Georgina Amorós: "En la vida puedes morir de muchas formas: relaciones que acaban, distanciamientos... Se puede renacer y revivir"
“Lo peor de ser actriz es la hiperexposición de tu imagen, el juicio, todas esas cosas más superficiales y físicas”
Pongamos que hay dos tipos de intérpretes: los que nos esperan con un plato que ya conocemos o sabemos que nos gusta y los que cocinan sorpresas. Uno llega a casa sin saber qué hay de cena, pero pensando en qué serie va a ver. Buscamos ‘thriller’ o ‘romántica’ y ahí están, con el plato listo y rebosante de sustos secos o de abrazos largos, para que metamos la cuchara; otras veces, dejamos que los más versátiles nos sorprendan con un plato nuevo, inesperado.
Georgina Amorós Sagrera (Barcelona, 1998) pertenece a esa segunda categoría de actrices silenciosas y mágicas como la sal. Habla cinco idiomas. Estudió interpretación en Los Ángeles. Tiene millones de fans, pero sigue siendo misteriosa y conocida a la vez. Ha sido Jimena, Ana, Cayetana, Irene, Fátima, Marta o Delores. Fue Jimena en Águila Roja y Ana en Velvet. Saltó a la fama global con dos proyectos de los mismos autores: Élite, donde interpretaba el controvertido papel de Cayetana, una joven comprometida aparentemente feliz y con Todas las veces que nos enamoramos, donde era Irene, un perfil opuesto. Netflix le rindió pleitesía. Pero también fue Fátima en la exitosa Vis a vis, Marta en Código emperador, donde compartió pantalla con Luis Tosar y fue Delores bajo la dirección Woody Allen en Rifkin´s Festival, entre otros trabajos.
Su primer apellido es el hashtag más buscado de las plataformas; el segundo alude a los espacios sagrados cercanos a las capillas en cuyo interior se guardan vinos y cereales. Hoy protagoniza junto a Karra Elejalde una serie de misterio rural, Segunda muerte en la plataforma de Movistar+, donde interpreta a Sandra, una joven guardia civil que se encuentra por casualidad con el cadáver de una mujer que había fallecido años atrás. “La serie se transforma sobre sí misma una y otra vez, son muchos mundos distintos”, explica, “en el capítulo tercero, por ejemplo o luego en el sexto, rodamos en unas antiguas fábricas de papel abandonadas, un lugar tétrico y espectacular. Toda la serie sucede en Cantabria, donde nos instalamos muchos meses. Fue muy intenso, la atmósfera es un personaje más, el paisaje importa, toda la historia sucede en un pueblo pequeño”. Una ficción en capítulos que, de nuevo, interpreta una actriz con la misma intensidad y polifacetismo que el paisaje que la envuelve.
Segunda muerte
¿Se puede morir varias veces?
Sí, desde luego, de muchas formas distintas. En la vida te puedes morir de muchas maneras, con relaciones que se acaban, con distanciamientos, con pequeñas muertes y bajones, se puede renacer y revivir. Y te puede pasar lo que a esta señora en la serie Segunda Muerte. Bueno, no se sabe qué le ha pasado durante estos siete años, que ya la enterramos, es el hilo conductor… no sabemos.
¿Por qué cree que están de moda el misterio y thriller? ¿Necesitamos más emociones, pero en cuerpo ajeno?
Es un género que funciona muy bien porque te engancha y tal y como están concebidas las series, para que te pongas un capítulo más otro, es muy efectivo, sobre todo ahora que vemos más ficción en casa que en los cines. Pero la ficción, al igual que otros géneros, es como un caballo de Troya: tú ves el thriller, y entras por la línea de investigación, para profundizar en muchos otros temas, al igual que ocurre en la literatura de misterio, y terminas reflexionando sobre las relaciones paternofiliales o la demencia senil, el thriller sirve muy bien para entrar en tramas intrafamiliares.
¿Cómo es —o ha sido— su relación con la muerte?
Hay otras culturas en las que no todo alrededor de la muerte es un drama. Hay muchas posiciones inexplicables, he sabido que se llega a pagar a mujeres para que vayan a entierros a llorar. En otros lugares hay una cosa más espiritual, que no se vive como un final sino como una transformación. Sin ser yo religiosa, es un concepto que me parece bello y bonito. La muerte no puede ser algo puramente físico.
¿Estamos realmente en un boom audiovisual en España?¿Cómo le llegó este papel?
Me llegó en un casting y me pasaron de golpe los seis guiones. Algo inusual. Normalmente te dan dos y te van llegando el resto. Los leí de una vez. Me encantó el arco que tenía en los seis capítulos, es un personaje más maduro. Es madre, entre otras cosas. Los conflictos a los que se enfrenta son duros. De thriller no había hecho mucho, sólo una experiencia previa con Luis Tósar, es la vez que más me meto en el género. Trabajar con Karra era algo que me motivaba.
¿Y en relación al liderazgo femenino, cómo lo ve en el mundo de la interpretación?
