Ruth Gabriel: "Mis relaciones de infancia estuvieron muy tocadas, apenas fui el colegio y sufría 'bullying' por ser la niña de Espinete"
“Hay muchas maneras de construir esta profesión y no hay una sola manera de vivirla, lo que queda es la huella que dejas”
Su amor a la interpretación es absoluto, un amor total. Su pasión es inquebrantable, su vitalidad es contagiosa, su sonrisa ancha salta al ruedo antes incluso que el resto de su cuerpo.
La actriz Ruth Gabriel (San Fernando de Cádiz, 1975) es pura inspiración, pero ella ha preferido escribir un libro sobre 30 mujeres de cine que le inspiran, dando muestras, una vez más, de su generosidad y entrega hacia lo que ha elegido vivir y ser desde muy niña.
Su libro Mujeres de cine está en la calle dando saltos de alegría y mucho que hablar, porque contiene el mundo, las pasiones, contradicciones, deseos, luchas, empeños, dificultades y anhelos de 30 mujeres artistas que nos han cambiado la vida a todas, a través de escenarios y pantallas, pero también a este otro lado de la ficción, siendo ejemplos reales de maneras muy diversas de entender el arte, el feminismo, la política, el amor, la vida, el tiempo pasado o presente… y España.
Editado por Libros de las Malas Compañías, Mujeres de cine, 30 actrices que dejaron huella, se lee y se mira como si se entrara en un teatro, en un circo, en una fiesta, gracias al texto cercanísimo, amable y abrazador, de Ruth Gabriel, y a las luminosas y coloristas ilustraciones de Vanessa Santos – conocida como Fraules -, materiales complementarios que se dan la mano en buena compañía.
Y, además, la puerta al mundo de Ruth se abre con un prólogo espléndido de la cineasta Paula Ortiz, titulado Cartógrafas del Alma, que pone la primera pieza del puzle con sensibilidad exquisita.
Inspirado por Julieta Serrano en Mujeres al borde de un ataque de nervios
Conjunto de vestido y chaqueta de Etxart Panno, zapatos de Ceibo Concept, diadema de Chu Ioffe en Adeana.es y pendientes de Bibi Marini en Adeana.es
Vocación y provocación
¿Cómo se crece siendo hija de un actor y de una poetisa?
Para mi es lo normal. Uno considera casa lo que ha vivido, para mí, casa tiene que ver con teatro, que era el sitio en el que más tiempo pasábamos, tiene que ver con la importancia de estar callada en un espacio reverencial, no hacer ruido, no molestar. Y con saber que hay cosas que se hacen bien, pero siempre se pueden hacer mejor.
Yo relaciono la palabra ensayo con la posibilidad de probar y volver a probar, para quitarle el miedo a algo, para mejorar, para crecer.
¿Recuerdas tu primera vez saliendo a escena o grabando en un plató?
La primera vez que me subí a un escenario tenía once meses, sustituyendo a mi hermano. A los cinco años ya empecé a hacer televisión. Eso era casa para mí, no era algo “mágico”, era mi día a día. Igual que el hecho de tener en casa una habitación para guardar maquillajes, cosas de atrezo, un vestuario lleno de fantasía…recuerdo ese olor especial.
Todo ese mundo era mi zona de confort.
Una vez que ser actriz es una decisión propia y consciente, no algo adquirido o heredado, aparece la necesidad de formarte y la entrega total a tu profesión. A partir de ahí, ¿qué sensaciones te atraviesan el cuerpo y el alma?
¿Dónde está en ti la frontera entre la alegría y el abismo, entre la ilusión y el miedo?
Al principio yo decía, quizá por inercia: quiero hacer esto porque es donde me siento en casa. Más adelante vivo un proceso que me lleva a pensar: esto que estoy haciendo es grandioso. Tiene que ver con sentir lo divertido que es jugar cuando interpreto, a ser o hacerme consciente de que, al interpretar, estás dando un paso más allá, que consiste en habitar otra alma o, mejor dicho, dejar que otra alma te habite a ti, y ponerte al servicio de eso.
