Se consiguió lo que parecía inconseguible. Ablaye, el hombre que padece una enfermedad rara llamada hipertensión arterial pulmonar y que está ingresado con cuidados paliativos en el Hospital Costa del Sol, ha recibido una gran noticia este lunes. Su hijo ya tiene el visado que necesitaba para viajar a España y así tratar de cumplir su último deseo: tocar a su hijo mayor antes de morir.
Rafael Bravo, su cardiólogo en los últimos diez años en el centro hospitalario malagueño, asegura a este periódico que "al fin" tienen el documento. No se creen la noticia. Ha sido duro el camino, pero parece que ya están muy cerca de conseguirlo. El hijo de Ablaye no se separaba desde hace unos días del Consulado de España en Dakar, capital de Senegal, de donde son originarios, para lograr la cita que le diera lo único que necesitaba: el visado.
Con mucho empeño, lo ha conseguido. Ahora tratará de viajar a España lo más rápido posible para poder acompañar a su padre hasta que se marche para siempre. La enfermedad que padece la sufre uno de cada 100.000 habitantes. Durante estos doce años, esta patología se ha hecho literalmente con él llevándole a ingresos prolongados continuamente. A sus 60 años, ahora pesa solo 35 kilos -llegó a pesar 85-. No tiene energía porque apenas puede comer, está desnutrido. En estos momentos se encuentra postrado en una cama del centro hospitalario y todos creen que le mantiene con vida la esperanza de que su hijo cruce la puerta de su habitación en cualquier momento.
Desde que se supo que ya no había solución y que se iría apagando poco a poco, el hospital ha intentado que Ablaye pueda morir en paz, acompañado de la persona que más quiere y no solo junto a un ejército de batas blancas. Han tratado de cumplir su deseo porque Ablaye comparte piso con otros senegaleses, por lo que darle el alta para que falleciera en casa no tendría sentido. No tiene las condiciones adecuadas para que pudiera sobrevivir más de un día fuera del hospital.
Por ello Bravo y su equipo han hablado con decenas de medios de comunicación, escribieron a la Reina Letizia, enviaron escritos al Consulado... No saben si ha sido todo ello lo que ha provocado que le den el visado al hijo de Ablaye, pero ha merecido la pena. "Jamás imaginaríamos que esto iba a costarnos tanto trabajo y ahora es encima una urgencia", confesaba hace unos días el cardiólogo. Ojalá pronto la noticia que escribamos es que Ablaye y su hijo ya estén juntos.