De un tiempo a esta parte, el fenómeno de los modelos destinados a carreras-clientes ha comenzado a tener mucho éxito entre los fabricantes de automóviles. Además de una buena forma de mantener en activo sus departamentos deportivos, la fabricación de estos coches destinados a la competición de equipos privados a través del alquiler o compra de las unidades se ha convertido en un lucrativo negocio para algunas marcas y preparadores específicos.
Ejemplos como la implicación del Grupo VAG en las series TCR, donde tiene actualmente compitiendo al Volkswagen Golf, SEAT León Eurocup y Audi RS3 LMS, todos ellos bajo el modelo anteriormente mencionado de carreras-cliente o la llegada al WRC2 y Campeonato de Europa de un Volkswagen Polo R5 que se unirá a la oferta ya existente entre la que se encuentran otro modelo bajo el paraguas del grupo, el Skoda Fabia R5 o los menos competitivos Peugeot 208 T16 y Citroën DS3, nos dejan entrever que esta estrategia de desarrollar un vehículo de competición para categorías por debajo de las absolutas o incluso campeonatos que teóricamente no son todavía de primer nivel internacional es rentable para los fabricantes.
Un buen ejemplo de esta teoría nos la muestra la categoría GT4 a la perfección. Prácticamente desconocida para el público en general, este escalón más bajo entre los Gran Turismo ha recibido en menos de un año la llegada de dos de los principales fabricantes alemanes e incluso ha entrado dentro de la hoja de ruta que está siguiendo Ford en su regreso a la competición.
Precisamente los de Detroit aprovecharon el pasado Sema Show para presentar en vivo y directo su última incorporación más deportiva dentro de la línea de Ford Performance: el Mustang GT4. Entre los cientos de subastas de clásicos y preparaciones extremas que se pueden ver cada año en la convención norteamericana, el nuevo Mustang de competición brilló con luz propia. Un coche destinado a competir dentro de las fronteras del IMSA y la Pirelli World Challenge, incluida la gran cita de la resistencia en ese país, las 24 Horas de Daytona.
El concepto de la preparación oficial ya vemos cuál es, mejorar lo presente. El Mustang ha visto como su motor V8 atmosférico de 5,2 litros recibía nuevas mejoras provenientes de Roush Yates Engines, mientras que la aerodinámica ha sido perfeccionada por el mismo equipo que ha trabajado en la creación del Ford GT GTE/GTLM que compite en el Mundial de Resistencia.
Sólo unos meses antes, BMW Motorsport había hecho lo propio anunciando que en enero de 2018 debutará su propio modelo para la categoría GT4 sobre la base del M4 Coupé. Los bávaros, que al igual que Ford han empezado a preparar su regreso a Le Mans a través de la creación de un GTE/GTLM que debutará en dos años, han encontrado una buena forma de implementar todo el aprendizaje obtenido en este largo proceso que significa la creación de un coche de competición, en la obtención de otro modelo paralelo destinado a su venta y no a la participación bajo los colores oficiales.
Aun así, lo tendrán fácil. Además de contar con un año para desarrollarlo y someterlo a miles de kilómetro de test, se heredarán muchas piezas de las distintas versiones de serie del ya de por sí radical M4. Entre otras, la electrónica y la transmisión vendrán directamente del Coupé, mientras que el capot de carbono es que el mismo que utiliza el GTS. Sí tendrá un nuevo difusor, spoiler trasero y puertas también de fibra de carbono que aligeren aún más el ya de por sí irrisorio peso del conjunto que presenta el bólido germano. El BMW M6 GT3, último vehículo presentado hasta el momento por el brazo deportivo de los muniqueses, aportará los frenos, baquets y pedales de competición, tratando de hacer el M4 GT4 lo más competitivo tanto en pista como económicamente hablando.
El camino a seguir se lo marcó hace un año otro fabricante alemán: Porsche. Los de Stuttgart fueron los primeros en animarse con su propio proyecto dentro de la categoría GT4 en forma de Cayman Clubsport. Como ya indica el nombre, el modelo presentado durante el Salón del Automóvil de Los Ángeles 2015 estaba destinado a pilotos no oficiales y aquellos gentleman drivers que buscan ‘matar el gusanillo’ haciendo sus pintos con unos guantes y un mono ignifugo delante de familia y amigos.
El motor 3.8 litros en posición central, capaz de erogar 385 CV, parece suficiente para mover con alegría y diversión los apenas 1.300 kilógramos que da en la báscula. Un coche que también disfrutó de piezas de sus hermanos mayores, especialmente del 911 GT3 Cup, del que tomó muchas partes del eje delantero y la suspensión trasera. Sus 110.000 € sin IVA son el techo que deberán tener tanto BMW como Ford si quieren tener parte del apetitoso pastel en el que se ha convertido la categoría GT4 para los grandes fabricantes.