Cuando estás enamorada de tu profesión aparece un propósito, en mi caso hubo un momento en el que me pregunté: ¿cuál es mi propósito? Descubrí que me fascina el ser humano y sus comportamientos; mi propósito es acercarme lo más posible e indagar en el ser humano, y que ese viaje no sea un aprendizaje o un placer solitario, sino compartirlo con los demás.
Creo que si nos entendemos podemos ser más grandes, al empatizar unos con otros podemos ser brillantes, más listos, más hermosos como personas. Yo lo consigo a través de la interpretación, pero también con los talleres que imparto de comunicación.
Diferentes caminos para acercarte al otro, al centro, ¿para comunicar y comunicarte?
Maneras diferentes que al final son la misma, o están dentro de una misma necesidad de comprensión del ser humano, un conocimiento que se puede y me gusta compartir.
Esa necesidad tuya es tu provocación…
Sí, lo que provoca en mí el ser actriz, y también lo que me provoca esta profesión al ver a mis compañeros en una función, en una serie o película. Cuando un actor hace una determinada escena, está mostrándome el camino hacia una vivencia para que yo no tenga que atravesarla.
Y si, además, te sientes tocada por esa vivencia, sientes que no estás sola.
¿No hubo un instante, una hora, un día, un año, una época de rebeldía, en la que tú quisieras ser otra cosa diferente a lo que para ti era casa?
No, simplemente quería ser mejor. Nunca quise ser otra cosa. Sabía que eso era lo que había aprendido de mi padre, el actor Ismael Abellán, de mi tía, la actriz Susi Sánchez, y lo que sí me planteo es: ¿cómo doy un paso más? Probablemente ahí es donde decidí irme a estudiar a Estados Unidos.
Hubo un momento de reto personal, de plantearme: ¿hasta dónde puedo llegar? Una sensación que ya está calmada en mí. Ahora solamente pienso: disfruta, no te agobies.
No hubo rebeldía sino, más bien, autoexigencia.
Para ser tú misma y la actriz que querías ser, ¿te ayudó la decisión de irte y separarte de los tuyos, a un lugar físico y anímico donde nadie te reconociera ni te relacionara con la niña-actriz que fuiste?
Sí, me vino muy bien, porque en esa época yo era adolescente y antes, durante toda mi infancia, había sido “la niña de Barrio Sésamo”. Poder ser adolescente sin ser esa niña era liberador, poder ser yo, poder reinventarme. Y probar cómo relacionarme sin tener esa etiqueta.
Creo que pude descubrirme, mis relaciones de infancia habían estado muy tocadas por eso, apenas iba al colegio y cuando iba estuve marcada por el bullying por ser la niña de Espinete, y donde me sentía mejor era un set y entre adultos. Pero en ese viaje empecé a relacionarme con gente de mi edad y desde cero.
Inspirado por Lola Flores en Pena, penita, pena
La revelación
Demos un salto hasta caer en 1995, cuando ganas el Premio Goya en la categoría de Mejor Actriz Revelación por la película de Uribe, Días Contados. ¿Qué impronta dejó y permanece en ti, esa época y el premio?
Es la peli que me parió. Ruedo la película con 18 años, me dan el Goya con 19 y todo fue para mí un proceso mágico. Fue alucinante, me sentí actriz, sentí que estaba trabajando, hubo tres meses previos de ensayos en los que yo estaba descubriendo lo que era el trabajo real, era maravilloso, no he vuelto a tener una experiencia como esa.
Recibir el Goya fue algo precioso porque sabes que han votado los compañeros. Yo lo sentí como una bienvenida por parte de la profesión; hubo más premios, pero el Goya y el Premio de la Unión de Actores venían de mis compañeros.
Lo que pasa es que empecé la casa por el tejado.
