La tecnología diésel ha gozado en Europa, en las últimas dos décadas, de un dominio absoluto en las cifras de ventas. Su tecnología avanzó a velocidades interestelares frente a los motores gasolina, que estancaron su desarrollo, perdiendo la batalla tanto en prestaciones como en cifras de consumo. 

Hasta hace apenas unos meses, las ventas de vehículos diésel en nuestro país eran notablemente superiores a los vehículos equipados con motores de gasolina, una tendencia que poco a poco se ha ido revirtiendo. ¿Por qué ya no es tan buena idea la adquisición de un coche con motor diésel?

La diferencia de precio entre versiones es uno de los motivos. Es cierto que las diferencias cada vez son menores, pero a día de hoy seguimos viendo como las versiones con motor diésel siguen resultado, a igual de acabado y equipamiento, más caras. Esta diferencia de precio es cada vez más difícil de amortizar. 

Los motores de gasoil emiten, en su ciclo de funcionamiento, una buena cantidad de elementos contaminantes. Estos gases y partículas necesitan ser depurados antes de ser expulsados, algo que se consigue gracias a la aplicación de tecnologías muy complejas que, a su vez, encarecen el precio final del vehículo. 

La utilización de complejos sistemas de inyección de urea o filtros de partículas, mecanismos de inyección de altísima presión o válvulas recirculadoras de gases extremadamente complicadas hacen que, en caso de avería, las facturas de reparación puedan ser sensiblemente más abultadas que si hablásemos de un motor de gasolina. 

Pese a que de forma aparente el coste de utilización de un diésel sea menor debido al menor consumo y al precio inferior de los carburantes, la realidad es que esa diferencia no es tal. Un vehículo con motor diésel paga una tasa más alta a la hora de realizar las inspecciones de ITV, y, en cada vez más ciudades, el estacionamiento regulado bonifica a híbridos y eléctricos en detrimento de las mecánicas convencionales.

No se puede dejar pasar el hecho de las tan conocidas restricciones de circulación, cada vez más habituales debido a la concentración de agentes contaminantes en la atmósfera de los grandes núcleos urbanos. Conocemos el caso de ciudades como Madrid, donde en caso de episodios de alta contaminación los vehículos más antiguos, en especial los diésel, son los primeros que tienen restringido el acceso. De esta forma, un gasolina que cumpla la norma Euro 4 es equivalente a un diésel Euro 6.

 

Poco a poco los fabricantes han apostado por la gasolina, desarrollando motores más potentes y más eficientes, que mantienen además las cualidades propias de un motor alimentado por dicho combustible como una mayor suavidad de funcionamiento y un mayor agrado de conducción. 

Los motores de gasolina son más eficaces que nunca, con unos consumos que en muchos casos son fácilmente equiparables a un motor diésel. Sirva como ejemplo la llegada de la actualización del VW Golf, que ahora se ofrece con un nuevo propulsor de gasolina 1.5 TSI de 150 CV, que homologa un consumo medio de 4.9 litros/100 km combinado con un cambio automático DSG. Su equivalente en diésel, un 2.0 TDI de idéntica potencia, firma un consumo medio de 4.3 litros/100 km, apenas 0.6 litros de diferencia, con un precio de tarifa 1.100€ superior en el caso del diésel.