y el pequeño sin que este se asuste y gestionar el reparto de regalos, vistiendo una camiseta de la asociación.
EL ESPAÑOL de Málaga se reúne a primera hora de la mañana con la asociación. Las calles están vacías, pero la típica plasta malagueña hacía de las suyas. Manuela nos da la bienvenida en la entrada de las urgencias pediátricas. Se lamenta del calor que hace en varias ocasiones. “Me hice mi traje de Catwoman con forro térmico y es de cuero negro, solo diré eso”, espeta entre risas. Ella está jubilada con tan solo 49 años, pero a sus espaldas lleva una historia de superación enorme. Está trasplantada de corazón y superó un cáncer de pequeña, algo que desde su punto de vista "ha sido un aprendizaje que me ha formado como persona, que forma parte de mi carácter y valores".
Es por este motivo por el que está dentro de la Asociación Superhéroes Un Niño Una Sonrisa. "Como sé lo que es vivir lo mismo en un tiempo donde no existía ni la pediatría oncológica, siento que puedo entenderles mucho a ellos y a sus papás", cuenta.
En una puerta lateral del hospital nos esperan José, Carlos, Raúl y Juan José. Juan José es Spiderman y lleva tres años y tres meses en la asociación. Su madre se enteró hace muy poco que estaba haciendo este voluntariado. "Spiderman me permite salvaguardar mi identidad al llevar máscara". Él comenzó en una asociación con personas mayores, pero los estudios y el trabajo le imposibilitaron seguir. Con el paso del tiempo, a sus 34 años, cuando le descubrieron a los superhéroes, no dudó en formar parte de ella para "ayudar sin mostrar su identidad ni ponerse medallas", por lo que coincide con la opinión de su presidente.
Raúl es Capitán América y Carlos es Flecha Verde -aunque muchos niños creen que es una de las tortugas ninjas, algo que se toma con humor, por su corpulencia y el color verde de su traje, que incluye un antifaz-. Tiene 30 años y trabaja en la capital como ingeniero. También reconoce ser "un poco friki", así que "la asociación me vino genial".
"Yo siempre quise ayudar en causas, pero no me molaba lo de dar dinero solo, quería sentirlo desde dentro y en 2019 llegó la oportunidad. Entré como voluntario y después me animé a comprarme un traje -cada uno se compra el suyo gastándose lo que pueda-. Me llena mucho", reconoce Flecha verde, al que, pese a su aspecto varonil -muy grandullón y barbudo-, le brillan mucho los ojos cada vez que se cruza con un peque.
Raúl se dedica a la señalización vial. “Los findes soy Capitán América y entre semana pinto líneas de las autovías. Así soy de completo”, bromea. Por su trabajo, solo puede venir a hacer el día a los peques los fines de semana. Un amigo le regaló su traje -muy currado- para que le hiciera el favor de sorprender a su hijo en una fiesta de cumpleaños. Visto el éxito, decidió usarlo para participar en la Cabalgata de Cruz de Humilladero. “Fui un bum, sin lugar a dudas. Es precioso ver los ojos de los niños cuando te miran. Así que cuando me hablaron de la asociación dije automáticamente que sí, es una experiencia muy gratificante”.
Mientras esperan a que el personal les abra el salón de actos para 'transformarse' en sus personajes, llega la única pareja del grupo de hoy: Manuel y Cristina -Superman y Capitana Marvel-. Ella tiene 26 años y entró la primera de la relación. "Luego conseguí tirar de él", dice bromeando. Es estudiante de laboratorio y reconoce que su infancia fue complicada. Vivió el cáncer de útero de su madre en los pasillos de los hospitales cuando no era más que una niña de ocho años. "Sé lo que es vivir esto sola, y era desde fuera. Si el cáncer o cualquier enfermedad es dura, imagínate si se ven solos. Es muy complicado", explica entre lágrimas -porque sí, chicos y chicas, los superhéroes también lloran-.
Su pareja, Manuel, tiene 27 y es administrativo. Se puede observar, por tanto, que el perfil del voluntario es muy variado. Él entró a la asociación tras estar en otra que se dedicaba solo a eventos. "Al final, estos me llamaron mucho la atención. Tengo una hermana con Síndrome de Down y, aunque no tenga del todo que ver, empatizo mucho, lo siento más desde dentro", reconoce.
Presentados los superhéroes, como ellos mismos reconocen, las historias están dentro de cada una de las habitaciones. Los protagonistas son los niños. Spiderman lidera al grupo y simula abrir con su tela de araña la puerta de la planta de oncología del Hospital Materno Infantil de Málaga. Tras él, salen del ascensor Catwoman, Capitana Marvel, Flecha Verde, Superman y Capitán América. Tienen una misión, y esta vez no se trata de salvar al mundo, sino animar a los más pequeños.