Entras por la puerta grande siendo muy joven, pero te respalda una larga trayectoria de trabajo antes de ser “revelada” …
Si, así es. La casa todavía la estoy haciendo y no creo que termine nunca, me da igual haberla empezado por el tejado o por dónde sea, esto es un proceso que, en mi caso, se ha dado así, lo único que puedo hacer es dar las gracias a cada paso que doy.
Lo importante es construir, la casa o lo que sea…
Claro, y de momento me da para recogerme, sigo viviendo de la profesión que amo, sigo descubriendo gente extraordinaria y no dejo nunca de crecer.
Vestido de Damn Dots, zapatos de Ceibo Concept, mantón de Adeana.es y pendientes de Bibi Marini en Adeana.es
Y por todo ello la considero una inspiración
El proceso de investigación previo y la escritura de tu libro 30 Mujeres de cine, ¿te ha servido para profundizar, reflexionar, y conocer mejor a la actriz y a la mujer que hay en ti?
Todo trabajo de investigación te da eso. Ha sido muy bonito confirmar que hay muchas maneras de construir esta profesión y no hay una sola manera de vivirla, te toca como te ha tocado y al final, lo importante, o lo que queda, es la huella que dejas.
A través de las cartografías del alma que escribes, se descubren 30 maneras de ser, estar y vivir, lo cual es revelador y es… ¿un abrazo, un impulso, una ventana abierta y diversificada para nuevas generaciones?
Así es, además, yo tenía como referencia a mi padre y a mi tía, cuyas carreras no tienen absolutamente nada que ver entre sí, ni la mía, respecto a la de ellos, es igual, ni se parece a las carreras artísticas de los compañeros y compañeras que tengo alrededor.
Con lo cual, hay que tener la tranquilidad de decir: simplemente dedícate a lo que de verdad amas y olvídate del resto. Luego todo se coloca en su lugar, su forma, su tamaño. Sé feliz en lo que tú decidas ser y pon en ello todo tu esfuerzo, tu dedicación y tu alma, busca cada vez hacerlo mejor, y crecer.
“Y por todo ello la considero una inspiración”, es la frase que repites, casi como un mantra, como broche final a cada una de las semblanzas de las actrices. ¿No es lo mismo querer ser como ellas a ser inspirada por ellas?
Creo que todos empezamos queriendo ser otro u otra, por ejemplo, yo quería ser Ana Torrent, y he querido ser Concha Velasco, o ser todas las que están en el libro. Pero llega un momento en el que descubres, o aprendes, que precisamente lo que tiene el arte es la singularidad, no intentar ser como nadie, sino intentar encontrar tu propia voz.
Es bueno tenerlas a ellas como referentes para saber que dentro de tu voz hay muchas otras y encontrar muchos matices que pueden impulsarte a probar ciertas cosas. Puedes aprender de todas, pero lo que realmente estamos buscando cada una de nosotras es nuestra propia voz, no la imitación.
A todas ellas, de un modo real o ficticio, las conoces bien, pero ¿desde dónde las miras, las ves o las imaginas? ¿Cuál es el lugar de partida que despierta tu escritura?
Lo que he hecho es parecido a lo que pasa cuando tienes una pareja, a la que amas, y un día te pregunta o preguntas tú: ¿por qué me quieres? Tienes que pararte, pensarlo.
Me ha pasado algo así, me tuve que parar y pensar qué es lo que me late o me motiva cuando pienso en esa persona.
A partir de crear los porqués y ese vínculo, escribo. Por ejemplo, yo muchas veces he querido hacerlo todo tan tan bien, que me he bloqueado, por eso me inspira la intuición y la naturalidad de Rafaela Aparicio, ella simplemente hacía.
O me inspira el magnetismo de Charo López, que no sé qué es, pero hipnotiza. O Bibiana Fernández, a la que veía de pequeña y me parecía la cosa más sofisticada y alucinante del mundo. He empezado a construir a partir de esas singularidades, lo especial para mí de cada una de ellas.
