El regreso al mundo de la resistencia de Cadillac no pudo ser más exitoso, pues la marca de GM dominó la edición 2017 de las 24 Horas de Daytona. La primera cita del United SportsCar Championship norteamericano fue también el pistoletazo de salida para los nuevos prototipos DPi y LMP2, que en muchos casos como cabía esperar se encontraron con lógicos problemas de fiabilidad. Por el contrario GTLM y GTD colmaron las expectativas con muchas marcas luchando por la victoria, llevándose finalmente el gato al agua Ford y Porsche.
A pesar de que en el test previo a Daytona los LMP2 con especificaciones FIA, alineados por estructuras como Rebellion, DragonSpeed o Spirit of Daytona/Visit Florida Racing, dieron de qué hablar, una vez llegó el fin de semana de la gran carrera quedó patente la superioridad de los tres Cadillac DPi-V.R. Alineados por dos estructuras diferentes: Wayne Taylor Racing y Action Express. Y aunque Visit Florida Racing logró un meritorio tercer puesto con su Riley, la lucha por la victoria quedó reducida a un duelo directo entre esos dos equipos apoyados por GM.
El desenlace de la prueba no estuvo exento de polémica, pues primero Action Express aprovechó que su segundo coche tenía vueltas perdidas para entorpecer a su rival en la última hora de carrera y posteriormente el adelantamiento que valió una victoria en Daytona se produjo con toque y trompo incluidos: a cinco minutos del final Ricky Taylor vio un hueco en la curva uno, Filipe Albuquerque cerró la puerta puede que demasiado tarde y Dirección de Carrera optó por lavarse las manos. Así es como el triunfo fue para la familia Taylor (Wayne, padre y jefe de equipo; Ricky y Jordan, hijos y pilotos), acompañados por la leyenda de la NASCAR Jeff Gordon y un hombre de la casa como Max Angelelli, que aprovechó la ocasión para retirarse del pilotaje.
Aunque sólo dos prototipos se retiraron oficialmente, los potenciales rivales de los coches que acabaron en el podio fueron cayendo progresivamente tanto por accidentes como en el caso de DragonSpeed, como por fiabilidad, que se cebó con Rebellion o Mazda. Ello ayudó a que Extreme Speed Motorsport alcanzase un cuarto puesto con un Nissan-Onroak DPi aún falto de desarrollo: el propio equipo reconoce que sólo han probado con él durante el último mes. Así, los GTLM llegaron a ocupar todos los puestos de la general del 5º al 12º.
Hasta ocho coches de esta categoría afrontaron los últimos minutos de carrera en la vuelta del líder, pero Ford mantuvo el control durante buena parte de las 24 horas y finalmente fue el GT #66, con Dirk Müller, Joey Hand y Sébastien Bourdais quien se hizo con el triunfo. Porsche lo intentó todo para acechar al coche norteamericano con su nuevo 911 RSR de motor central, pero finalmente Patrick Pilet bastante tuvo con defenderse del Ferrari 488 pilotado por James Calado hasta el último metro. El Corvette número 3 pilotado por Antonio García, nuestro único representante en Daytona, junto a Jan Magnussen y Mike Rockenfeller, fue cuarto en una carrera donde Corvette Racing pareció un paso por detrás de sus rivales a nivel de rendimiento puro, aunque por pilotaje y estrategia demostraron ser capaces de todo en otras citas importantes como Sebring o Le Mans.
Daytona asistió en categoría GTD a tres novedades. Aunque el Mercedes AMG-GT3 lleva un año compitiendo, era la primera vez que aparecía en el certamen IMSA, sumándose así a los estrenos ya homologados como GT3 del Honda NSX y el Lexus RC F. Pero el triunfo se lo llevó un viejo conocido que ha arrancado el año de forma inmejorable: al igual que en las 24 Horas de Dubai la victoria fue para Porsche de la mano del equipo Alegra Motorsports. El piloto de fábrica de Porsche Michael Christensen capitaneó una alineación compuesta por Daniel Morad, Jesse Lazare y Carlos y Michael de Quesada. Mercedes se subió al podio junto a Audi, mientras que Honda (o Acura, como compite en EEUU) logró un quinto puesto y Lexus conoció un debut más complicado, quedando fuera de los diez primeros.
Mucho menos interés tuvo la categoría LMPC, donde todos los participantes usan un viejo Oreca con motor Chevrolet de cinco litros. Una pobre inscripción y unos gentlemen drivers poco acertados en condiciones delicadas convirtieron la carrera en un carrusel de banderas amarillas con poca lucha por la victoria, que fue para Performance Tech Motorsports.