“¡Oiga, que me lo quitan de las manos!”. Cuando uno piensa en un mercadillo cualquiera, la voz de los tenderos gritando esa famosa frase aparece de golpe en su cabeza. Históricamente, la mejor forma de vender productos en el rastro era a viva voz, tratando de convencer al cliente de que si se paraba en el puesto iba a realizar una compra de la que no se arrepentiría nunca. Sin embargo, con la llegada de las nuevas generaciones y el auge de las redes sociales, los códigos han cambiado incluso en este contexto. En el mercadillo ya no se grita tanto y, en cambio, cada vez se observa más a la pantalla del móvil, porque TikTok se ha convertido, con el paso del tiempo, en el mejor escaparate para muchos vendedores, como los del puesto ‘Glamour Zapa’, que viajan por toda Andalucía cada semana para vender zapatos de mujer.
Jose tiene 22 años y es el que ha abierto la ventana de las redes al puestecillo. “Soy gitano y motrileño, aunque es cierto que paso mucho tiempo en Málaga por el trabajo”, dice con alegría. Con sus cadenas doradas al cuello y camiseta del rapero Tupac, se confiesa un enamorado de las redes sociales, pero también de la música, especialmente del flamenco, que lleva en la sangre, pues su madre fue bailaora. “Un día una clienta me trajo unos vinilos de Camarón y yo era el niño más feliz del mundo”, pronuncia.
Reconoce que su rutina no es la habitual en un chaval de su edad. No ha estudiado y lleva desde los quince años trabajando en el mercadillo, al igual que el resto de su familia. En el pasado, se levantaba a las tres y media de la madrugada para viajar a Málaga o a Cádiz para montar su puesto, “el mejor puestecillo de zapatos de todo el mercado”, al que él llama “el Corte Inglés sin escaleras”. Ahora han conseguido un piso en Torremolinos que les permite disfrutar de unas horas más de sueño.
“Antes teníamos que incluso dormir en la furgoneta, pero el pisillo nos ha venido muy bien porque nos pilla mucho más cerca de los mercados. Ahora nos levantamos sobre las cinco de la mañana: vamos, montamos, vendemos, terminamos, nos venimos aquí a emplear… y entre que cargamos o no cargamos, llegamos a las 7 u 8 de la tarde a la casa. Son jornadas larguísimas. El único día que descanso son los viernes, y muchas veces lo usamos para comprobar si falta algo en la tienda”, explica.
Además de pasar la semana recorriendo Andalucía en furgoneta —los lunes están en Marbella, los martes en Algeciras, los miércoles y sábados en Huelin, los jueves en Torre del Mar y los domingos en el Recinto Ferial de Málaga capital—, cuentan también con una tienda física donde venden algunos de los productos —no les caben todos— en Motril.
La tienda abrió antes de que el propio Jose naciera. Sus familiares iniciaron este modelo de negocio en Motril, pero por problemas económicos se vieron obligados a cerrarla. Cuando la cosa mejoró, esta reabrió y decidieron compaginarla con el mercadillo, como hacen en la actualidad. “Mis abuelos empezaron esto, yo me he criado con ellos y me han enseñado todo en el mercadillo. Ahora Glamour Zapa lo lleva mi tío, mis primos, yo… Estamos toda la familia. Solo en el mercadillo hay dos muchachos que están contratados aparte”, declara.
A su familia le debe todo, según asegura. Aunque le ve un chico alegre, educado y sobre todo, trabajador, se abre en canal para reconocer que él no siempre ha sido así. “No era lo habitual. A mí me han hecho así. Con quince años, yo era un niño de la calle, cabeza loca, gamberro, faltaba al instituto, no iba a las clases… Hacía cosas feas. La verdad es que todo fue gracias a mis abuelos por los que empecé a cambiar. Ellos me han inculcado todo en la vida, hasta el amor por mi trabajo”, prosigue, algo emocionado.
Es por eso por lo que cada día trata de devolverles todo lo que le han dado los suyos. Su puesto es uno de los más grandes del mercadillo, hay quien dice que también el más bonito. Más de un centenar de zapatos amanecen a diario colocados en los inmensos pasillos que los trabajadores van formando con las cajas de la mercancía. Jose observó que todo estaba demasiado cuidado para que solo lo vieran las clientas que lo visitaran. "¿Y si lo subo a Tik Tok?", se preguntó. Y se puso a ello.