Inspirado por Amparo Rivelles de Hay que deshacer la Casa
Conjunto de falda y camiseta de la colección de Tot-Hom, sandalias y cartera de Ceibo Concept, pendientes de Flor Amazona en Adeana.es y collar de Ido-Las lotas
Quizá esa mirada personal e intuitiva es lo que confiere al libro calidez y frescura, su carácter verdadero y cómplice. ¿Cómo ha sido el proceso de investigación en lo biográfico de tus protagonistas?
Un proceso parecido al que hago cuando preparo un personaje que voy a interpretar. Cuando las actrices creamos un personaje, muchas veces estudiamos cómo o porqué esa determinada persona se ha convertido en lo que ahora es, qué ha pasado en su historia de vida, los detonantes.
He buscado eso en las vidas de las 30 actrices, qué experiencias han vivido o qué les ha pasado para llegar a ser lo que son y transmitir ese aurea, o energía, esa característica que a mí me fascina tanto de cada una de ellas, y me inspira.
Cuando finalmente llega el libro a tus manos…
He llorado.
¿Qué respuestas o reacciones has ido recibiendo de las actrices que aún están entre nosotras?
El día de la presentación del libro, en Madrid, invité a mi tía, Susi Sánchez, a mi amiga Ana Fernández, y a otras actrices que no estaban aquí, pero ninguna de ellas sabía que estaba en el libro, se enteraron ahí mismo con la lectura de algunos fragmentos.
¡¿Se les cambió la cara?!
No te lo imaginas, fue precioso poder ver sus caras in situ, muy emocionante. Este libro es también una oportunidad para mí de dar las gracias por todo lo que han hecho, por todo lo que nos han inspirado y todo lo que han trabajado.
A medida que reciben el libro me van llamando algunos de los descendientes de las actrices que ya no están, la sensación es muy bonita, porque no se trata solamente de decir lo buenas actrices que son o han sido, sino todo lo que han removido en nuestras vidas, como mujeres, como artistas, como personas… como todo.
Las 30 mujeres que recorren tu libro, además de ser grandes actrices, son madres, hijas, hermanas, pioneras, brujas, santas, libres, presas, princesas, luchadoras, embajadoras…como señala el fantástico prólogo de la cineasta Paula Ortiz.
Sí, ellas son todo eso, tienen vidas fascinantes, es cierto, pero creo que las mujeres no somos súper heroínas, hay que construir la vida, estar ahí.
Reivindicar también la fragilidad y la dureza de esas vidas…
La dureza, la valentía, incluso la duda y los momentos de miedo o de vulnerabilidad.
¿Qué es lo que todas ellas tienen en común?
Que no se rinden. No renuncian. Cosa con la que me siento identificada, porque yo he pasado momentos de pensar que no volverían a llamarme, de no saber qué hacer, y he buscado otras salidas, pero no he renunciado, nunca, sería como matar algo de mí.
¿Escribir sobre ello, te ha servido a ti para fortalecerte? ¿Comprobar que a otras grandes actrices también les pasa, independientemente de su talento, esfuerzo, suerte, reconocimiento o fama?
Al elegir esta profesión yo sabía donde me metía, pero creo que es algo que no todo el mundo conoce, piensan que todo es miel sobre hojuelas, que si no llegas es porque no vales, pero no es así, hay tantísimos factores y cosas que están en juego y que no están en tu mano, que me ha gustado hablar de ello, sí.
Si hemos llegado hasta aquí o si conseguimos seguir, es porque tenemos una pasión muy clara sobre lo que queremos ser y hacer, es algo innegociable con una misma, algo que no se toca.
Y puedes buscarte la vida en otra cosa, como hizo Charo López en un momento dado, en el que volvió a la enseñanza, pero en cuanto ves una mínima posibilidad vuelves a tu profesión, sigues.
En mi caso, ser actriz es parte intrínseca de lo que soy.
