No ha pasado casi tiempo desde que el 2016 se despidiera, dejándonos como dato alarmante el primer aumento de mortalidad en las carreteras españolas desde 2003, con una cifra total de 1.138 fallecidos en 2016 por 1.131 decesos el año anterior, una tendencia negativa que ha acabado con 13 años consecutivos de reducción de víctimas mortales en la red vial española.
Este crecimiento tiene su explicación en la combinación de numerosos factores. Es evidente que la circulación ha experimentado un importante repunte, sobre todo en los dos últimos años, a consecuencia de una recuperación económica que ha permitido a los españoles realizar un mayor número de desplazamientos en vehículo privado.
La mayoría de accidentes con víctimas mortales tienen como causante o bien el exceso de velocidad, una auténtica lacra, o bien las distracciones, aunque parece que aún no se ha asumido como realmente peligroso el consumo de alcohol cuando se coge el coche, habida cuenta del número de accidentes en el que este factor estaba presente.
No conviene llevarse a engaño: una parte -en mayor o menor proporción- del descenso de todos estos años en el número de víctimas mortales en las carreteras tiene relación directa con la profunda crisis económica (menos dinero, menor utilización del coche) que ha vivido nuestro país, como también es cierto que, debido a la mencionada crisis, el parque de automóviles ha experimentado un alarmante envejecimiento.
El envejecimiento del parque móvil español es uno de los mayores problemas, ya que en 2008 la media de edad del parque era de 6 años, pasando a ser de 14 en 2016. Es un incremento alarmante para el que las administraciones no toman las medidas suficientes. Las acciones de estímulo estilo Plan PIVE no se han renovado por falta de fondos, por lo que el usuario medio sigue aguantando su viejo coche todo lo que pueda.
El carnet por puntos, implantado a mediados de 2006, ha ayudado durante años a concienciar a los conductores, pero a día de hoy se demuestra como un sistema que ha perdido eficacia, por lo que las autoridades deben, de forma imperante, buscar soluciones, actualizando el modelo de carnet.
Hay más factores que han precipitado el repunte en las muertes, como el mal estado de la red de carreteras, que adolecen desde hace muchos años de una tremenda falta de inversiones, lo que ha ido provocando un envejecimiento muy importante de las infraestructuras.
Es conveniente revisar profundamente el modelo actual, que se está mostrando como agotado e insuficiente para las necesidades y características del país, acumulando ya tres años en el que la siniestralidad parece haberse topado con un "suelo", impidiendo que descienda el número de muertos hasta la cifra que todos deseamos, la del cero.