Lo único atípico que vivimos este fin de semana en Córcega fue el formato. La prueba gala con sólo 10 tramos entre los que se reparten los casi 400 kilómetros cronometrados ponía el punto exótico a la temporada 2016 después de la caída del Rally de China. Sin embargo, la prueba siguió el guion marcado de otras veces, con un Sébastien Ogier inconmensurable dispuesto a dejar la prueba de su país decidida desde el primer día.
Y es que tanto el tricampeón como su copiloto, Julien Ingrassia, nunca habían conseguido la victoria en el ‘rally de las 10.000 curvas’ denominación heredada durante los años por la intrincada orografía de la isla corsa que obliga a retorcer sus carreteras. Con el objetivo en mente del triunfo parcial más que el de despachar matemáticamente el título de este año, la punta de lanza de Volkswagen salió a las cuatro primeras especiales decidida a abrir hueco.
Aprovechando su ritmo y su capacidad de reglar siempre el Polo R WRC a su gusto ya desde el shakedown, Ogier tenía todo por la mano para atacar desde el primer kilómetro, llegando al final del primer día con más de 40 segundos de ventaja sobre Thierry Neuville. Para entonces ya se habían quedado fuera de la lucha Kris Meeke y Dani Sordo, dos de los grandes especialistas sobre asfalto y que habían sufrido en sus carnes las muchas trampas que ocultan las carreteras de la isla. Dos pinchazos consecutivos (el del norirlandés en el TC3, el del cántabro en el TC4) que dejaban a ambos fuera de la lucha por el podio y que daban a Ogier la posibilidad de gestionar su renta durante los seis tramos que quedaban de rally en las jornadas de sábado y domingo.
Se formó entonces un grupo que luchaba por las posiciones de podio en el que se encontraban, además de Thierry Neuville, los otros dos pilotos de Volkswagen, retrasados la primera jornada por no encontrarse cómodos con sus respectivas unidades. Andreas Mikkelsen superaba a un frustrado Jari-Matti Latvala nada más comenzar la jornada, encaramándose al tercer cajón, posición de la que no se movería por la sólida actuación del belga de Hyundai.
Sexto terminaba Hayden Paddon, en su proceso de aprendizaje lógico para un piloto que durante la mayor parte de su carrera deportiva ha competido sobre asfalto, mientras que Craig Breen era el mejor Citroën en quinta plaza, aprovechando su participación en una prueba que no entraba dentro de su programa y que finalmente disputó por la lesión de Stéphane Lefebvre. Tras ellos, Dani Sordo, obligado a recuperarse del golpe rápidamente (era uno de los grandes candidatos a la victoria en un rally que ya ganó en el pasado con el MINI JCW RRC), ya que en sólo dos semanas se disputa la prueba nacional, el Rally de Cataluña.
A Salou, base de la cita española, llegaremos con Ogier e Ingrassia muy cerca de conseguir el título en los Campeonatos de pilotos y copilotos, así como Volkswagen del de marcas. Terminar por delante de Mikkelsen les permitirá hacerlo matemáticamente, sin complicarse demasiado haciendo cábalas. El que ya es campeón es Simone Tempestini, ganador del Mundial Júnior en 2016 y que la próxima temporada gozará del premio de competir al volante de un Citroën DS3 R5 en un programa limitado en el WRC2.