Kaftan de Mirto, pendientes de Bibi Marini en Adeana.es y anillos de FFL en Adeana.es
Inspirado por Pilar Bardem en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto
La versatilidad y el juego
Ruth se transforma en Amparo Rivelles interpretando Hay que deshacer la casa (1986), largometraje de José Luis García Sánchez.
“Cuando mis padres me hablaron de Amparo Rivelles fue la primera vez que tuve conciencia de lo que era el linaje en el mundo de la actuación”. Mujeres de Cine.
¿Has deshecho más casas de las que has hecho, o al contrario?
Soy cáncer, dicen que somos apegados al hogar, nos gusta pensarlo, cuidarlo, colocarlo, yo cada dos por tres lo reorganizo todo, lo cambio de lugar, saco cosas, guardo otras. Lo que está manifestando eso es como está mi cabeza en relación al orden o desorden externo. Soy muy desordenada, pero tengo mi desorden propio y sistemático, que se manifiesta en cómo muevo las cosas.
Ahora mi escritorio es un caos, pero hay momentos en los que lo tiro todo y lo recoloco con un orden exquisito. Mi casa es un espejo de mi estado mental. Como no vivo sola, tengo que aguantar los estados mentales de los demás, pero mis espacios concretos van cambiando.
Y mis camerinos siempre están impecables, necesito ese súper orden para no tener que pensar en otra cosa que no sea la función.
Ruth se convierte en Lola Flores, cantando Pena, penita, pena.
“Lola Flores peleó por ser artista, por ser mujer, por ser libre”. Mujeres de Cine.
¿Alguna vez has sentido la pena, penita, pena corriendo por tus venas?
Muchas. Dejo que surjan mis emociones, si tengo pena siento toda la pena del mundo, dejo que ocurra. Ya demasiado dura he sido conmigo misma… ahora estoy más en el momento de soltar, porque no hay otra manera de gestionar la pena que dejando que esté ahí. Y observarla, porque si la guardas dentro… yo no sabría qué hacer con eso. La pena toca cuando toca.
Aunque, yo soy de buscar las alegrías.
Ruth en la piel de Verónica Forqué, en la película La vida alegre (1987) de Fernando Colomo.
“Verónica (…) nos dejó todo su amor, su generosidad y su talento como legado, y es el recuerdo que todos guardaremos de ella para siempre”. Mujeres de Cine.
¿Qué es aquello que más te alegra la vida?
Hay algo que me sube la dopamina a tope: las cosas bien hechas, y en equipo.
Cuando tengo un logro yo solita me da hasta pudor, pero cuando es en equipo me pone mucho, al ser compartido siento que, juntos, hemos triunfado.
¿No celebras tus logros personales, quizá por la autoexigencia que te impones?
Sí, pero poco a poco, con la edad, me estoy colocando en un sitio más amable, aunque es verdad que he sido heavy metal conmigo misma.
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Inspirado por Verónica Forqué en La Vida Alegre
Ruth convertida en Pilar Bardem, en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), la película de Agustín Díaz Yanes.
“Fue Pilar un grandísimo apoyo para mí cuando estrené Días contados (…) me dio fuerza y confianza para que yo sintiera que podía ocupar el lugar que me había ganado gracias a mi esfuerzo”. Mujeres de Cine.
¿Prefieres que se hable de ti o hablar tú de los demás?
Hay mucha diferencia, y por eso en el libro repito la frase “y por todo ello la considero una inspiración”, entre la fama y la inspiración. A mí me interesa un bledo ser famosa, lo que me interesa es tocar a la gente, a las personas que me leen o me miran, tanto las que me conocen como las que no.
Por ejemplo, tener una conversación con alguien y que esa persona, después, se sienta bien. Eso es lo que me parece un triunfo, saber que alguien ha estado un ratito conmigo y eso ha hecho que su día sea mejor.
Hablar, pero sobre todo estar, porque estar de verdad es muy importante, recibir, escuchar y sentir a la otra persona. Hacer que esa persona se sienta escuchada es lo esencial y creo que, intuitivamente, por eso he escogido las profesiones en las que me estoy moviendo.