Un proyecto importante en ese sentido para mí, a nivel personal, fue Vis a vis, que hice con muchas mujeres, que se conocían todas, el equipo era muy femenino y piña, ver ese ambiente de trabajo fue muy importante. Me tocó mucho ver cómo se apoyaban entre ellas. En Élite también entre las chicas lo que creamos fue muy así. En Todas las veces que nos enamoramos, las directoras que tuvimos eran muy distintas y con mucha fuerza y me invitaron incluso a dirigir una escena en uno de los capítulos. Para mí eso es la sororidad: en algún momento tienes que aprender, te tienen que dar la oportunidad, para que puedas aprender, y equivocarte. A los hombres se les lleva dando la oportunidad de equivocarse toda la vida, a las mujeres no.
Su rango interpretativo es amplio… ¿cómo se autodefine en pocas palabras?
Creo que soy alguien sobre todo muy respetuosa: no entiendo la intolerancia, creo en que cada uno sea libre de ser como quiera ser. Nadie tiene ningún derecho a juzgar ni meterse en la vida de nadie.
¿Cómo le afecta a su interpretación el resto del elenco? ¿Es mejor actriz si tiene buena réplica?
Cuando puedes actuar y delante tienes a actrices o actores que te lo dan todo y te cogen de la mano, y más que buenos son generosos, es curioso porque llegas a otros lugares. En esta serie entre nuestros personajes se establece una relación muy compleja. El primer día nos cogimos de la mano y nos dijimos ‘esto lo vamos a hacer juntos’. Ha sido un trabajo de estar presente y escuchar.
Estrenar en cien países
¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos de su profesión?
Lo que más me gusta es actuar. Eso. El momento en el que te dicen ‘acción’ y entras en un lugar mágico, inexacto en el espacio-tiempo. Me olvido de todo y me pongo al servicio de jugar y desaparecer. Lo peor es todo lo que no sea ese momento. La hiperexposición de la imagen, el juicio, todas esas cosas más superficiales y físicas. No me siento tan identificada con esa parte, aunque entiendo que es inevitable.
¡Justo lo que para muchas personas es más atractivo! La fama y el físico.
A mí me gusta actuar y elegí esta profesión porque me gusta interpretar y meterme en la piel de personajes. Lo otro es algo que está tan fuera de mi control que me genera ansiedad y no tiene que ver con los motivos por los que he decidido ser actriz. Hay mucha gente que le da mucha importancia, es verdad, en los tiempos actuales parece más importante el físico o los followers. Pero si soy actriz lo que realmente debo querer es emocionar a otros e invitarles a hacer un viaje conmigo.
¿Cómo se vive estrenar simultáneamente en más de cien países?
Con Élite fue un shock, éramos muy jóvenes y estábamos todavía intentado averiguar quiénes éramos y qué nos gustaba. Nos llegó de repente mucho juicio externo. Lo bueno es que hicimos mucha piña, con Danna, con todos, tuvimos que crecer de golpe. Transitar estas fases tan extrañas en las que te cuestionas todo es mejor hacerlo siempre con alguien, eso ayuda.
Ahora, además, se muestra su trabajo en el mundo entero, usando los canales totales… ¿Lleva usted sus propias redes?
Sí, las llevo yo. Intento darles el uso correcto, el mínimo posible y verlo tal y como es.
¿Cuál es su consejo en ese sentido?
Lo que realmente pienso es cada uno debe hacerlo como le de la gana: intento utilizarlo para algo bonito, si a mucha gente le interesa tu trabajo, tu carrera y te apoyan, sentir ese calor está bien. Pero ya no entro en los comentarios, he relativizado eso, ni todo lo bueno es cierto ni todo lo malo.
Es activista en diferentes causas, también a través de Instagram…
Creo que la visibilidad de las redes es un canal directo con mucha gente, eso es cierto: puede ayudar a hacer llegar mensajes que me parecen importantes, no para cambiar la mentalidad de nadie. Son cosas relevantes para mí y las subo igual con millones como si tuviera cien followers. Forma parte de quién soy. No porque tenga más o menos seguidores.
Finalmente, ¿cómo recarga su energía?
Me gusta caminar por la montaña, es mi forma de meditación. Acabo de estar en Nueva Zelanda, cuando caminaba sola por la montaña para hacer una ruta, rodeada de naturaleza, en la inmensidad, era increíble. Tres horas sin hablar con nadie. Me ayudó a conectar conmigo misma. En mi tiempo libre, viajar me sirve para conocer otros mundos y otras vidas, relativizar, ampliar mi visión personal y mi trabajo como actriz. Hago viajes para aprender a no juzgar.
¿El viaje que más la cambió personalmente?
Perú, donde conocí a Virgilio y Pía, que son chefs con restaurantes auténticos y excelentes que aman su tierra, sus orígenes, conocer las raíces de algo cuando se hace con corazón, por motivos genuinos y menos materiales, eso me inspira mucho.