Expertos en autismo y Alzheimer forman a los trabajadores del aeropuerto de Málaga: "Hay que ponerse en su piel"
Miles de personas con algún tipo de discapacidad intelectual o física pasan cada año por el aeropuerto y no siempre es fácil para los empleados comprender qué necesitan. La clave es tener empatía y recibir las recomendaciones de los profesionales.
29 marzo, 2023 05:00Noticias relacionadas
Por el aeropuerto internacional de Málaga pasan cada día miles de personas y muchas de ellas pueden tener una discapacidad física o cognitiva. Cuando la discapacidad es física suele ser más fácil atenderles porque ya hay muchos protocolos definidos desde hace años. Pero, ¿qué hay que hacer cuando el usuario es una persona con autismo o con Alzheimer? Lo mejor es preguntarle a los profesionales y así lo hicieron ayer en una jornada a la que asistieron tanto presencial como de forma telemática más de un centenar de trabajadores de líneas aéreas, handling, seguridad, guardia civil, personal de seguridad o comercios, entre otros.
Una persona con autismo puede hacer todo tipo de movimientos repetitivos, dar besos o abrazos a los demás aunque no les conozca, hablar sin parar aunque se le pida que pare, sentirse agobiada por el ruido, la aglomeración o la iluminación, gritar, no soportar esperar una cola o no atender las explicaciones porque no las entiende. Una persona con Alzheimer no tiene capacidad para razonar, puede tener delirios, hablar con personas inexistentes, no controlar esfínteres o incluso desnudarse si tiene mucha calor.
Alfredo de Pablos, presidente de la Agrupación de Desarrollo Málaga Accesible, recomienda a los profesionales del aeropuerto, y a cualquier persona, dos aspectos clave para tratar con personas con discapacidad: "naturalidad y empatía". También pide que, aunque la comunicación pueda ser difícil, "no hay cosa que indigne más a una persona con discapacidad que no se dirijan a ella porque te anula como persona".
Entornos amigables
El grado de entendimiento dependerá, lógicamente, del grado de discapacidad de la persona. "En el caso del autismo estamos hablando de personas con o sin discapacidad intelectual que tienen dificultades para relacionarse porque les faltan habilidades, pero no es que no sepan hacerlo", apuntó Sandra Montealegre, psicóloga de Autismo Málaga, quien hizo hincapié en la necesidad de "intentar que los entornos sean amigables y ponerse en la piel de la otra persona".
Esta experta aconsejó a los profesionales del aeropuerto malagueño usar un lenguaje sencillo y conciso, dar instrucciones concretas, comprobar que la persona con autismo si viaja sola o su acompañante ha comprendido lo que se le ha dicho, hablar despacio y con tranquilidad, o reducir expresiones faciales para evitar confusiones.
¿Y si hay una crisis? Montealegre recomendó dejar actuar a las familias -que son las que mejor conocen a la persona con autismo-, permanecer a su lado con tranquilidad, proporcionarles una sensación de seguridad, ofrecerles contacto físico pero sin forzar, ofrecerles una alternativa, retirar productos o mobiliario que puedan ser peligrosos y reducir las estimulaciones.
"Le puedes explicar 20 veces la entrada al aeropuerto pero se le va a olvidar"
Catalina Rodríguez, Lina, es enfermera jubilada y una de las fundadoras de la Asociación de Familiares de Alzheimer (AFA) en Málaga. Ni corta ni perezosa le reconoció a los empleados del aeropuerto malagueño que "viajar con un enfermo de Alzheimer es horroroso y, de hecho, siempre hemos recomendado no viajar".
No obstante, hay personas que están en fase uno y dos de esta demencia y, aunque la convivencia es complicada y meterse en el ajetreo de un aeropuerto puede ser una locura, quieren viajar para, por ejemplo, visitar a sus familiares fuera de Málaga.
En el caso del autismo, en los días previos a un viaje en avión el aeropuerto de Málaga organiza visitas a las familias para que la persona con discapacidad pueda conocer de antemano cuáles son todos los procesos y el día que toque viajar pueda estar más tranquila. En el caso del Alzheimer esto no sirve. "Le puedes explicar 20 veces por dónde se entra al aeropuerto que se le va a olvidar", detalló Lina.
Hay muchas situaciones en las que una persona con Alzheimer puede colapsar en un aeropuerto internacional como el de Málaga porque no conoce el sitio, porque le generen ansiedad los tiempos de espera, porque les rompen las rutinas...
En estos casos, desde AFA recomiendan a los trabajadores del aeropuerto -y a cualquier persona que vaya a tener un trato directo con personas con esta enfermedad- que tengan siempre un trato respetuoso y cariñoso, que no les hagan razonar ni discutan nada, que no les traten como a niños sino como a adultos que han perdido esa capacidad de comprensión, sonreírles y potenciar los gestos faciales, mantener el contacto ocular, dirigirse también al acompañante y repetirle la información tantas veces sea necesaria hasta que se compruebe que la han entendido. "Muchas veces el familiar está tan pendiente de que la persona que cuida no la líe que no se está enterando de lo que le dicen", explicó Lina.
¿Qué hace el aeropuerto de Málaga?
El aeropuerto de Málaga es uno de los más concienciados de España en el trato hacia las personas con discapacidad. De hecho, han sido pioneros en el establecimiento de un protocolo que facilita todo el tránsito de una persona con autismo y otras discapacidades intelectuales por la instalación a través de un pase blanco.
Gracias a esta tarjeta, el usuario no tiene que hacer cola para facturar la maleta o para pasar el filtro de seguridad, entre otros espacios. Se han creado también dos salas específicas para pasajeros con necesidades especiales con cambiadores para adultos, luz regulable o zona de juegos.
Por otra parte, de la mano de Autismo Málaga y otras asociaciones como AFA, trabajan en la elaboración de guías específicas, pictogramas, carteles de concienciación, señalética para indicar la dirección hacia las puertas de embarque, o la organización de este tipo de jornadas que permiten que los empleados del aeropuerto puedan entender mejor las necesidades de las personas con discapacidad y ofrecerles un servicio que permita a estas personas viajar de la forma más tranquila posible.