A pesar de la falta de infraestructuras, el mercado español sigue adaptándose a la fuerza a la avalancha de nuevas tecnologías de propulsión con las que están trabajando los distintos representantes de la industria del automóvil. A los cada día más habituales vehículos híbridos y 100% eléctricos, tenemos que sumar la todavía limitada penetración de sistemas como la pila de combustible o la de motores alimentados por gas, en muchos casos atados esa falta de puntos de recarga mencionada anteriormente.
Sin embargo, en otoños tan secos como el que estamos viviendo hasta el momento, en el que se volverá prácticamente habitual el hecho de afrontar sucesivos protocolos por altos niveles de contaminación, muchos inevitablemente se acuerdan de estos sistemas de propulsión que surgieron para formar parte de la alternativa a los motores de combustión interna tradicionales. Uno de los más veteranos y en los que las marcas poco a poco van introduciéndose es el GLP, siglas de Gases Licuados del Petróleo, tecnología que en un principio iba orientada a su utilización para vehículos de empresas o profesionales autónomos, pero que con el tiempo también se ha convertido en una buena opción para aquellos conductores que realizan muchos kilómetros.
El GLP o AutoGAS procede de una mezcla de propano, butano y una serie de aditivos. Todo ello se quema de forma limpia, por lo que las emisiones de gases contaminantes se reducen ostensiblemente respecto a otros combustibles fósiles. Sometidos estos gases a presiones relativamente bajas se licuan, permitiendo su transporte y almacenamiento, sin embargo, a la hora de utilizarlo este se realiza en estado de gas, con un alto poder calorífico, una densidad mayor que la del aire e inodoro. Es por esto último que se le añade una sustancia para producir un olor similar al gas que utilizamos en nuestras cocinas, permitiendo así detectar posibles fugas.
Los estudios apuntan a cifras de emisiones de CO2 comparables a las de los motores diésel, y hasta un 15% menores en el caso de los de gasolina, mientras que las emisiones de NOx (Óxidos de Nitrógeno) son hasta un 80% inferiores respecto al diésel. Prácticamente no emite partículas (HC, aldehídos, BTX…) y reducen los niveles de ruido en un 50% si los comparamos con los motores alimentados por gasoil.
Aunque su presencia en el mercado se remonta a hace un par de décadas, lo habitual era que las opciones de utilización se redujeran a kits específicos a montar por instaladores autorizados. El interés de los fabricantes es más bien actual, con marcas como Citroën, Opel, SEAT, Hyundai, FIAT o SsangYong ofreciéndolo en sus vehículos de producción. Los motores que utilizan son denominados bifuel, los cuales traen instalados dos depósitos, uno para la gasolina y otro para GLP. Un conmutador instalado en el salpicadero permite elegir entre el uso de un combustible u otro, aumentando obviamente la autonomía total del vehículo hasta llegar a superar en la mayoría de los casos los 1.000 kilómetros.
A principios de 2015, los vehículos alimentados por GLP que se encontraban circulando en España ya superaban los 25.000, una cifra que ha crecido durante los dos últimos años, en gran parte por las ayudas económicas ofrecidas a los compradores que recurrieron al Plan MOVEA o a los PIVE. Las áreas de servicio adaptadas a estos nuevos combustibles también han ido aumentando, habiendo ya más de 550 puntos de recarga, 370 pertenecientes a la red de Repsol.
Ventajas frente a otros combustibles:
Además de los beneficios medioambientales que supone la utilización del GLP frente a otros combustibles fósiles, este tipo de sistemas también ofrece una ventaja económica más allá de las ayudas a su compra que puede ofrecer periódicamente el Ministerio de Industria (las cuales suelen agotarse rápidamente). El GLP cuesta en torno a un 50% menos que la gasolina, a lo que obviamente hay que restar el hecho de que el consumo suele ser un poco mayor (entre el 15 y el 20%) respecto a este combustible. En total, se estima que se puede ahorrar entre 1,50 y 2 euros por cada 100 kilómetros recorridos, por lo que el sobreprecio que puede suponer el adquirir uno de estos vehículos respecto a uno con motor de gasolina, se puede amortizar cuando ya se han recorrido entre 40.000 y 50.000 kilómetros dependiendo del modelo.
