Sólo cuatro días después de que saltara el escándalo de las emisiones de Volkswagen, el ministro de Industria, José Manuel Soria, se mostraba completamente convencido de que no iba a “afectar a los anuncios de inversión del grupo en España”. Una confianza que, dos semanas después, ha saltado por los aires.
La multinacional germana asume que va a tener que paralizar e, incluso, cancelar las inversiones para los próximos años. Volkswagen deja así en el aire los 4.200 millones que en mayo prometió destinar a España hasta 2019. La inversión industrial más alta de la historia en España que se completaría en sólo tres años.
“Mientras las soluciones técnicas a estos problemas son inminentes, no es posible cuantificar, a día de hoy, las implicaciones comerciales y financieras”, reconoció este martes el nuevo presidente de Volkswagen, Matthias Müller en una alocución a los 20.000 empleados de su factoría de Wolfsburg, la sede de la compañía germana.
Y si no es posible valorar el impacto, es mejor quedarse quieto. “Por este motivo, hemos iniciado una revisión crítica de todas las inversiones previstas”, asumió Müller. “Cualquier inversión que no sea absolutamente necesaria será cancelada o pospuesta. Y por eso vamos a intensificar el programa de eficiencias. Seré absolutamente franco: este no va a ser un proceso indoloro”. ¿De dónde vendrá el dolor? Müller no lo especifica pero, ante la plantilla, matizó: “Vamos a hacer todo lo posible para asegurar los empleos en el futuro”.
La cabecera de Audi, Seat y Porsche va dando, poco a poco, detalles de cuál va a ser el impacto de esta crisis global. Sin embargo, no explica cómo afectará a España. La filial española tampoco lo aclara. El discurso de Müller es lo suficientemente ambiguo como para dejar la puerta abierta a recortes de inversión, tanto en fábricas como en el diseño de nuevos modelos. Este miércoles, cuando se reúne el consejo de administración del grupo, podría ir más lejos y dar alguna pista.
Impacto en Barcelona y Navarra
Para España, el problema está focalizado en Navarra y en Barcelona. Allí están sus dos fábricas, en Landaben, donde fabrica el utilitario Polo para todo el mundo; y en Martorell, la factoría de Seat donde produce el León y el Ibiza, los dos modelos estrella de la otrora empresa española. Juntas suman 17.000 empleados.
El foco de esta inversión está, hasta el momento, puesto en Martorell. Allí cuenta con una plantilla de 12.000 empleados. La factoría tiene comprometida una inversión de 3.300 millones hasta 2019 con el objetivo de mantener la producción a pleno rendimiento. En Barcelona no sólo fabrica ‘Seats’ también el Audi Q3 (uno de los vehículos equipados con el software que manipula las emisiones) y sonaba como posible ubicación para fabricar el A1, el modelo más pequeño de la firma de los cuatro aros.
Martorell es clave para el automóvil en España. Es la que más produce. Más de 442.000 vehículos en 2014 y este año, antes de que saltara el escándalo, preveía alcanzar las 450.000 unidades. Si se caen sus ventas, caerá la producción y, si la inversión se recorta, también el empleo.
El resto de la inversión prometida, casi 1.000 millones, está destinada a Landaben, donde tiene casi 5.000 empleados centrados en la producción del Polo y que, a día de hoy, está libre del escándalo.
La plantilla ya ha mostrado su preocupación. “Ahora se plantean muchas dudas y aquí hay intranquilidad por el empleo”, asegura a la agencia Efe Matías Carnero, presidente del comité de empresa de Seat, que asistió al discurso de Müller en Wolfsburg. “Pediremos explicaciones para saber si la revisión de las inversiones afectará a Seat”. Todo está en el aire.
Rajoy y la Generalitat comparten preocupación
Que la inversión se quede en el aire tiene como efecto colateral que Gobierno y Generalitat se pongan de acuerdo en la necesidad de mantenerlas. "Me preocupa pero lo desconozco absolutamente". Así valoró Mariano Rajoy la posibilidad de que Volkswagen paralice su apuesta por España.
Al presidente del Gobierno “claro" que le "preocupa" el escándalo. "Me preocupa e intentaré que no sea así". También desea que la empresa alemana siga apostando por España "en los momentos más difíciles". "Es un sector capital en nuestro país y compiten por el sector exportador y siempre tendrán el apoyo de los españoles".
La misma preocupación que tiene la Generalitat. El conseller de Empresa y Empleo, Felip Puig, asegura estar en contacto con la compañía con el objetivo de que la estabilidad de la empresa "no se vea alterada" desde la perspectiva de los puestos de trabajo y las inversiones previstas.
Con la incógnita de qué va a hacer Volkswagen, la única certeza es que la compañía ya ha comenzado a informar, por teléfono o a través de su web, a los clientes que han adquirido vehículos con los motores manipulados. En España hay 683.000 vehículos afectados. ¿Qué va a pasar con ellos? Aún no se sabe.
“La compañía va a presentar en breve las soluciones técnicas a las autoridades responsables, en especial a la Autoridad Federal Alemana de Transporte y Motor (KBA) para su aprobación”, adelanta el presidente de Volkswagen. “En muchas circunstancias, una actualización de software sería suficiente. Algunos vehículos, sin embargo, también requerirán modificaciones de hardware. Mantendremos a los consumidores constantemente informados”.
Cambiar los sistemas dañinos pasará una factura a Volkswagen que no puede calcular. “Además del enorme daño financiero, que aún no es posible cuantificar, la crisis, por encima de todo, es de confianza”, reconoce Matthias Müller.
Volkswagen calculó desde el principio de la crisis que su beneficio va a recortarse en 6.500 millones de euros. Pero la factura será significativamente mayor a este 'profit warning'. Sólo en Estados Unidos, la multa de las autoridades medioambientales puede alcanzar los 18.000 millones de dólares. En caja, a cierre del pasado ejercicio, la automovilística tenía más de 18.000 millones de euros. Tendrá que buscar más dinero para hacer frente a la factura que le viene encima.