Inmediatamente, las caras se llenan de emoción con la visita. Las primeras las de otras superheroinas, las enfermeras de la planta. “¡Vamos a hacernos una foto para mi hijo! ¡Se va a morir de la ilusión!”, dice una de ellas, mientras saca el móvil para inmortalizar el momento y otra inicia una videollamada en la que el sorprendido se queda alucinando al ver a Spiderman como interlocutor.
La primera visita es a una niña que acaba de levantarse. Se llama Mari Paz. Está comiendo galletas como desayuno cuando los superhéroes recorren su habitación. "¿Y no prefieres 'un pescaíto frito'?", le pregunta Spiderman a la pequeña, que se queda sin palabras. El resto del equipo, riendo, le recuerda a Spiderman que es neoyorquino y no malagueño. "¡Eso se lleva mucho en Brooklyn también!", responde riendo. La pequeña también sonríe. Los superhéroes andan sobrados de arte y desparpajo.
Avanzando por el pasillo pegan a la puerta de la habitación de otro pequeño. Ya conoce a los superhéroes de sobra. "¿Tenías ya este cómic?", le pregunta Superman. "Pues mira, de todos los que tengo este creo que me falta. He tenido suerte", responde el niño con una sonrisa, aunque su padre, que no le quita ojo, desearía que no tuviera toda la colección de cómics porque significaría que hubieran vuelto pronto a casa. El pequeño, desenvuelto, le pide a Capitán América si puede saltar y volar. El superhéroe da un pequeño saltito y le explica que no puede volar porque rompería el resto de plantas y molestaría al resto de niños. Lo entiende y a cambio le pide pegar un puñetazo a su escudo.
Se escucha un tierno "Ohhhhhh" en la habitación. Proviene de las bocas de Catwoman y Capitana Marvel. Una bebé se asoma a la habitación de su compañero sorprendida ante tanto escándalo. El gotero es cuatro veces más alto que ella. "Esta imagen es complicada, pero lo peor es que hay niños aún más pequeños. Niños que no andan, en cunas. Muchos padres nos dicen que nos hagamos una foto con ellos, como recuerdo, porque no tiene sentido que les demos lápices o pegatinas como les damos a los mayores", explican Spiderman y Capitán América a este periódico.
Los padres, sin duda, agradecen más aún la visita de los superhéroes que los pequeños. Llega un momento que no saben cómo hacerles sonreír. "Esto es precioso que lo hagan. Hay chiquillos que se tiran meses aquí y cualquier sorpresa así les alegra el día", dice la madre de una de las niñas del hospital. Su hija está ingresada desde hace unas horas tras caerse por las escaleras. "Un resbalón con las típicas chanclas de verano, pero con muy mala sombra. Tienen que hacerle pruebas para ver si todas las vértebras están bien", cuenta, esperanzada porque todo parece ir correctamente hasta ahora.
Sin duda el público adolescente es el más complicado para estos superhéroes, que bromean constantemente en que todos tienen el móvil en la mano cuando los visitan. Los "¿A qué juegas?" y los "¿Estás haciendo tiktoks?" acaban siendo recurrentes para lograr captar su atención. La vida del adolescente sigue hacia delante aunque sea entre cuatro paredes.
Spiderman sale sonriendo de una de las habitaciones. Su sonrisa no se ve, pero se intuye tras la máscara. En su interior está un chico de doce años. La última vez que lo vio fue en la UCI, muy mal, por una meningitis. "Está sentado, riéndose con nosotros. Es brutal", añade el superhéroe. Su madre también lo observa. Reconoce estar "agobiada" tras pasar un mes ingresados. "Pero tengo que estar bien por él. No queda otra", dice suspirando.
En una habitación cercana están Carmen y su madre. Ambas lamentan que, a sus 14 años, en breve pasará a tener que acudir al Hospital Clínico, "siendo aún una niña" y que "echarán de menos estos detalles". A ella y al resto, tras entregarle unos detalles -procedentes de donaciones y patrocinios- les dicen siempre lo mismo: "Ojalá que la próxima vez que nos veamos sea fuera y vivamos aventuras de superhéroes por ahí".
Lo que no saben esos niños es que los verdaderos superhéroes son ellos.
¿Cómo puedes ayudar?
Los superhéroes necesitan una mano para seguir sacando sonrisas. Cuentan con un número de cuenta (ES07 2103 3047 5300 3001 7944) donde se recogen donativos o también puedes pasarte por sus redes sociales (pincha aquí) para comprar merchandising solidario.
Si tienes un traje de superhéroe o estás dispuesto a comprar uno para unirte al equipo también puedes contactar con ellos. Como dato, buscan a una Superwoman más. Toda ayuda es buena.