Con la llegada del buen tiempo y la subida de las temperaturas afloran las ganas por realizar viajes en cualquier momento libre que encontramos. Por eso, los fines de semana y los puentes se aprovechan para coger el coche y perderse con la familia, con la pareja o con amigos con el objetivo de conocer algún lugar nuevo o de volver a ese que nos trae recuerdos especiales.
Sin embargo, no hay conductor que en esos días tan señalados permitan que su viaje se realice con el coche sucio. Es muy importante dar buena imagen por la carretera y por eso, antes de partir, junto con llenar el depósito de combustible y mirar las presiones de los neumáticos, es obligado pasar por la máquina de lavado. Sin embargo, hay una parte de nuestro coche que muy difícil de limpiar. Son las llantas.
Esta estructura que se sitúa en el interior de nuestros neumáticos está casi en contacto con el suelo, y por lo tanto, muy cerca de su suciedad. Además, está expuesta a muchos roces cuando aparcamos o cuando circulamos por terrenos estrechos o embarrados. Ahora, para dejarlas perfectamente limpias, lo único que necesitamos es un poco de vinagre.
El truco del vinagre en las llantas
Aunque muchas personas no lo sepan, el infalible truco para tener siempre nuestras llantas limpias está en la cocina. Se trata del vinagre, el producto que con una simple pasada consigue dejar nuestras ruedas como nuevas. Un ingrediente con el que habitualmente cocinamos y que además no supone un gran desembolso económico.
Además, el emplearse en una parte muy alejada al interior del coche, no deja un mal olor cuando vamos conduciendo. Por lo tanto, en la relación entre el vinagre y el coche todo son ventajas. Especialmente cuando esta tiene lugar sobre las llantas y es que todos los fabricantes recomiendan limpiarlas de manera periódica y no solo cuando salimos a hacer un viaje y queremos presumir de vehículo.
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La contaminación, los residuos que llegan desde las pastillas de freno y casi cualquier cosa que pueda haber en el suelo termina adherido de una u otra forma en nuestras llantas. Ahora, gracias a la acción del vinagre, producto de limpieza casero de reconocido prestigio popular, descubrimos que este problema tiene fácil y económica solución. Si no queremos gastar mucho en productos específicos, el vinagre puede ser una buena elección.
Algunos expertos indican que sus propiedades lo hacen incluso con más efecto que la tradicional mezcla de agua con jabón o incluso que el producto que sale por las pistolas de las máquinas de lavado. Y es que el vinagre es un potente limpiador que se usa en todo tipo de superficies e incluso en la ropa para eliminar la suciedad y la grasa.
Cómo limpiar nuestras llantas con vinagre
Para limpiar nuestras llantas podemos usar diferentes tipos de vinagre. Hay quienes apuestan directamente por el aderezo de cocina y hay quienes van un poco más allá y usan vinagre más específico para limpiar. Este tiene una acidez diferente.
Lo principal es no dañar la pintura de nuestro coche y tampoco las llantas. Por ello, lo ideal es diluir el vinagre, al menos, en la misma cantidad de agua. Después, podemos coger un paño, una esponja, un estropajo o incluso un pulverizador para aplicarlo directamente sobre la llanta.
Después de unos minutos limpiando y recorriendo todos los rincones de la estructura, no habrá ni rastro de esas manchas imposibles. Después, basta con aclarar la zona con agua limpia y terminar de secar los restos con un paño seco. Y así tendremos nuestras llantas impolutas.
Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con la cantidad de vinagre que usamos y, sobre todo, no abusar en este proceso, ya que la acidez del vinagre puede comerse el color original de nuestras llantas. Sobre todo si tienen brillo. Es conveniente saber de qué material están hechas nuestras llantas e incluso hacer una primera prueba en una zona interior para hacernos una idea de cómo será el resultado final.
Por último, tenemos que saber que el vinagre se puede usar como producto limpiador en todas las zonas de nuestro coche menos la carrocería. Es decir, sería apto para las lunas, los plásticos, las maderas o incluso las gomas. Lo único que habría que tener cuidado con evitar cualquier zona que tenga pintura y, sobe todo, con el posterior y peculiar olor.