Una vez que Joe Biden sea elegido, finalmente, como el presidente número 46 de los Estados Unidos ya puede recibir algunos 'privilegios' asociados al cargo, al igual que el resto de presidentes norteamericanos anteriores.
Y uno de ellos es el coche en el que se desplaza de forma rutinaria. Hablamos del Cadillac One, también conocido como la bestia (The Beast) o limusina presidencial.
Un coche que estrenó Trump en 2018 y que, si bien es tradición renovar en cada legislatura, es más que probable que Biden utilice el inaugurado por Trump debido a su corta antigüedad.
Es algo similar a la situación vivida en nuestro país con Mariano Rajoy con Pedro Sánchez, salvando las distancias, claro está.
Hablamos del Audi A8, que inicialmente se encargó por el Gobierno de Rajoy (se estrenó en 2017), si bien fue Sánchez el que más lo está usando desde que tomara las riendas del país en 2018.
Y con el Cadillac One ha pasado algo similar. Se estrenó en 2018, con Trump, si bien ahora será Biden quien decida si lo mantiene o encarga la fabricación de uno nuevo.
Cómo es el coche del presidente de los EEUU
Antes de analizar cómo es el coche del presidente de los Estados Unidos conviene hacer un pequeño repaso por su historia.
Y en este sentido podemos señalar que la tradición de un coche que lleve al presidente parte de principios de 1900. Por aquel entonces, en concreto, en 1906, el Servicio Secreto, que es el cuerpo de seguridad que se encarga de la protección del presidente, utilizaba caballos y carruajes para llevar al presidente.
Unos caballos y carruajes que rápidamente fueron eliminados en cuanto el automóvil se convirtió en el medio de transporte preferido a principios del Siglo XX.
Poco a poco, con el paso de los años, los presidentes estadounidenses comenzaron a utilizar vehículos blindados. El primero fue Franklin Roosevelt en 1941. Y curiosamente el blindado que utilizó Roosevelt perteneció al gánster Al Capone, que fue incautado por el Departamento del Tesoro por evasión de impuestos.
Llegamos a la década de los 60 y aquí tenemos uno de los hechos más fatídicos para la historia del Servicio Secreto y la limusina presidencial. En concreto, hablamos del mes de junio de 1963, fecha en la que el presidente John F. Kennedy viajaba en un Lincoln Continental descapotable cuando fue asesinado.
De Lincoln a Cadillac
Si bien entre 1960 y el año 1990, con las administraciones de Roosevelt, Eisenhower, Kennedy, Nixon o Reagan, el Servicio Secreto estuvo utilizando limusinas de la compañía Lincoln (Ford), fue a partir de ese último año cuando la Casa Blanca se pasó a Cadillac, marca que siguen utilizando los presidentes de Estados Unidos desde entonces.
Primero con de Bill Clinton (1993 y 1997), con un Cadillac Fleetwood; George W. Bush (2000 y 2004), con un Cadillac DeVille y un Cadillac DTS; Obama (en 2009) y por último con Trump (que lo estrenó en 2018). Ahora, por tanto, Biden será el nuevo presidente que opte por Cadillac en su limusina presidencial.
Qué se sabe del Cadillac One
Si bien, tanto Cadillac como el Servicio Secreto y el Gobierno de los Estados Unidos guardan absoluto silencio sobre el vehículo más seguro del mundo, sí se conocen algunos detalles característicos.
Por ejemplo, del anterior Cadillac One se sabe su enorme longitud, con cerca de 5,5 metros de largo; y su gran peso debido al blindaje: puede llegar hasta las 9 toneladas.
El motivo de este elevado peso es, principalmente, el blindaje. Por ejemplo, una puerta del Cadillac One es tan pesada como la de Boeing 757, según apuntan en el Daily Mail. Y la chapa de su carrocería tiene un grosor de unos 12 centímetros, aproximadamente.
Todo ello para proteger al presidente de un posible ataque. En este sentido, se ha publicado que el coche del presidente puede resistir disparos de un revolver .44 Magnum y que incluso puede resistir la explosión de una bomba en su alrededor, ya no solo por su carrocería, sino porque todo en él está reforzado, como por ejemplo el depósito de gasolina.
Otros elementos especiales son los neumáticos, que están desarrollados en kevlar y podrían funcionar incluso sin son atacados y están desinflados.
También se sabe que es un coche muy costoso. En este sentido General Motors recibió un encargado, hace ya algunos años, para construir cerca de 12 coches (el presidencial y una flota de vehículos adicionales) por unos cerca de 16 millones de euros, lo que dejaría una media de 1,3 millones de euros por coche aproximadamente.
Con sangre del presidente
Hasta aquí el blindaje del coche. Sin embargo, además, cuenta con numerosos elementos adicionales, que le convierten en un coche muy especial. Por ejemplo, se dice que el coche cuenta con un sistema de oxígeno en el maletero, al igual que diferentes bolsas con sangre del presidente por si en algún momento hay que hacer una transfusión.
Además, también se dicen que el Cadillac One llevaría un buen número de armas para protegerse de un posible ataque y también el presidente mantendría el acceso al famoso maletín de respuesta ante un ataque.
Fallos sonados
No obstante y a pesar de tanta tecnología el coche presidencial también falla de vez en cuando. Unos fallos, eso sí, que suelen quedar registrados ya que existen numerosas grabaciones de los mismos en las redes.
Uno de los más llamativos, por ejemplo, es el que tuvo George W. Bush en Roma en 2007. Recordamos, en este sentido, que los coches presidenciales también se montan en al avión presidencial y acompañan al primer mandatario cuando tiene que realizar alguna visita oficial al país.
Pues bien, en este caso, la limusina presidencial se paró delante del público en la ciudad de Roma por un fallo de motor, lo que obligó al presidente a cambiar de coche.
Pero sin duda, el momento más curioso que ha dejado el coche presidencial hasta la fecha fue cuando la limusina de Barack Obama quedó literalmente atrapada cuando intentaba salir de la embajada de Estados Unidos en Dublín en 2011.
El motivo de este peculiar atasco se debió a la gran longitud del vehículo y a su peso, que hizo que los bajos del mismo rozarán con un saliente de la acera y el coche quedase completamente bloqueado.