El escándalo de las emisiones contaminantes del Grupo VW está a punto de cobrarse una nueva víctima dentro del propio grupo empresarial. Y es que en esta ocasión, tras descubrirse que millones de vehículos de las marcas Audi, Volkswagen, SEAT y Skoda contaminaban de forma ilegal debido a un software instalado en la centralita del motor, ahora es la firma premium -Audi- la que vuelve a tener problemas con las emisiones de sus motores diésel. 

En este caso, parece que el problema lo tienen algunos modelos de la firma de los cuatro aros equipados con motores diésel y cambio automático. Esta combinación parece no gustar a las autoridades encargadas de medir los niveles de emisiones de los vehículos, que han detectado ciertas irregularidades. 

Parece que, según ha admitido Volkswagen, el organismo americano California Air Resources Board ha descubierto que las cajas de cambio automáticas de estos vehículos contenían en su software una programación para el sistema adaptativo que evitaba ofrecer datos fidedignos de emisiones cuando estos vehículos eran sometidos a los test correspondientes. 

De esta manera, cuando las unidades equipadas con este software se sometían a examen, las leyes de funcionamiento del cambio eran capaces de detectar este hecho puntual, modificando su actuación para que el resultado fuese aceptable para los examinadores, pero imposible de reproducir en la vida real.

 

Parece que el software de la caja de cambio analizaba cuando el vehículo estaba siendo analizado mediante el análisis de, por ejemplo, el comportamiento del volante. Si éste no se utilizaba "como debería" en circulación normal, el vehículo entendía que estaba siendo analizado, de forma que el software de la caja de cambios modificaba el funcionamiento de la misma agilizando los cambios de marcha para disminuir las emisiones de CO2 y óxidos de nitrógeno. 

Aún no se sabe el alcance de este nuevo descubrimiento en términos de número de vehículos afectados, pero este hecho se suma, de nuevo, a la lista de "pendientes" que el Grupo VW tiene a raíz del Dieselgate, un problema más que vuelve a ensuciar la imagen del gigante alemán.