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Cuando uno piensa en sabores de helado, vienen a la mente el chocolate, la vainilla o la fresa, tres clásicos que nunca fallan. Sin embargo, en los últimos años, los maestros heladeros han dejado volar su imaginación a la hora de crear. Si bien en las páginas de este periódico hemos hablado de helados de loca, palmera o incluso de sabor "Alcazaba", esta vez es el turno del helado con sabor a roscón de Reyes de Rocco Totino, un italiano que fabrica helados "para transmitir emociones" en la heladería Mederrito, ubicada en el barrio de Teatinos, Málaga.

Apenas quedan tres semanas para que sus Majestades de Oriente visiten los hogares malagueños cargados de regalos y para que toda la ciudadanía disfrute de ese manjar que lleva su nombre. Pero en Mederrito se han adelantado, reformulando este dulce navideño en forma de tarrina o cucurucho.

Eso sí, este helado estará disponible solo hasta el próximo 22 de diciembre, fecha en la que despiden la temporada con una oferta especial de 2x1. La heladería no reabrirá hasta el 14 de febrero (y todo apunta a que podrás seguir degustando este helado para entonces ante su gran éxito)

La historia de Rocco Totino, el maestro detrás del helado

Detrás de este innovador helado hay una gran historia personal. Rocco Totino, creador de la filosofía de Mederrito y artífice de sus helados, tuvo que enfrentarse a la epilepsia cuando solo era un chaval adolescente. "Al final, quedé como el chico al que nadie invitaba a comer pizza. Ahora no hay tantos prejuicios ante enfermedades como la mía", lamenta Rocco, recordando el rechazo que sufrió de muchos amigos temerosos de presenciar uno de sus episodios.

Algunos de sus cajones de helado. Mederrito.

A pesar de dejar los estudios y enfrentarse al despido en múltiples empleos tras conocerse su enfermedad, Rocco encontró una vía de escape en el ámbito gastronómico. Durante una tarde en casa con su madre y su tía, preparando un postre, se dio cuenta de que, por primera vez, se sentía "muy bien". "Me olvidaba de que tenía la enfermedad. Me di cuenta de que algo cambiaba en mí", recuerda.

Así, a partir de ese punto, comenzó a formarse en cocina. Ha hecho cursos de panificación, pero también de pastelería hasta iniciarse en el ámbito de la heladería. "Siempre tuve ahí la obsesión del helado. Empecé a comerme los libros. Yo no quería hacer helados, yo quería entender cómo la fórmula del helado genera tanto amor siempre", declara.

Los inicios de Mederrito

Bajo esa filosofía trabaja en Mederrito. Tras haber pasado por otros establecimientos de helados, reconoce que le aburría hacer siempre los mismos sabores a gran escala, algo que le parecía "muy pasivo". En su país, un heladero, cada vez que llegaba la primavera, solía regalar helados entre los niños que le hicieran un dibujo. Aquella idea siempre le fascinó, porque, en sus propias palabras, "no hay nada en el mundo que le haga más feliz a un niño".

Con esa premisa, se ha formado con los mejores del mundillo, ha recorrido varios países para seguir mejorando su técnica hasta llegar a Málaga. "Yo quería saber cómo hacer el helado, pero sobre todo, por qué el helado se ha convertido en el postre del amor. Quería transmitir con mis helados", declara.

El pasado 22 de marzo abrió su propia heladería en la calle Fran Kafka de Teatinos, un barrio que, sin desmerecer al resto, para él es "el más guay", porque lo tiene todo. Allí, tras un difícil proceso, logró el local comercial ideal para emprender la aventura de Mederrito, aunque sueña con que poco a poco pueda reubicarse en uno más grande.

La innovación como norma

Mederrito arrancó con 30 sabores fijos, pero la creatividad de Rocco no tiene límites. Muchos de sus helados son estacionales, ya que prioriza el uso de ingredientes frescos y de calidad. "Si no es temporada de fresas, no hacemos helado de fresa", asegura. La leche y la nata provienen de Galicia, mientras que otros ingredientes son traídos desde su Italia natal. Cada helado se prepara a diario, garantizando frescura y sabor.

Para realizarlo, ha recorrido decenas de pastelerías para encontrar a un pastelero con mínimo treinta años de experiencia al que encargarle la masa, porque sí, el helado cuenta con tropezones de roscón literales que están muy sabrosos. En cuanto encontró la masa perfecta, empezó a trabajar en el perfil aromático, algo muy complejo. 

"El roscón lleva naranja, toques de vainilla, cereza confitada... Tuvimos que crear una molécula aromática que transmita al cliente todo ello a la vez. La gente reacciona muy bien, alucinan al comérselo. Desde que lo pusimos hace dos meses más o menos, ha llamado la atención de perfiles de todas las edades", continúa.

Solidaridad y creatividad

También han hecho otro como el de caña de chocolate y cuentan con otro de caramelo salado con frutas del bosque y crocanti de caramelo. Sin embargo, uno de los más especiales que ha creado jamás es el de Rayo de Sol, un helado solidario que vendió el pasado 12 de diciembre en un evento solidario para ayudar a Valencia, aunque fuera de forma simbólica. Gracias a la asociación Dosis de Resiliencia, podrán dar ayuda humanitaria a Valencia esta Navidad. Serán ellos los que entreguen a las familias todo, sin ningún tipo de intermediario.  

"Aquí siempre tratamos de hacer de lo ordinario algo extraordinario", añade el italiano. Rayo de Sol es un helado hecho con vaina de vainilla natural, algo que aporta, según Rocco, confianza, "por su familiaridad". Con chocolate, ha representado todos los coches partidos tras el paso de la DANA de Valencia. El barro lo ha realizado gracias al caramelo salado. Así, cree que la alegría del postre lo aporta siempre la fruta, que en este caso está dentro de este helado gracias a una infusión de cáscara de limón y naranja. Una rama de canela pone el toquecito ideal para llegar al sabor final.

"La recaudación no es nada del otro mundo, pero creo que lograremos sacar sonrisas a alguna familia esta Navidad. Si hacemos que lo pasen un poco mejor, yo me conformo", zanja el maestro heladero.