La cocina malagueña es un fiel reflejo de las culturas que han pasado por la provincia. Las recetas de origen andalusí son fundamentales en su dieta y tienen una enorme popularidad, tanto a nivel local como fuera de la región. Los productos de la tierra, de herencia árabe, han hecho de Málaga un tesoro gastronómico que ha evolucionado sin perder su esencia.
De origen humilde, en su mayoría, las recetas que conforman la dieta malagueña y mediterránea están hechas con ingredientes locales y usados desde toda la vida. La almendra, el aceite de oliva o la uva son conocidos por su sabor y calidad, y se consumen de formas muy variadas, desde platos más tradicionales hasta propuestas más innovadoras.
Y entre las recetas en las que se utilizan estos manjares y que no te puedes perder se encuentra el ajoblanco, una receta malagueña que combina a la perfección el dulce de la uva con el amargo de la almendra, en un plato saludable y que hará que te enamores de él nada más probarlo. Su preparación es muy sencilla, perfecta para disfrutar del auténtico sabor del verano en cualquier momento.
El ajoblanco es una receta tradicional que combina ingredientes esenciales de la cocina malagueña, creando un plato que destaca por su sabor, frescura y gran aporte energético. Es perfecto para los días calurosos de verano, aunque puedes tomarlo en cualquier momento. A continuación, te detallo más sobre este plato, sus ingredientes, variantes y secretos para prepararlo.
Ingredientes
- 200 gramos de almendras crudas
- 2 dientes de ajo
- 150 gramos de migas de pan
- 100 ml de aceite de oliva virgen extra
- 30 ml de vinagre
- Una pizca de sal (al gusto)
- 1 litro de agua
- Uva moscatel
Paso 1
Pon la miga del pan en un bol de agua fría durante unos minutos para que se ablande. Quita la corteza y resérvala.
Paso 2
Hierve un poco de agua y, cuando esté caliente, añade las almendras. Tras haber estado en remojo durante unos minutos, es el momento de quitarle la piel.
Paso 3
En un mortero, machaca las almendras peladas junto con los dientes de ajo y una pizca de sal.
Paso 4
Añade el pan remojado y triturar hasta hacer una pasta a la que se le va añadiendo el aceite virgen extra para que se agrupe.
Paso 5
Una vez disuelto, añade el vinagre y mezcla bien. Luego, poco a poco, añade el agua fría hasta conseguir la textura deseada. El ajoblanco debe quedar con una consistencia cremosa, pero no demasiado líquida.
Paso 6
Emplata el ajoblanco y acompáñalo con un poco de uva moscatel.
Los consejos para un resultado sensacional son los siguientes: en primer lugar, si no te gusta el sabor fuerte del ajo puedes reducir la cantidad o retirarlo antes de servir. En segundo lugar, hay que usar pan de pueblo tradicional: puedes utilizar cualquier tipo de pan blanco, pero el de pueblo suele dar un mejor resultado. Y en lo que se refiere al emplatado, sirve el ajoblanco muy frío, mejor acompañado con unos cubitos de hielo.
El ajoblanco es una receta que refleja la esencia de la cocina malagueña: sencilla, saludable, con productos de gran calidad y sabor. Ideal para disfrutar solo o acompañado, en invierno o en verano.
Además de ser un plato delicioso y refrescante, proporciona numerosos beneficios para la salud, como los siguientes: las almendras son ricas en proteínas de alta calidad, una excelente fuente de vitamina B, magnesio y fósforo.
Luego, el aceite de oliva virgen extra aporta grasas saludables, que ayudan a cuidar nuestro corazón. Este plato también es alto en fibra, de manera que favorece la digestión, y en antioxidantes.
Ajoblanco para todo el mundo:
Las distintas variantes del ajoblanco lo convierten en un plato para todos los paladares, las más conocidas son las siguientes:
Ajoblanco con frutas: al resultado final puedes añadirle otras frutas de temporada, además de la uva, como el melocotón, los higos o las fresas.
Ajoblanco con jamón: puedes acompañar este plato con unas láminas de jamón serrano o ibérico en la superficie.
Ajoblanco con picatostes: si quieres un toque más crujiente, añade unos picatostes de pan frito.
El ajoblanco no es solo una receta; es un homenaje a las generaciones pasadas y un reflejo de la riqueza culinaria de Málaga. Este plato es el claro ejemplo de que ingredientes simples y fáciles de encontrar, pueden dar lugar a un festín de sabores.