Estamos por tanto ante un vehículo más limpio, con un ahorro de combustible en torno a un 40% comparado con un gasolina convencional, con mayor autonomía gracias a los dos depósitos y con un sistema de propulsión que en teoría no afecta ni al confort de marcha ni produce una reducción acusada en la potencia ofrecida. Además, la inclusión de la DGT en la lista de vehículos respetuosos con el medio ambiente, portadores de la Etiqueta ECO, le confiere ciertos privilegios en aquellas ciudades en las que se ha empezado a someter a restricciones de tráfico. En las grandes urbes, como Barcelona o Madrid se les permite además circular por el carril BUS VAO, descuento en los peajes dependientes de la Generalitat y un ahorro del 50% al aparcar en las zonas de estacionamiento regulado (SER) en la capital española.
También hay inconvenientes:
Obviamente, este tipo de sistemas de propulsión se encuentran con una gran barrera; la limitada red de suministradores de GLP, la cual ha ido creciendo durante los últimos años con la llegada también de las consideradas empresas de ‘marca blanca’. En el caso de viajar a otros países, por ejemplo, en Europa, deberemos informarnos sobre los conversores utilizados por cada uno de ellos, algo similar a la situación que se produce con las tomas de corriente de los hoteles. Sin estos adaptadores, no podremos repostar GLP, ya que este se produce en unas condiciones muy específicas, a temperaturas muy bajas y en vacío. Sí podremos en cambio hacer el repostaje tradicional de gasolina, por lo que no nos quedaremos ‘tirados’.
Recordemos que este tipo de sistema Bifuel arranca siempre con gasolina, como una forma de protección hasta que el propulsor logra alcanzar cierta temperatura, en torno a los 40°. No se puede realizar la adaptación de un vehículo diésel, aunque los kits en su mayoría son instalables en prácticamente todos los motores de gasolina posteriores a 2001, siendo aconsejable en bloques no excesivamente grandes para asegurar la inyección correcta del GLP.
Hay que recordar que el depósito en el caso de la instalación de kits, se encuentra situado en el maletero, lo cual suele reducir el espacio de carga disponible y además aumentar el peso total del vehículo. En la mayoría de los casos se aprovecha un diseño de depósito toroidal, el cual suele amoldarse al hueco en el que se transporta tradicionalmente la rueda de repuesto, equipando en esos casos un kit de reparación de pinchazos. Otro de los problemas subyacentes de este tipo de sistemas es precisamente la poca precisión a la hora de medir el estado de llenado del depósito de GLP.
En cuanto a posibles problemas mecánicos, los vehículos de fábrica que ya traen incorporado este tipo de tecnologías ya tienen en cuenta el talón de Aquiles principal de la propulsión por Gas, el cual no deja de ser el mayor desgaste de las válvulas por falta de lubricación. Es por ello que los fabricantes introducen válvulas reforzadas, las cuales atajan el problema de raíz. Es muy importante llevar a cabo el Programa de Mantenimiento de las motorizaciones en tiempo, aunque no hay grandes diferencias respecto a una mecánica tradicional, e incluso se asegura que la vida útil puede ser mayor gracias a que no se encuentran presentes los residuos fruto de la combustión de otros combustibles fósiles.
De nuevo hay que tener en cuenta que son vehículos especialmente diseñados para conductores que realizan muchos kilómetros a lo largo del año y que su precio puede variar dependiendo de las iniciativas públicas que tengan en marcha cada ayuntamiento o a nivel nacional. Actualmente en el mercado español nos podemos encontrar una gran oferta de vehículos. Desde el Citroën C3 Feel GLP PureTech 82 por 15.410 euros hasta el Dacia Sandero Ambiance TCE 90 GLP de 10.730 euros, pasando por el nuevo Hyundai i10 Eco Edition 1.0 MPI de 66 CV por 13.765 euros o los Ford Fiesta 1.4 de 92 CV y Ford Focus 1.6 de 117 CV y un precio que arranca en los 24.313 euros.
Otras alternativas disponibles nos las podemos encontrar en fabricantes como Opel o FIAT, ambos con unagama muy amplía, así como los más elitistas MiTo y Giulietta de Alfa Romeo con motor 1.4 T-Bifuel de 120 CV o el exótico SsangYong Tivoli en distintos acabados y motor de 128 CV o el recién llegado XLV.