La lucha fratricida por parte de las autoridades contra el motor de combustión interna es cada vez más violenta. Es evidente que los propulsores alimentados por combustibles de origen fósil tienen un final marcado, y pese a que la eficiencia y el rendimiento de los mismos es cada vez mayor, hay ciudades que ya han comenzado a vetar la entrada a los automóviles equipados con motores antiguos tanto diésel como gasolina.
La última región en tomar partido ha sido Alemania, que está barajando prohibir la comercialización de motores de combustión interna a partir de 2030. Esta prohibición hace sólo referencia a la venta, por lo que los vehículos comercializados hasta la fecha podrían seguir circulando sin problemas.
Esta resolución ha sido aprobada por el Bundesrat, el consejo federal alemán. Pese a que no se trata de una resolución vinculante, parece un hecho que el final de este tipo de propulsores desde el punto de vista legal está cada vez más cerca, siendo el primer paso la prohibición de su venta.
Con este movimiento Alemania se une a otros países de la Unión Europea como Noruega o los Países Bajos, respaldando además las iniciativas de ciertos fabricantes como VW, que con su estrategia "TOGETHER-Strategy 2025" quieren localizar sus atenciones y sus inversiones en los vehículos eléctricos.