El motor del coche es el corazón del vehículo. En la actualidad, en España, la gran mayoría de los vehículos, tanto diésel como gasolina, son turboalimentados. Es decir, funcionan mediante un turbocompresor, un elemento vital que se encarga de proporcionar más combustible al motor a través de comprimir el aire.
También conocido como turbo, esta pieza del motor suele está sometida a grandes esfuerzos y muy altas temperaturas. Un elemento fundamental del coche que, además, es una de las más caras de reparar. En caso de avería, la broma puede salir por más de 1.000 euros y su sustitución puede llegar a costar más de 5.000.
Un problema que se puede evitar garantizando una correcta lubricación y refrigeración. Uno de los mejores trucos para conseguirlo es la llamada 'regla del minuto', una práctica muy sencilla que puede prevenir averías en el motor del coche caras y complejas.
¿En qué consiste 'la regla del minuto'?
'La regla del minuto' es una fórmula muy sencilla que permite prevenir roturas en motores turboalimentados y, además, alargar todo lo que se pueda la utilidad del turbo. Aplicable a cualquier propulsor térmico, ya sea diésel, gasolina, glp, gnc o cualquier otro, implica, simplemente, no apagar el motor del coche de manera directa cuando se para en la gasolinera o se llega al destino.
Para cumplir con esta regla es suficiente con dejar el vehículo al ralentí durante aproximadamente un minuto justo al arrancar el motor del automóvil y repetir la misma acción otros 60 segundos antes de apagarlo al finalizar el viaje. Eso sí, hay que tener en cuenta que esto no hay que hacerlo tras cualquier tipo de conducción.
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El motivo de base para aplicar esta técnica es que una vez se enciende el motor, el aceite necesita tiempo para que pueda llegar a todas las piezas, y estas tienen que alcanzar una temperatura óptima para que funcionen de manera correcta. Al terminar el trayecto, si el motor se detiene de golpe, el aceite deja de distribuirse de golpe, lo que puede causar que este se queme.
Solo se recomienda aplicar la regla del minuto en trayectos en los que la mecánica del vehículo se ha sometido a un elevado estrés. Esto sucede, por ejemplo, en recorridos largos por autovía o autopista, en la subida de puertos de montaña o cuando se conduce con remolque/caravana.
El objetivo de este reposo es evitar el apagado inmediato del propulsor, ayudando así a la disipación de calor en puntos críticos como el turbocompresor y a una mejor lubricación de todos los componentes tras ese sobreesfuerzo. Un consejo si se quiere aplicar esta regla es desactivar el sistema Start/Stop, ya que es posible que esta tecnología apague el propulsor de manera automática nada más detener el vehículo.