Que las marcas compran coches de la competencia para analizarlos es algo de sobra conocido. La ingeniería inversa es parte del juego y aunque normalmente va muy ligada a fabricantes de países sin una industria potente, grandes marcas también utilizan este método. Es el caso de Honda, que ya usó un Porsche 911 GT3 y un McLaren MP4-12C para crear el NSX. Pero ahora ha sido el turno de un modelo italiano.
La marca nipona adquirió un Ferrari 458 para compararlo con el resto de rivales del futuro Honda NSX. El resultado fue tan bueno que los ingenieros de la marca decidieron averiguar por todos los medios como había sido su puesta a punto. Para ello no quedó más remedio que desmontar el coche por completo. Estudiaron su estructura de aluminio, estructura que ahora integra el nuevo NSX.
Por desgracia para el deportivo italiano su "decostrucción" implicó su muerte, pues requería un exhaustivo estudio de ese chasis que había enamorado a los ingenieros de Honda. Los japoneses aún conservan ciertas piezas que puedan ser de ayuda en el futuro para un nuevo modelo.
No se sabe si en Maranello la noticia de este Ferrari caído por la causa nipona ha sentado bien o se lo han tomado como un halago. A fin de cuentas lo hicieron a raíz del excelente comportamiento del coche en las pruebas dinámicas.