El verde y blanco ondea al viento mientras que la Costa del Sol amanece en su día con el sabor de su tierra. En cada rincón de Málaga, el Día de Andalucía se celebra con júbilo y tradición. Las plazas de todos los pueblos de la comarca se llenan de gente unida; los colegios de niños y niñas vestidas de blanco y verde; y las calles se “tiñen” de verde, resonando toda la historia de Andalucía a través de ellas.
Como en toda celebración, el Día de Andalucía también se saborea. En las casas, bares y colegios, el desayuno se convierte en un ritual: pan recién horneado, aceite de oliva virgen extra y un poco de azúcar para rematar el manjar que todos los andaluces disfrutan el 28 de febrero. Es un gesto simple, pero cargado de significado, un homenaje cotidiano a la identidad andaluza, que, en esta fecha, cobra aún más sentido.
El tradicional desayuno andaluz tiene sus raíces en la vida rural andaluza de hace cientos de años. Durante siglos, los jornaleros del campo necesitaban una comida sencilla y enérgica para afrontar largas jornadas laborales.
Con los recursos de los que disponían, solían consumir pan, generalmente candeal o mollete antequerano, acompañado siempre de aceite de oliva virgen extra, nuestro oro líquido. En ocasiones añadían sal, azúcar, tomate triturado o un poco de bacalao, pero solo en ocasiones especiales y siempre y cuando se lo pudieran permitir.
Con el tiempo, este desayuno se ha consolidado como una tradición ya no solo en Málaga, sino en toda Andalucía. Además, localidades como Torremolinos acompañan las celebraciones del Día de Andalucía incluyendo actividades culturales y gastronómicas.
Por ejemplo, se organizan desayunos andaluces para los mayores dentro del municipio, donde se ofrece ese tan ansiado pan con aceite, fomentando la convivencia y el disfrute de las tradiciones locales.
Esta práctica que se da en las diferentes comarcas de Málaga, no solo honra las raíces históricas de Andalucía, sino que también promueve hábitos alimenticios saludables, destacando la importancia de productos de proximidad y mediterráneos en la dieta andaluza. El desayuno andaluz, por su simplicidad y valor nutricionales, continúa siendo una parte esencial de la cultura y la vida cotidiana de la región.
El 28 de febrero Andalucía se viste de gala, se viste de orgullo y tradición. Las banderas blanca y verdes son algo más que un símbolo ese día. Los andaluces celebran su fiesta con el mayor de los desparpajos habidos y por haber. El desayuno, el tentempié perfecto para empezar un día imborrable cada año.
Así, en los municipios de Málaga, las celebraciones y las comidas se convierten en un acto de memoria colectiva, donde lo cotidiano se eleva a símbolo de pertenencia. La gastronomía, caracterizada por su simpleza, pero cargada de un alto significado, mantiene viva a todas esas generaciones de andaluces que no están en la sociedad. El himno mantiene viva la cultura. Los andaluces, mantienen viva a Andalucía.