Los radares detectores de velocidad se han convertido en un elemento más -uno de los más destacados- del paisaje automovilístico ya no nacional, sino mundial. Esta invención con décadas y décadas de historia es una de las más utilizadas por los organismos reguladores del tráfico de todo el mundo para controlar la velocidad de los conductores.
Sí, es cierto que no es el elemento más querido por los conductores, debido, sobre todo, a su cuestionable emplazamiento en la mayoría de las ocasiones, que dan como resultado una fuerte sensación de "afán recaudatorio" hacia los ciudadanos por parte de las administraciones competentes.
Existen varios tipos de radares, desde los tradicionales radares de velocidad en un carril hasta los más novedosos multicarril, los radares de tramo que miden la velocidad del vehículo en un intervalo determinado o los también muy conocidos radares móviles, instalados en vehículos oficiales que, o bien se "esconden" en zonas poco visibles o bien se dedican a circular por rutas marcadas, detectando infracciones en marcha.
Francia ha dado un paso más allá, anunciando la instalación de radares móviles -camuflados, por supuesto- en vehículos privados. Mediante un proceso de concurso público, se escogerán aquellos vehículos y conductores civiles aptos para alojar en sus coches estos dispositivos hasta completar, aproximadamente, 400 plazas.
Posteriormente, estos vehículos cubrirán diariamente unas rutas preestablecidas, sin posibilidad de desviarse a riesgo de recibir una sanción. El objetivo de las autoridades francesas es rentabilizar la inversión en un plazo máximo de 5 años, un plan muy ambicioso que se basa, principalmente, en multiplicar las horas de acción de este tipo de radares.
En Francia, que los comenzará a utilizar a partir de noviembre en fase de prueba, un radar camuflado opera una media de una hora y media diaria, una pequeña parte comparada con las seis horas que tienen previsto circular los radares móviles de gestión privada. Los conductores no sabrán en ningún momento cuántos conductores han "cazado", aunque la sombra del afán recaudatorio ya se ha cernido sobre esta propuesta incluso antes de lanzarse.