El director del documental 'La ola verde (Qué sea ley)', que se estrena este viernes en España, aterrizó un "martes verde" en Buenos Aires. Era el año 2018 y uno de esos días en los que miles de mujeres abarrotaban las calles de Argentina para pedir la legalización del aborto con un pañuelo verde atado al cuello, a la muñeca o a sus mochilas.
Reconoce Juan Diego Solanas que el movimiento lo atravesó como un tren. 'La revolución de las hijas del pañuelo verde' o de 'Ni una menos', como se hacen llamar, había dividido el país ante el debate en el Congreso y Senado de una ley para la legalización del aborto en determinados supuestos.
Y Solanas empezó a grabar. A preguntarles por qué estaban ahí. Qué querían de su Gobierno. Qué sentían. Qué hacía que se mezclaran en la misma protesta una joven de 17 años, una abuela de la Plaza de Mayo, una obstetricia, una ama de casa, una joven madre... "No queremos que muera ni una más por los abortos ilegales que se producen", gritaban.
Entre las fotos que las manifestantes llevaban en pancartas, una llamaba la atención: la de Ana María Acevedo, una joven pobre de la zona de Santa Fe. En 2007, tenía sólo 20 años cuando le diagnosticaron cáncer de mandíbula y la trasladaron al hospital regional para tratarla. En un análisis, se enteraron de que estaba embarazada de 15 días y dejaron de medicarla.
"Pedimos que le hicieran un aborto para poder atenderla pero dijeron que no, que no se podía hacer y que no había nada que hacer porque querían salvar las dos vidas", explica su madre Norma en su casa, sobre un suelo de cemento lleno de agujeros y rodeada de nietos.
No salvaron ninguna de las dos vidas. Obligaron a Ana María a continuar con el embarazo hasta los cinco meses de gestación en el que le hicieron una cesárea para sacar a su hija. La bebé duro unas horas. Ella, 14 días más.
"La asesinaron a mi hija. Nunca tuvo un tratamiento ni nada. Cuando le hicieron la cesárea ella ya no aguantaba más. Le hicieron la quimio 8 días después de la cesárea pero la reventaron toda. Porque antes no le habían hecho tratamiento. La ataron de pies y de manos y así falleció como una condenada. Atada de las manos y los pies", relata su madre en el documental.
El presidente argentino, Alberto Fernández, anunció el pasado lunes que iba a enviar de nuevo un proyecto de interrupción voluntaria del embarazo en los próximos meses donde se "legalice el aborto en el tiempo inicial del embarazo y permita a las mujeres acceder al sistema de salud cuando toman la decisión de abortar".
Como en 2018, está previsto que este nuevo proyecto se apruebe en el Congreso pero no se sabe qué podría pasar en el Senado. Además, el Gobierno tendrá que marcar bien qué entiende por "tiempo inicial del embarazo" para contar con más o menos apoyos.
En cualquier caso, en un país donde cada semana muere una mujer por las consecuencias de un aborto ilegal, muchas pierden el útero y otras están tiempo enfermas por estas prácticas, cualquier propuesta de debate para modificar una ley de 1921 parece un éxito.
La contraola viene de los sectores más conservadoras y de la iglesia: en este caso católica y evangélica. "Los doctores iban a hacer una reunión ética con el cura, los asistentes sociales y los jueces para ver qué hacían con mi hija pero a nosotros, los padres, no nos dejaron entrar. Dicen que sí la hicieron pero con nosotros no. Los curas dijeron que no le hagan el aborto y no se lo hicieron", advierte la madre de Ana María Acevedo.
Según Norma, "dos curas iban todos los días a verla" al hospital Iturraspe, donde estaba ingresada la joven. "La miraban y estaban dos horas allí pero nunca le dieron una oportunidad de vida aunque ella era católica", se justifica.
Ahora esta madre huérfana quiere justicia. "Que vayan presos los médicos responsables de no haberle garantizado un aborto terapéutico" y " de no darle el tratamiento oncológico que necesitaba". "Ella se merecía estar viva y criando a sus hijitos y bueno estar entre nosotros porque a nadie le hizo mal", insiste con una serenidad que asusta.
El documental, que se proyectó en la pasada edición del Festival de Cannes, recoge más casos de mujeres que murieron tras someterse a un aborto ilegal y otras que sobrevivieron bajo el miedo de ser denunciadas y juzgadas por ello. Solanas recuerda que de los 320 millones de mujeres que viven en Latinoamérica, sólo un 8% puede interrumpir voluntariamente su embarazo y que sólo en Argentina se producen unos 500.000 abortos clandestinos.
Pero 'La ola verde (Que sea ley)' trata de recoger todas las voces de un conflicto que parte a la sociedad argentina. Frente a la ola verde está el movimiento azul, de los que defienden el derecho a la vida del feto desde su mismo momento de fecundación, de los diputados que votaron en contra porque su fe así se lo mandaba y de quienes advierten de que no se puede obligar a un médico a "matar" a una vida.
En el debate del 9 de agosto de 2018, en el Senado argentino se escucharon a muchas diputadas y diputados defender que el movimiento por el derecho a decidir de las mujeres era imparable. Que la sociedad había cambiado y que "las argentinas pedían a su gobierno que legislara para ellas".
El proyecto se rechazó por 38 votos en contra y 31 a favor. Pero la promesa de Alberto Fernández vuelve a colocar al aborto en mitad de la vida del país y no sólo política: también la Iglesia o la Sanidad se muestran divididas.
'La ola verde (Que sea ley)' habla con médicos que imploran su juramento hipocrático para no practicar un aborto y quienes, tras 28 años trabajando en maternidad, aseguran que no puede ver a más "mujeres que perdieron su útero y la vida con el aborto clandestino".
Habla con sacerdotes que esgrimen lo sagrado de la vida y quienes, trabajando en las villas argentinas, denuncian que "no quieren educación, ni anticonceptivo ni aborto. Lo que quieren son familia de conejos sin contacto con la realidad".