Primero subió un par de vídeos del puesto a su cuenta personal y viendo que los números crecían muy rápido, le propuso a su tío que le dejara hacerse cargo del TikTok de Glamour Zapa. "Yo, como no soy un niño que salga, estoy siempre metido en las redes y no me pesaba hacerlo. Cuando vi el estado en el que tenía la cuenta, le dije que así no se podía mantener y me puse a grabar vídeos con las novedades que íbamos trayendo. La verdad es que estamos muy contentos porque cada vez más gente viene preguntando por el zapato o el tacón que ha visto en TikTok", comenta.
Reconoce que su familia no termina de entenderlo. "Los más mayores no comprenden por qué gente que no suele comprarnos viene por lo que yo ponga en el móvil. Les es raro, son de otra época", añade. También tienen tienda online y pago con tarjeta de crédito.
"La verdad es que todo ha avanzado. Yo no sé si ha avanzado la cosa a mejor o a peor con tanta tecnología, pero una cosa está clara y es que hay que ir adaptándose a los tiempos que corren. El mercadillo también. En el mercadillo puedes probártelo todo, hay gente como a mí a la que nos gusta eso, pero entiendo que después de la pandemia haya gente que prefiera pedir desde casa en vez de ir a la tienda", cuenta.
La web nació precisamente en el momento en el que el mundo se confina y los mercadillos no pueden ocupar las calles. "Fue un momento muy tenso, nos pilló la cuarentena recién empleados. Teníamos que despachar la mercancía. Empezamos a poder abrir la tienda, pero allí no podíamos vender tantos zapatos como tenemos en el mercadillo. ¿Cuál era la forma de engrandecer las ventas? Creando una web online. Gracias a eso evitamos momentos muy duros", recuerda, a la vez que trata de mirar lo positivo de lo que vivieron: "Quizá sin el confinamiento no estaríamos ahora tan avanzados con redes y web".
Espontaneidad
El éxito de Jose en redes sociales es la espontaneidad con la que graba los vídeos para sus clientas. En uno de ellos llega a decir que pese a enseñar sus novedades, solo atendería a aquellas clientas que dieran los buenos días al llegar. "Para mí la educación es muy importante. No somos perros, somos personas trabajando. Me pasa poco, pero hay veces que me llaman para pedirme una talla a silbidos y con mucha prisa. Una mujer me dijo en Torre del Mar que fuera más rápido porque 'gracias a ella yo comía'", cuenta. Me molestó mucho ese trato, porque el puesto estaba repleto de gente que, como le dije, también me dan de comer", relata.
En otros vídeos también bromea con que en el Centro Comercial La Cañada los precios suben porque les cobran el aire acondicionado. "Como mi Corte Inglés sin escaleras es al aire libre no tienen ese problema. Yo creo que hay mucho prejuicio con el producto que se compra en el mercadillo y la comparación que hace el público con los precios de una tienda física. Ellos te venden el mismo zapato que yo y yo tengo que venderlo encima más barato como si fuese peor según la gente. Eso no es así. Yo vendo productos de mayor calidad que Zara muchas veces, y tengo que pagar muchas cosas: desde mi sitio en el mercadillo, hasta los empleados del puesto, autónomos, gasóleo... No es vender en mitad de la calle y ya está. Eso no le entra en la cabeza a la gente", lamenta.
De hecho, según relata, las mismísimas Carmen Sevilla y Lola Flores llevaron zapatos de Glamour Zapa. "Recuerdo que a Carmen Sevilla se los regaló mi abuelo a cambio de que dijera en televisión que eran de nuestro puesto. ¡Y lo hizo! Lola llevó muchos porque ella fue la que sacó a bailar a mi madre. Son anécdotas bonitas", asevera.
Dice que él es incapaz de pedirle la hora a una chica por la calle por su timidez, pero que en el mercadillo y en TikTok se transforma, sacando siempre su mejor versión. Es por ello por lo que espera poder dedicarse toda la vida a ello. "Mi sueño es poder hacer que mi familia descanse, después de tanto tiempo, y poder ser yo quien se haga cargo de todo. Concretamente me encantaría hacer una franquicia, pero sin dejar el mercado nunca, como hacemos ahora. Me encantaría trabajar con mis primos, con mi hermano, mano a mano con mi gente en una empresa totalmente familiar que siguiera el legado de mi familia, en forma de agradecimiento por todo lo que han hecho por mí", zanja.