Cuando se tienen hijos pequeños solo se ve alrededor a otras personas con carrito, pero es una ilusión casi óptica. Hay menos niños y niñas en las calles de la provincia y el número de nacimientos sigue cayendo en picado. Un dato. En 2023 nacieron en Málaga 33 bebés al día. En 2016 eran 41 y en 1974, hace medio siglo, 54. Dicho de otra forma, ahora nacen 21 bebés menos al día que hace 50 años.
Solo hay que mirar alrededor. El habitual matrimonio -normalmente heterosexual- con dos hijos está en peligro de extinción. Cada vez es más frecuente ver a parejas con un único descendiente o incluso sin hijos (muchos prefieren un perro). También es cierto que están creciendo como la espuma las clínicas de fertilidad para atender a parejas o personas monoparentales que, por distintos motivos, no han podido tener hijos. Incongruencias de una sociedad en la que una buena política de conciliación laboral y familiar, especialmente para la mujer, sigue estando lejos y en la que el número de divorcios es muy elevado. Los hijos se tienen cada vez a mayor edad y muchas veces ya es tarde para conseguirlo. Ya lo explicaba de forma muy clara el ginecólogo y articulista de EL ESPAÑOL de Málaga Isaac Cohen en esta tribuna.
El año pasado nacieron en la provincia de Málaga 11.823 bebés, según los datos estimados por el Instituto Nacional de Estadística. Es la primera vez desde que se tienen datos -y el INE los tiene publicados desde 1941- que se baja de la barrera de los 12.000 nacimientos.
Obviamente, si se analiza el comportamiento de nacimientos desde 1941 hay una autentica montaña rusa. El récord de alumbramientos en Málaga se produjo en plena posguerra, en 1945, con 20.157. Ha habido importantes baby boom, como en la década de los 70, o en los años de 2006 a 2008 en una etapa de auge económico.
Más allá del número, la tendencia es ciertamente preocupante por todos los aspectos sociales y económicos que ello implica. Cada año hay menos alumbramientos y eso influye directamente, por ejemplo, en las políticas educativas, hasta el punto de que cada vez hay menos menores en las escuelas infantiles y muchas de ellas incluso se plantean el cierre.
Por otra parte, las personas viven cada vez más años y, normalmente, con una mayor calidad de vida. El envejecimiento de la población es uno de los principales retos de la mayoría de sociedades europeas, incluyendo la española, ya que hay que ver cómo es posible pagar las pensiones de un volumen en continuo crecimiento de pensionistas cuando va a haber menos trabajadores cotizando, o cómo hacer frente al incremento de gastos médicos. Las empresas privadas se están subiendo al carro de la llamada silver economy, proyectos residenciales, sanitarios, etcétera para jubilados que pueden tener una razonable calidad de vida hasta incluso los 90 años. Y, por ahora, los perros no cotizan.