Si hay un lugar triste en Navidad, ese es un hospital. Y más si se está a la espera de un diagnóstico complicado o se tiene a alguien ingresado. En el Hospital Clínico de Málaga lo saben y es por ello por lo que tratan de hacer lo más bonitas posibles estas fechas. Entre consultas y urgencias, un rincón especial de este centro hospitalario malagueño cobra vida cada Navidad gracias a la dedicación y el esmero de Manolo Zea, carpintero del hospital y su equipo de mantenimiento.
Gracias a su belén, algunos pacientes, familiares y personal sanitario desconectan de la difícil rutina del hospital. Aunque lleva ya varias Navidades haciéndolo, este año no ha sido excepción: su obra ha vuelto a sorprender por su creatividad, atención al detalle y guiños a la cultura malagueña.
Manolo Zea, vecino de la Colonia Santa Inés y carpintero del Clínico desde antes de su apertura hace 25 años, es un apasionado del belenismo desde la infancia. “En mi casa siempre poníamos belenes. Cuando era pequeño, iba a la panadería a pedir troncos para las montañas y comprábamos figuritas de plástico. Así empezó todo”, recuerda con una sonrisa. Lo que comenzó como un pasatiempo se ha convertido en un arte que ha perfeccionado a lo largo de las décadas con mucha tecnificación.
De la Catedral al hospital
La trayectoria belenista de Manolo es notable. Fue director artístico de la asociación belenista en Málaga, donde diseñó y montó el belén de la Catedral durante seis años, una obra admirada anualmente por más de 70.000 personas. Sin embargo, a pesar del prestigio alcanzado en el mundo de belén, Manolo siempre tuvo un deseo muy sencillo: llevar la magia del belén al lugar donde trabaja y pasa gran parte de su vida.
“Un día, trabajando aquí en el hospital, me pregunté por qué no montar un belén para los enfermos y sus familiares, pero también para mis compañeros. En 2017 hice el primero, y fue espectacular. La gente no estaba acostumbrada a ver algo así aquí en Málaga”, comenta. Aunque tuvo que hacer una pausa durante algunos años, en 2022 retomó la tradición con energía renovada, y desde entonces, cada Navidad, el Clínico cuenta con un nuevo belén que sorprende a todos. Un año llegó a hacer un impresionante puerto.
Un belén que evoluciona cada año
El belén de Manolo no es de esos que se reutilizan año tras año. “Nada se repite. Las edificaciones y temáticas cambian cada año. Procuro que cada obra sea única”, explica. Este año, el diseño incluye un molino, edificaciones hebreas y una fuente histórica de Málaga, conocida como la Fuente de la Olla, es decir, que una vez más introduce un detallito malagueño. Además, siempre mantiene el factor sorpresa: trabaja tras una mampara para que nadie vea el resultado final hasta el día de la inauguración.
El proceso de creación comienza en febrero, apenas termina la Navidad. “Dedico más de 300 horas de trabajo. Lo hago fuera de mi horario laboral, y cuento con la ayuda de compañeros del hospital y amigos belenistas que colaboran en tareas específicas, como la creación de miniaturas o elementos decorativos”, detalla. Este trabajo en equipo no solo permite alcanzar un nivel de detalle impresionante, sino que también refuerza el sentido de comunidad.
La alegría de los pacientes y visitantes
El belén se encuentra en el patio de consultas externas del hospital, un espacio estratégico por el que pasan numerosas personas cada día. “Mi idea siempre ha sido alegrar el día a los pacientes y sus familiares. Hay quienes vienen exclusivamente a verlo”, afirma Manolo. Además de pacientes y personal sanitario, cada vez más visitantes se acercan al Clínico para disfrutar de esta obra de arte navideña.
El impacto de su belén va más allá de la decoración. En un entorno donde las personas suelen enfrentarse a momentos de incertidumbre y preocupación, esta iniciativa proporciona un respiro emocional. “Después de una consulta o mientras esperan, me dicen que el belén les alivia la espera”, comparte.
La visión de un belenista incansable
Manolo es consciente de que el trabajo que realiza no es sencillo, pero su pasión por el belenismo lo impulsa a seguir adelante. “Llega noviembre y pienso que no me va a dar tiempo, pero siempre lo consigo. Mientras el cuerpo aguante, seguiré montando el belén”, dice con determinación.
Su visión no solo está centrada en el hospital. Durante años, también ha colaborado con otros belenistas de Málaga, compartiendo conocimientos y ayudando en proyectos. Aunque ahora se dedica exclusivamente al belén del Clínico, su legado como artesano y promotor de esta tradición sigue vivo.
Manolo Zea no solo es un maestro carpintero; es un artesano de la Navidad que, con su trabajo, regala momentos de alegría y muchas sonrisas. Un currante que, en el día a día, hace de lo ordinario siempre algo extraordinario.