Hace una semana que Volkswagen saltó por los aires. Primero, admitió haber manipulado durante años el software que mide las emisiones de gases contaminantes de sus vehículos diésel. Después, renovó su equipo directivo para calmar los ánimos de inversores y clientes; y ahora le toca lidiar con la Justicia acusada de fraude.
La Fiscalía de Braunschweig (Alemania) ha abierto una investigación sobre el expresidente de la compañía, Martin Winterkorn, con el objetivo de determinar quién ordenó manipular la medición de emisiones y si él conocía lo ocurrido. La causa, según la Fiscalía, se centrará en las “acusaciones de fraude en la venta de coches con datos de emisiones manipuladas”, después de recibir varias denuncias de ciudadanos particulares.
La investigación llega una vez Winterkorn se ha desligado de Volkswagen, tras dimitir y ceder la dirección del grupo a Matthias Müller, que desde el viernes es consejero delegado del grupo. En la causa estará presente la propia compañía. Con este movimiento intentaría que la investigación interna que ha puesto en marcha sea parte del caso. Una especie de acusación particular.
La localidad de Braunschweig forma parte del Estado de Baja Sajonia. En él también se encuentra Wolfsburg, donde está la sede del consorcio automovilístico germano. Esta causa penal irá, además, en paralelo a la comisión que ha puesto en marcha el Gobierno alemán. Sólo en ese país, se calcula que circulan casi tres millones de vehículos manipulados. En total, Volkswagen habría modificado el software de medición de gases de 11 millones de coches, aunque la cifra podría revisarse al alza.
Audi acota su fraude
La compañía alemana asegura, casi desde que estalló el escándalo, que quiere recuperar la confianza de los consumidores, pero aún no ha desvelado, uno por uno, los automóviles implicados. Va con cuentagotas. Sí ha asumido que sólo la marca VW puede estar por encima de los cinco millones. A ellos se suman 2,1 millones de Audi. De estos últimos, 1,42 millones circulan en Europa Occidental y 577.000 en Alemania.
Entre los modelos de la enseña de los cuatro aros hay desde utilitarios hasta berlinas (A1, A3, A4, A5 y A6), además del deportivo TT y los todoterrenos Q3 y Q5. El primero de estos últimos, el todoterreno pequeño, se ensambla en la planta de Seat en Martorell, lo que vuelve a poner en duda la producción en la planta de la filial ibérica, donde también monta el Seat León y el Ibiza, los dos modelos más vendidos en el mercado español.
A Audi se suma Skoda, que reconoce la manipulación de 1,2 millones de automóviles. Queda por saber cuántos Seat y qué vehículos comerciales (furgonetas) han formado parte del fraude y qué va a pasar con ellos. El pasado fin de semana, la prensa alemana calculaba que modificar cada coche, para que cumpla los requisitos legales de emisión, puede costar a Volkswagen entre 100 y 200 euros. Sólo esta factura ascendería a entre 1.100 y 2.200 millones de euros.
Esa cifra se sumaría a las multas por parte de las autoridades de cada país (y de Bruselas), además de las demandas penales y las reclamaciones de los compradores de sus modelos. En Estados Unidos, la EPA (la Agencia de Medio Ambiente) podría multar a Volkswagen con 18.000 millones de dólares.
Apuesta por el eléctrico
Cuestionar la tecnología diésel puede suponer un impulso para vehículos en base a energías alternativas. “Me encantaría que los fabricantes alemanes fueran capaces de producir un coche eléctrico tan bien y tan barato como Elon Musk [creador de Tesla]”, asegura en una entrevista a Bloomberg Peter Altmaier, jefe de gabinete de la canciller alemana, Angela Merkel, elevando así la presión sobre los fabricantes germanos. BMW y Mercedes tuvieron que desmentir a finales de la pasada semana que también hayan manipulado su tecnología de emisiones.
Mientras, en España, el caso Volkswagen iba a llegar el miércoles al Congreso de los Diputados. El grupo socialista pretendía preguntar en la sesión de control al ministro de Industria, José Manuel Soria. Peso el Gobierno ha aplazado la pregunta porque Soria no asistirá al pleno. En concreto, la oposición quería saber “cómo piensa el Gobierno tranquilizar a los posibles afectados por la manipulación”. Por el momento, el único movimiento ha sido crear una Comisión en Industria, que deberá trasladar sus datos a Bruselas.
El BCE le da la espalda
Otro revés para Volkswagen ha llegado desde Fráncfort. El Banco Central Europeo (BCE) ha dejado de comprar activos que estén respaldados por deuda de Volkswagen como medida temporal mientras valora las implicaciones del escándalo de la compañía alemana. Esta decisión se encuadra dentro del programa de compra de bonos privados que está llevando a cabo el BCE desde finales de 2014.
Según ha filtrado FT, el BCE dejará de comprar los activos que tengan como subyacente deuda de Volkswagen (en forma de titulizaciones de la banca que empaqueta y coloca en el mercado). Una decisión que podría complicar futuras emisiones de deuda de Volkswagen (que es uno de los mayores emisores del mercado europeo), ya que los bancos que compren su pasivo, no podrán vendérselo a Fráncfort.
Las acciones de Volkswagen siguen en caída libre. El lunes bajaron por debajo de la barrera de los 100 euros el título (99,3 euros), tras perder el 7,46% de su valor en la sesión. Desde que empezó la crisis, los títulos de Volkswagen acumulan una caída del 38%. Antes del escándalo, cotizaba por encima de los 162 euros.
Quien ha aprovechado la crisis es Porsche SE. La automovilística de alta gama se ha reforzado como principal accionista de Volkswagen. Ha adquirido el 1,5% de las acciones que tenía la japonesa Suzuki, sin desvelar el coste de la operación. Con este movimiento, Porsche ha pasado de controlar el 50,73% del capital al 52,2%.