Si yo buscara la fama, me movería mejor en redes, y en ese aspecto soy un desastre. Lo que quiero es sentirme bien con lo que estoy haciendo, no hacer las cosas por imposición, ni por nadie.
Ruth metamorfoseada en Susi Sánchez, protagonizando la película Cinco lobitos (2022) de Alauda Ruiz de Azúa.
“Susi (…) sabe ver sin juzgar y apoyar e impulsar con amor”. Mujeres de Cine.
¿Qué significa para ti ser madre? ¿Qué has aprendido, siéndolo?
Hay algo que me dijo mi madre en su momento y no entendí hasta que me pasó: cuando eres madre ya no te puedes imaginar no siéndolo. Es un viaje sin retorno, es un espejo constante, porque los hijos no sólo heredan nuestra genética sino también nuestros comportamientos.
Vas observando, es una buena manera de ir creciendo porque te das cuenta de cosas o tendencias tuyas que, a mí personalmente, no me gusta transmitir a mis hijas, y entonces vas modificándote.
También es una segunda oportunidad de entender o descubrir en ti, otra fuerza, otra valentía, otras capacidades. Y de aprender el respeto de no imponer, porque los hijos son seres libres.
Pero entiendo ese cansancio del que se habla en la película Cinco lobitos, esa sensación de no tener salida; hemos estado ahí muchas veces.
Creo que no hay que idealizar la maternidad, es un trabajo donde nadie te explica la letra pequeña y entran muchas cosas en juego, entre otras, las hormonas, que no se pueden controlar, y duelen, es difícil y angustia.
Luego todo se olvida, a mí se me han olvidado las noches sin dormir, o el parto…no habría humanidad si eso se recordara. Crecemos a base de retos y los hijos son retos constantes. Puedes querer profundamente, pero ese amor incluye momentos de dolor, de miedo, por supuesto que sí.
Yo me siento súper afortunada, sé que la maternidad, o paternidad, es un viaje duro, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Es mágico.
¿Gracias a las nuevas realizadoras, guionistas, productoras…actualmente se estánmescribiendo mejores papeles para mujeres? ¿Más poderosos y complejos o más cercanos a nuestra realidad?
Sí, y empieza a haber diversidad de edades en los repartos, lo cual es importante. Según los estudios de la Unión de Actores y Aisge, hasta hace bien poco, a partir de los 35 años dejaba de haber personajes femeninos, prácticamente estábamos borradas.
Noto el cambio, todavía queda mucho por hacer, pero creo que vamos por muy buen camino, yo confío. Y es importante, no sólo que aparezcan en la ficción personajes femeninos, sino su relevancia, que sean las que impulsan la historia.
En el libro están muchas de las actrices que han hecho personajes que mueven y tienen todo el peso de la historia. Hay que seguir trabajando en esto. Una mujer de más de 40 años tiene muchas cosas que contar, y se está demostrando que a la gente le interesa ir a verlas.
Además, hay algo que tenemos que visibilizar: más allá de ser víctimas, podemos ser mujeres fuertes que toman decisiones y hacen grandes cosas. Hay que ir poco a poco, pero sin pedir permiso a nadie.
Inspirado por Susi Sánchez en Cinco Lobitos
Camisa blanca básica de Tot-Hom, pantalones pret a porter de Tor-Homt y pendientes de Bibi Marini en Adeana.es
La versatilidad y el juego
Ruth convertida en Julieta Serrano, en la mítica película de Almodóvar Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).
“Julieta Serrano (…) una actriz con mil pieles, curiosa, disciplinada, sensible, inteligente y moderna”. Mujeres de Cine.
¿Qué cosas te atacan o ponen de los nervios?
