Licenciado en educación física, viajero incansable y amante de las bicicletas desde septiembre de 2017. Así es Roberto Merchán Baeza, un joven originario del municipio de Ardales que decidió hace cinco años emprender un viaje desde Tailandia hasta su pueblo.
Cuando acepta de buen grado hacer esta entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga se encuentra ya casi en la meta. Está tomándose un día de descanso en Martín de la Jara, Sevilla, antes de su sprint final. Hoy sábado pisará tierras malagueñas y todo Ardales le espera con los brazos abiertos.
La soledad es lo que más le ha costado sobrellevar durante su recorrido ya que Carmela, que es como se llama su bicicleta, y sus pensamientos han sido lo único que le han acompañado sin descanso durante tanto tiempo. Lo demás son todo palabras de gratitud hacia la hospitalidad de los habitantes de los diferentes países que ha visitado durante estos años.
Ya desde bien joven Roberto decidió salir de Ardales y pisar suelo extranjero haciendo un Erasmus. Pero no fue hasta el 21 de marzo de 2016 cuando se lanzó a la aventura y empezó como mochilero en Polonia. "La experiencia de ir con mochila a llevar tu propia bici es totalmente diferente. Económicamente, ir a los hostales supone mucho más que acampar donde tú quieras, pero no solo eso. Con la bici sociabilizas mucho menos", confiesa Merchán.
Cuenta que realmente lleva consigo más de lo que pudiera parecer, en total unos 80 kilos entre los que se encuentran ropa, su tienda de campaña, la hornilla, comida y un disco de El Kanka. Pero, ¿cómo se puede vivir cinco años con tan solo una bicicleta? Esta es posiblemente la pregunta que mucha gente se estará haciendo.
"Yo tengo mi propia fórmula y cada uno debe encontrar la suya. No me gusta dar tips a nadie, simplemente cuento lo que a mí me ha servido. Intentaba ahorrar y estirar lo máximo posible. Si en un día conseguía no gastar dos euros ya sabía que con eso iba a tener suficiente para poder comer un día más", explica Roberto.
El voluntariado también ha tenido un papel fundamental durante todo su viaje. En Camboya, por ejemplo, hizo carpintería a cambio de comida o alojamiento. En la era de las telecomunicaciones las aplicaciones móviles tienen un gran peso en cualquier parte del mundo.
Ejemplo de ello, según cuenta por experiencia propia Roberto, serían couchsurfing donde todo aquel que quiera puede ofrecer su sofá o Warm Showers, duchas calientes en español, que es una plataforma sin ánimo de lucro para viajeros en bicicleta. "Yo me he hartado de cocinar y de hacer tortillas durante todo este tiempo para agradecer la hospitalidad", cuenta entre risas el ardaleño.
La pandemia afectó a todo el mundo, pero a Roberto la primera ola le pilló en Georgia donde tuvo que pasar dos meses y la segunda en Turquía, donde trabajó como entrenador personal diez meses. Confiesa que durante ese tiempo gastó mucho más que antes: "creo que cuando estamos asentados en algún lugar tendemos a almacenar más de lo que necesitamos. A veces he abierto el armario de la cocina y me encontraba con botes de garbanzos que ni había empezado. Sin embargo, ir con mi bicicleta me hacía centrarme solo en lo importante".
Cuando hablamos con él se nota que Ardales le gusta, al fin y al cabo su municipio ha sido el verdadero motivo de todo este viaje. Roberto quería acabar esta etapa en su pueblo y allá donde ha ido lo ha llevado por bandera siempre que ha podido. Nunca ha pretendido hacerle publicidad, pero son sus raíces y se siente orgulloso de ellas. Se ha sentido arropado por sus paisanos en cada pedaleo que daba.
Entre sus aficiones también destaca la escritura. Aunque ahora lo hace menos que antes, le gusta ir dejando constancia de su recorrido y ha sentido el apoyo de todo el mundo a través de las redes sociales. Tras mis pasos es el nombre que tiene su perfil de instagram y facebook donde va publicando los sitios que visita.
Cuenta que después de tantos paisajes vistos y kilómetros recorridos lo que ha sacado en claro es que no hace falta irse tan lejos para ver paisajes bonitos. "Aquí tenemos pantanos y embalses preciosos. Llegar también a Jaén y ver los olivares fue algo que me encantó. Hay que darle importancia a lo cotidiano y apreciar realmente lo que ves", destaca el ciclista.
Estará en España hasta diciembre, cuando tiene previsto viajar a Suiza para trabajar y ahorrar un poco para sus próximas aventuras ya que no tiene intención de dejar la bicicleta. Quiere recorrer el continente americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en Argentina, al igual que habla con ilusión de visitar África de punta a punta.
Pocas son las adversidades que recuerda haber vivido durante estos años. "He visto algún que otro oso de cerca y en China me pilló el monzón, pero nada grave. Lo peor fue cuando a los 3 meses de estar de mochilero me robaron y temía tener que volver a España nada más haber empezado", recuerda entre risas Roberto.
Todos y cada uno de los destinos que ha visitado le han impactado por igual y sin duda volvería a visitarlos. Al hacerle escoger entre alguno se queda con Asia Central. Ver su cultura, el budismo, le ha encantado. En Irán pasó también cinco meses y de allí destaca la hospitalidad de la gente.
Su visión de salir de la zona de confort es probablemente diferente a la de cualquier persona, no le gusta estar en ningún sitio mucho tiempo y disfruta haciendo un reseteo cada vez que visita una nueva zona.
Hoy sábado a media mañana tiene previsto llegar a Ardales y, hasta que empiece su próxima aventura, quiere pasar todo el tiempo que pueda con su familia, sus amigos y comiendo buen queso, que es una de las cosas que más ha echado de menos en sus viajes.