¿Es recomendable o perjudicial saltarse marchas mientras conduzco?
Durante nuestros años conduciendo adoptamos numerosas manías, prácticamente desde nuestro primer día en la autoescuela hasta el último de nuestros años al volante. Todos estos rituales o comportamientos automáticos tienen obviamente una incidencia directa en la esperanza de vida de cada uno de nuestros vehículos, algo por lo que debemos tratar de reducir dichas manías si no queremos hacer una visita al taller cada mes.
Uno de los principales problemas suele tener que ver con la caja de cambios y el embrague en el caso de los coches manuales. Entre algunas de las acciones que solemos hacer mal nos encontramos con la de conducir con la mano derecha apoyada en la palanca de cambios o la de mantener por saecula saeculorum el pedal del embrague pisado, incluso cuando nos encontramos detenidos. Hay vicios que no afloran hasta que acumulamos ya unos cientos de kilómetros a nuestras espaldas, por lo que son indetectables por los instructores de las autoescuelas y difícilmente corregibles si no es por nuestra voluntad o experiencia al volante.
Sin duda, la caja de cambios manual es uno de los elementos más complejos que atañen a la conducción. A la mayoría de los conductores noveles se les acumula el trabajo a la hora de llegar a las curvas, tienen problemas al reducir y de encontrar el rango óptimo para cambiar de marcha, algo que se complica aún más cuando no sólo pensamos en conducir, sino también hacerlo de forma eficiente.
Una de las preguntas más habituales entre los conductores es sobre la conveniencia o no de saltarse marchas, tanto en aceleración como a la hora de reducir, así como los posibles efectos que puede producir en la mecánica de nuestro automóvil. Recordemos que uno de los principios de la conducción eficiente aboga por la utilización de la marcha más larga posible para cada momento, algo que permite que el motor no vaya tan revolucionado y por tanto que el consumo sea menor.
La teoría está clara y en la práctica, un cambio de marchas no secuencial (1,2,3,4,5…) no tiene razón alguna para ser desaconsejable su utilización, siempre y cuando sepamos realizar el cambio en el momento justo, sin someter a grandes esfuerzos al motor o dejando al coche sin potencia por cambiar en un rango de revoluciones que no era adecuado.
Las marcas han buscado ajustar los consumos de sus motores con cajas de cambios con desarrollos muy largos, algo que, sumado con una conducción suave y sin acelerones o frenazos, nos puede permitir sacar la máxima economía de combustible. Una de las técnicas a las que algunos recurren es la de pasar por ejemplo de una relación baja o media como la 2ª marcha o la 3ª directamente a una dos veces superior, en este caso la 4ª o la 5ª respectivamente. El paso contrario, por ejemplo, de 4ª a 2ª en una retención es todavía más habitual, especialmente en frenadas de emergencia en las que necesitamos toda la capacidad del freno motor para ayudarnos a 'parar' el coche.
¿Tiene esto algo de malo? Pues en sí la maniobra no debería generar ningún tipo de problema siempre que como decimos se realice correctamente. Sí puede traernos repercusiones mecánicas si hacemos uso de esta técnica de forma inadecuada, o lo que es lo mismo, que cometamos errores o fallos de cálculo a la hora de sincronizar nuestro pie izquierdo y el derecho. También nos traerá problemas si no somos minuciosos a la hora de determinar si estamos en un rango de revoluciones correcto que nos permita subir dos marchas sin que el régimen decaiga demasiado o, en el caso de una retención, sin que las revoluciones se disparen por encima de unos valores que se consideren ‘peligrosos’ o límite cuando bajamos a una relación que no es la inmediatamente inferior.
Recordemos que el momento de mayor estrés para un embrague es cuando procedemos de tenerlo en posición ‘acoplada’ a desembragado, sin embargo, en el momento de volver a embragar cuando realizamos un ‘salto’ de marchas también somete a grandes esfuerzos al embrague, rodamientos y sincronizadores, al pasar de un régimen alto de vueltas a uno menor. En caso contrario, también obligamos al embrague a admitir gran parte de esa diferencia de velocidad entre el giro de las ruedas y el motor.
Ante tantas preocupaciones, puede parecer que es desaconsejable por completo el saltarse marchas, sin embargo, no es así y simplemente siendo cuidadosos puede ser una técnica útil de cara a la eficiencia, sin poner en riesgo la vida de nuestro automóvil. En este caso, los consejos son los de ser aún más suaves a la hora de soltar el embrague, sin hacerlo nunca de golpe, algo que puede ser seriamente contraproducente e incluso también puede provocar la pérdida de control del coche al bloquearse las ruedas. Es recomendable no hacer grandes saltos, más de dos marchas puede ser demasiado, especialmente si se viene de un régimen muy alto. Los experimentos arriesgados, mejor en los videojuegos.