La lista es grande. Hay algo que me pone de los nervios: la gente que no asume su responsabilidad o que tira balones fuera; a veces es por miedo, pero no vas a llegar a ningún lado metiendo la cabeza en la tierra como el avestruz. Asume la responsabilidad, encárgate de tu vida, hazte dueño o dueña de tu vida y toma tus decisiones sin depender de nadie, asume.
Para ti, ¿estar al borde, es bueno o malo? ¿Es peligroso o atractivo?
No me gusta estar ahí, pero creo que es necesario sentirte al borde y poner a prueba tu capacidad de reacción. Yo me he descubierto, en muchas ocasiones, siendo más fuerte de lo que imaginaba.
El tiempo pasado, presente… y lo que vendrá
¿Vives el presente o piensas mucho en el futuro?
Antes pensaba más en el futuro y me hacía mis cuentos de la lechera, ahora no tanto. El pasado es importante porque me ha enseñado muchas cosas, si no recuerdas tu pasado, en tu presente puedes volver a equivocarte y tropezar con las mismas piedras.
El futuro es algo que me impulsa, saber que hay más posibilidades y que puedes llegar a diferentes objetivos, me gusta tenerlo como referencia.
Pero estoy muy arraigada al presente, precisamente para poder irme tranquila, y estoy presente en todo lo que estoy haciendo en este momento.
Una de las cosas bonitas que haces, en este presente, son tus Talleres de Comunicación, en los que enseñas y al mismo tiempo recibes y aprendes. ¿Cómo llegas a crearlos, pensarlos? ¿En qué consisten?
Es un proceso largo. Durante la promoción de la peli Días contados yo era muy peque y estuve muy expuesta, aunque no fue algo traumático, porqué para mí eso era la felicidad total, pero metí la pata mucho y lo peor es que me di cuenta.
A raíz de ahí me entró pánico. Pensé: qué demonios he dicho yo en esa entrevista para que se entienda esto…algo he hecho mal en mi comunicación. Pasé mi duelo, hasta que entendí, sabiendo que seguiría dedicándome a esta profesión, que eso había que mejorarlo. Y me puse a investigar y a trabajar.
He trabajado con técnicas de oralidad en Estados Unidos y técnicas de interpretación, poco a poco fui investigando más y más, descubrí que esta faceta de dar talleres también me acerca a los resortes del ser humano. Cosas como el miedo a hablar en público, que es miedo al rechazo, u otras cuestiones como porqué hay gente vulnerable que se muestra agresiva, o porqué nos cuesta tanto decir nuestra opinión.
Me parece fascinante seguir aprendiendo cosas sobre cómo funcionamos a nivel neuronal, y cómo eso nos impacta o nos ayuda a cambiar comportamientos y a ser más empáticos.
Es un trabajo de comunicación asertiva, de liderazgo, pero también de saber crear un equipo y hacer que crezca a través del acompañamiento. Es muy cercano al trabajo que hago como actriz.
¿Cómo definirías el momento en el que tú estás, ahora?
Creo que estoy recogiendo muchas semillas gracias a haber sido inquieta y curiosa, o por haberme forzado en ser paciente, cosa que no soy, pero lo intento, y por mirar, observar y querer a la gente.
Y me he vuelto selectiva, ya no me rodeo de gente que me quite la energía, tengo un grupo vitamina que me da fuerza, con los que paso el mayor tiempo posible. Me rodeo de gente que me aporte y me haga crecer.
Me dedico a cargar pilas con la gente a la que quiero, que me quiere y me protege.
Para cerrar este viaje con MAGAS, creo que deberíamos explicar que Mujeres de cine también es un libro divertido, ¿no crees?
- ¡Sí! - Porque todas son maravillosas, ¿cómo no te vas a divertir con ellas? Además, una de las cosas que me dio la clave sobre este libro, como algo divertido y audaz, es la energía que me transmitieron las ilustraciones de Fraules, molan un montón, me dieron el impulso y la alegría de lanzarme a hacer en este proyecto. Así que, gracias.
Gracias a ti, Ruth.
Agradecimientos especiales a The Social Hub