En unos días en los que se tendría que estar hablando de los resultados del Rally de China, el WRC afronta un parón que nos llevará hasta el primer fin de semana de octubre, con la que será la primera de cuatro pruebas antes de que termine la temporada 2016 y nos sumerjamos directamente en lo que será la pretemporada de la próxima campaña, en la que llegarán los nuevos World Rally Cars. Pero, ¿cómo es de habitual la cancelación de una prueba en el Campeonato del Mundo?
A pesar de la larga historia del Mundial de Rallies, no suelen producirse caídas de una prueba sin que esta sea sustituida por una prueba. Algo similar sucedió en 2015, cuando los organizadores del Rally de Alsacia reconocieron que no podían afrontar económicamente la disputa de la prueba, algo que obligó a trabajar a la Federación Francesa de Automovilismo junto al promotor del WRC para encontrar un recambio en tan sólo unos meses y que contara con el beneplácito de la FIA en cuanto a medidas de seguridad, logística y organización. En esa ocasión se decidió apostar por lo conocido con una prueba clásica, el Tour de Corse.
Los organizadores de la misma apostaron por un formato rompedor, con muy pocas especiales y muchos kilómetros contra el cronometro concentrados en ellas lo que casi terminar por obligar a la cancelación de la prueba cuando la lluvia hizo acto de aparición. Y es que las razones meteorológicas son unos de los motivos más habituales para que una cita mundialista se ‘caiga’ o sufra recortes, a pesar de la cintura que suelen tener los organizadores de cada prueba, los cuales siempre cuentan con plan B (y hasta C) ante posibles imprevistos.
Suecia 2016 volvió a ser otro ejemplo del trabajo que realizan las organizaciones para evitar que una prueba sea cancelada. En este caso, la ausencia de nieve y las altas temperaturas para la época pusieron en serio riesgo la disputa del rally por razones de seguridad. En este caso, los fabricantes de neumáticos no tenían posibilidad por motivos de logística de desplazar hasta la zona un modelo adaptado para esas condiciones, más de tierra que de nieve/hielo, lo que obligó a los responsables a tomar medidas desesperadas.
En este caso, se decidió regar los tramos para tratar de crear una base de hielo que permitiera afianzar la poca nieve que anunciaban las previsiones. Se consiguió llevar la prueba adelante sin casi alterar el recorrido y permitiendo repartirse todos los puntos para los distintos campeonatos (dependiendo el kilometraje que se recorta se produce también una reducción en el reparto), una buena muestra de lo difícil que es que se proceda a la cancelación de un rally mundialista.
Precisamente Suecia ha sido el único caso de cancelación debido al tiempo que nos encontramos en la historia del Campeonato. En 1990, la poca nieve que había en los tramos impidió su disputa. Otros años simplemente los equipos tuvieron que correr en la cita escandinava sobre una mezcla de nieve y tierra o directamente cancelar algunos tramos que se disputaban sobre la superficie de lagos congelados. Esto último, aunque pueda parecer peligroso, es una tradición en esas latitudes, e incluso los jóvenes suecos, noruegos y finlandeses aprenden a derrapar con viejos Volvo en esas condiciones siempre y cuando el grosor de la capa de hielo lo permita.
La primera crisis del petróleo de 1973 también obligó a para el Mundial de Rallies. No se pudieron disputar al año siguiente ni Monte-Carlo, ni Suecia, ni Acrópolis, reduciéndose el calendario inicialmente previsto con 11 huecos a tan sólo 8. Argentina, en 1982 sufrió los efectos secundarios de la Guerra de las Malvinas, mientras que Indonesia sufrió un destino similar en 1998, cuando la inestabilidad política del país llevó a la FIA a tomar la decisión de cancelar una prueba que nunca más regresó al calendario. China parecía que iba a seguir un guion parecido al de sus vecinos del sur después de caerse en la temporada 2000 por problemas financieros tras sólo un año en el WRC, sin embargo, tras una ausencia de 17 años regresaba al calendario. No pudo ser, y a pesar de que se ha hecho público que su caída ha sido por los daños en las carreteras, las malas lenguas apuntan a que esto podría haberse producido también por un agujero en las arcas que no hubiera permitido llevar adelanta la carrera en el caso de que el recorrido no hubiera sufrido el problema de los desprendimientos.
Como curiosidad, apuntar que una prueba del Mundial fue disputada pero finalmente se quedó sin contar para la clasificación final. Fue el San Remo del 86, último año de los Grupo B. Allí los Peugeot 205 T16 fueron excluidos de la prueba al considerarse que tenían los faldones fuera del reglamento. Más tarde la Federación daba la razón a los vehículos de la firma del león, declarando no válidos los resultados de la prueba italiana.