La necrópolis protestante más antigua de España, el Cementerio Inglés de Málaga, se transforma durante las noches de verano en un punto de encuentro en el que disfrutar de una intensa agenda cultural y mostrar sus tumbas y monumentos sepulcrales bajo una iluminación artística.
El proyecto desarrollado en el cementerio, denominado 'Las Noches del Inglés', programa desde el pasado mes de julio y hasta mediados de septiembre conciertos, recitales, películas y visitas guiadas que vienen a dotar a este espacio, declarado Bien de Interés Cultural, de unas actividades que buscan el acercamiento de este emblemático enclave con la ciudadanía.
Fundado en 1831, el Cementerio Inglés de Málaga supuso el principio del fin de una situación que por entonces no tenía un marco legal claro en nuestro país. La muerte de una persona no católica en España suponía su enterramiento fuera de las necrópolis. En la Málaga de aquellos años era habitual que estas inhumaciones se hicieran de noche en la playa, enterrándose el cadáver de pie en la arena y dejándolo a merced de las mareas y los animales.
Fue el empeño del entonces cónsul británico en la ciudad, William Mark, el que hizo posible, tras varios años de gestiones, la cesión por parte del Ayuntamiento de una parcela a las afueras de la ciudad para tal fin.
Este peculiar camposanto malagueño se abre ahora en verano a la ciudadanía gracias a 'Las Noches del Inglés', iniciativa cultural impulsada por Cristina Rosón, miembro de la Fundación Cementerio Inglés: "Esto es un espacio que es historia de Málaga y al que estamos todos invitados", explica a EFE.
Para atraer al público, la programación se sumerge en propuestas de lo más variadas. Tributos a la música 'indie' española de la mano del grupo Sombra Doble, composiciones de Wolfgang Amadeus Mozart por parte del Trío Diomedes o la apuesta más experimental de Mar Louise son algunos de los conciertos que se desarrollan con la antigua capilla anglicana de St. George de fondo.
Los que busquen conocer más de la historia local pueden asistir a la velada que une a la periodista Ana Pérez-Bryan y al músico Diego Lara, en un repaso de los hechos históricos del cementerio bajo una música ambiental.
Y para los que deseen pasear bajo árboles centenarios, las visitas guiadas permiten descubrir el espacio y conocer las personalidades allí enterradas bajo una iluminación decorativa.
Conciertos entre tumbas
Los dos leones de piedra que durante el resto del año reciben en la puerta de esta necrópolis ahora están ocultos por un gran arco vegetal iluminado que hace las veces de entrada, desde donde cuelga un letrero que indica 'Las Noches del Inglés'.
Una clásica cabina telefónica de color rojo en la entrada sirve a los primeros visitantes para hacerse unas fotografías.
Más adelante, el camino en cuesta que los dirige a la parte principal del camposanto va mostrando la frondosidad de la vegetación existente, ya que el Cementerio Inglés de Málaga fue concebido a modo de jardín botánico, en una parcela separada en bancales donde conviven especies exóticas con otras autóctonas.
A partir de aquí el espacio invita a perderse por sus caminos, para ir descubriendo tumbas monumentales como la que rinde homenaje a las víctimas del naufragio de la fragata SMS Gneisenau frente a la costa de Málaga, o la del poeta Jorge Guillén, que cuesta reconocer por su simpleza.
Para todos los públicos
Familias enteras se acomodan en las sillas dispuestas para ver la actuación que deja resonando en el ambiente ritmos de las décadas de los años 50 y 60, mientras algún gato duerme plácidamente junto a la sepultura del impulsor del cementerio, William Mark.
A escasos metros de la tumba de la economista Marjorie Grice-Hutchinson se encuentra Toñi Robles sentada en un muro disfrutando del concierto, y comenta a EFE que "es una iniciativa muy interesante, y el hecho de que sea en una noche del sur tan bonita y en un jardín iluminado es perfecto".
Algunas parejas conversan tranquilamente entre diferentes tumbas que mezclan elementos arquitectónicos clásicos, neogóticos y modernistas, mientras algunos niños juegan por los jardines ajenos a todo.
En la parte alta, donde encontramos los enterramientos más antiguos decorados con conchas del mar, un grupo de jóvenes camina con cuidado entre las lápidas iluminando los nombres de los que allí yacen. Uno de ellos es Robert Boyd, un joven irlandés que fue fusilado en 1831 en las playas de San Andrés por su apoyo al general Torrijos en su regreso a España.
Este ambiente de recogimiento convive con la zona de terraza, donde una 'gastroneta' sirve aperitivos y bebidas a los asistentes que desean alargar la noche.
"Desde el respeto a los familiares y a las personas que están aquí enterradas, pienso que no hay mayor celebración o mayor tributo a los que ya no están que celebrar la vida", asegura Cristina Rosón.