Parta de la premisa de que nadie, pero nadie (e imagínense estas cinco letras en mayúsculas y con muchas exclamaciones) quiere que mi hijo corra el mínimo riesgo más que yo. Me costó más de 30 horas traerlo al mundo y no quiero que ningún virus ni coronavirus lo dañe.
Pero la psicosis que ha creado la presidenta de la Comunidad de Madrid con una decisión sin precedentes (cerrar los colegios, algunos dicen que hasta Semana Santa) sólo sirve para que los padres nos volvamos locos y los niños sigan expuestos a lo que crea Díaz Ayuso que están expuestos en el colegio, aunque cambiando de escenario: los partidos de las ligas infantiles que siguen activos, las clases particulares de idiomas, el ballet, el parque, los juegos de bolas o, simplemente caminando por la calle o cogiendo el metro.
Además, la medida lejos de cortar los contagios incluso puede incrementarlos y con población de riesgo. ¿Ha pensado la señora Díaz Ayuso que si la gente que somos de fuera de Madrid (un porcentaje altísimo) tenemos que tirar de los abuelos para cuidar a los pequeños estaremos creando un movimiento migratorio más grande que el de los jóvenes en la época de crisis? Y los estudiantes universitarios que se quedan sin clase, ¿no volverán a sus pueblos? Más movimiento.
Los abuelos de mi hijo, por ejemplo, viven en Alicante. Tendrían que abandonar una provincia que se mantiene al margen del foco, una comunidad segura, para venir a Madrid y probar suerte a ver si le toca un virus. A su edad.
Claro que la Comunidad de Madrid ha advertido a los padres que no tiren de la ayuda de los abuelos porque son población de riesgo. Ahhh, ya... entonces Díaz Ayuso habrá hablado con mi jefe para decirle que no pasa nada porque esté 8 horas en mi casa trabajando, en el mejor de los casos, con un niño que no puede salir, jugar ni ir al colegio. Todo arreglado, entonces.
Pánico en Whatsapp
Lo más absurdo es que, como he dicho anteriormente, ni la liga infantil de fútbol, ni de baloncesto, ni de balonmano, ni de voleibol ni de cualquier otro deporte infantil se ha suspendido, hasta ahora, por lo que el miércoles mi hijo no irá a su colegio, donde no hay ni un sólo caso de infectados ni en niños ni en mayores, pero el viernes se juntará con algo más 200 pequeños que en el Estadio del Vicálvaro (por si le interesa pasarse a la presidenta) disputarán sus partidos semanales, con un montón de padres, abuelos y otros hermanos animándolos. Y sólo es un grupo y una categoría... Multiplique por 26 y en benjamines, alevines, infantiles... y por todos los deportes que se juegan en la Comunidad de Madrid.
Una podría pensar que el problema soy yo, por mi situación específica: familia monoparental la mayor parte del tiempo sin abuelos en Madrid. Pero sólo cinco minutos después de que se conociera el cierre, en el whatsapp del cole había más de 50 mensajes de gente diciendo y qué hago yo con mi hijo o con mis hijos.
Todos los mensajes van a lo mismo: por qué 15 días y no 17 o 12, por qué cierran centros donde no hay ni un sólo infectado, por qué no suspenden la vida de todos los madrileños para que nos quedemos encerrados, y ahora cómo traigo yo a mis padres que son mayores, y si se infectan ellos... por qué, por qué...
No se preocupe, señora Díaz Ayuso, al final las madres y los padres que somos expertos en resolución de crisis, no como otros, lo hemos pensado bien, no como otros, y hemos tomado decisiones sensatas, no como otros: turnarnos con los niños para que, al menos, algunos puedan ir a trabajar aunque sea un día sí y un día no.
Ahora que lo pienso, ¿eso estará prohibido?