En el barrio de Capuchinos hay un local que mantiene el toque añejo y la esencia de los bares de la Málaga de toda la vida, pero que año tras año se reinventa para aportar novedades a su público más joven. Se trata de la bocatería Los Delfines, que con más de 50 años de historia se ha convertido en todo un icono en Málaga.
A lo largo de este medio siglo, cuatro generaciones han ido moldeando Los Delfines hasta llegar a la etapa actual. Quienes pusieron en marcha el negocio fueron Pepe Delfín y su mujer, Cecilia. Es por el apellido del primero que la bocatería reciba este nombre desde el año 1972, cuando ambos la abrieron. Así, al fallecer él, la hermana y el cuñado de Cecilia trabajan unos meses con ella, llegando finalmente a alquilar el local y haciéndose cargo de él durante veinte años. Sus descendientes ahora están al frente, precisamente, de la marisquería Los Delfines.
Ya en el año 1997 comienza una nueva etapa con Javi 'El Chico', que lo compra y ha sido su propietario hasta 2022, cuando el establecimiento llegó a manos del empresario malagueño Francisco Arcas, que junto a su mujer, volvió a poner en marcha los fuegos de Los Delfines superada la peor parte de la pandemia de la Covid-19.
Arcas conocía a Javi 'El Chico' de toda la vida. Estudió Mecánica en Salesianos y solía acudir a Los Delfines a desayunar. "Cuando me dio la oportunidad de cogerlo, lo hice. Los principios no fueron fáciles, la verdad. Había quien decía que no teníamos el mismo ali-oli, cuando mi mujer estuvo dos meses aprendiendo con ellos para coger todas las recetas y que todo se pudiera mantener", cuenta Francisco Arcas.
A partir de ese ali-oli y de los súperventas como el delfipollo, él y su mujer, Sandra Ruiz, llevan ya más de dos años ideando cómo reinventarse y añadiendo opciones "modernas" a la carta. "¿A qué chaval de ahora no le gusta su salsa cheddar chorreante? La hacemos casera y está desbancando al ali-oli", suelta Arcas entre risas.
"Mi objetivo era mantener la saga de Los Delfines, así que quería aprender la base al 100% con ellos. Una vez aprendido esto, había que llevárselo a nuestro terreno y creo que lo hemos conseguido", prosigue, destacando los camperos de carne mechada y jamón asado de pata como novedades en su carta.
Otra de las cosas que se le metió entre ceja y ceja era mejorar más aún las calidades y ofrecer un producto totalmente local. Su carne, por ejemplo, viene de una de las carnicerías más reputadas de la ciudad, Carnicería Juanma. "Eso nos lo valora mucho la gente", declara. Este año han sido uno de los restaurantes con mejor puntuación en Just Eat en la ciudad de Málaga sin ir más lejos.
Además, ahora se ha puesto de moda entre los influencers y algunos periodistas gastronómicos de la ciudad hacer rutas por las hamburgueserías malagueñas para degustar camperos y puntuarlos. "Siempre solemos quedar como una de las que tiene mejor calidad-precio y la más barata. En precio siempre somos los primeros", declara.
Sus precios se alejan bastante de los de muchas hamburgueserías en la actualidad. Sus grandes ventas le permiten ajustarlos al máximo. Esto hace que algunas familias que muchas veces no llegan a final de mes puedan salir a comerse un campero juntos, algo que llena de orgullo a Arcas, que asegura que para él es un honor seguir manteniendo "un icono del barrio de Capuchinos".
La opción más cara de la carta es una ensalada, por algo más de seis euros, y el campero normal cuesta solo 2,50 euros. El resto no supera los 5,50 euros. Es decir, se puede comer por menos de cinco euros por persona sin ningún problema, pues los precios de las bebidas también son muy competitivos.
Del local que se encontró, queda poco. Cuenta que las decenas de cuadros relacionados con el mundo del fútbol se han cambiado por imágenes y motivos semanasanteros. Arcas es un apasionado de las fiestas malagueñas y siempre han ido por encima de todo en cada uno de los negocios en los que se ha embarcado. Ya sea la Semana Santa, la feria o el carnaval. "Además, hicimos una inversión para poner las paredes con maderita y hacerlo mucho más acogedor".
Pero ojo, que el fútbol, o más bien el Málaga C.F., no ha desaparecido de Los Delfines, al revés. En su fachada luce una bandera y también en su interior cuentan con una camiseta firmada por los jugadores. Son uno de los patrocinadores del club y guardan una relación especial con todos los jugadores del equipo.
Junto a él y su mujer trabajan cinco personas. Él está normalmente en la barra, tomando nota al público --funcionan como el 100 Montaditos, con mandos que pitan cuando ya está la comida lista y tú mismo lo recoges en barra-- y su mujer es la jefa de cocina.
Es inevitable preguntar acerca de cómo es trabajar en un negocio así con tu propia pareja. "Probablemente lo peor de Los Delfines sea que sus dos propietarios duerman en la misma cama", confiesa entre risas el dueño del local, que confirma que las peleas que ocurren en el bar acaban subiéndose a casa.
Dulcifica su respuesta asegurando que junto a sus compañeros de Los Delfines han creado "una gran familia" con la que se celebran cumpleaños y otras alegrías. "Eso es primordial, mucho más que el hecho de que hagan bien bocadillos. Para mí es más importante que se entre en mi núcleo, pues al final me pego las mismas horas con ellos que con mi propia mujer".
Cuando se le pregunta por el futuro, adelanta que "si Dios quiere" igual en 2025 podría producirse la apertura de un nuevo local de Los Delfines con el objetivo de cubrir una zona de Málaga hasta la que ahora no llegan sus propios repartidores, la oeste.
"Prefiero ir con pies de plomo, puesto que no es nada seguro... Pero me encantaría que los malagueños pudieran estar muy cerquita de la playa de la Misericordia degustando uno de nuestros camperos. Ojalá lo consigamos", zanja.