Ai Fen, la médica de Wuhan que alertó hace ya tres meses de la propagación del coronavirus, ha desaparecido, según cuentan varios medios internacionales. La situación ha desatado la polémica en China donde hay rumores de que puede haber sido detenida en represalia por sus palabras.

La médica había denunciado la situación que se estaba viviendo en los hospitales de Wuhan después de ver a varios de sus colegas morir por el coronavirus, criticando a las autoridades del hospital por haber impedido los avisos tempranos del brote. Ai Fen lo contó en una entrevista que la censura china intentó después borrar de internet. 

La revista china Renwu publicó un artículo donde la directora de emergencias del hospital Central de Wuhan señaló que fue reprendida después de alertar a sus superiores sobre la existencia de un virus similar al Sars, visto en pacientes en diciembre de 2019.



A inicios de marzo, cuando la situación se volvió insostenible en China y con el virus  en plena expansión mundial, Ai Fen subió el tono de sus críticas, juntándose a otros profesionales que arriesgaban sus trabajos, así como la detención, para hablar sobre las condiciones en Wuhan.

"Si hubiera sabido lo que iba a pasar, no me habría importado la reprimenda. Hubiera hablado de esto con quien fuera, donde pudiera", dijo entonces.



La repercusión de la entrevista de Ai Fen hizo reaccionar las autoridades: el articulo fue eliminado rápidamente de las redes sociales chinas. La revista Renwu eliminó la entrevista pero los internautas se han apresurado a guardar el artículo, publicando capturas de pantalla del mismo.

En un intento de evadir a los censores, se han creado nuevas versiones del artículo: con emojis, código morse, o pinyin, el sistema de romanización para el mandarín.

Diciembre, fecha clave

Según cuenta The Guardian, el 30 de diciembre, después de ver a varios pacientes con síntomas similares a la gripe y resistentes a los métodos de tratamiento habituales, Ai Fen recibió los resultados de laboratorio de un caso, que contenía las palabras: "coronavirus Sars". Tras leer el informe varias veces, Ai Fen explica que le entraron sudores fríos.



Marcó con un círculo las palabras Sars, hizo una foto y se la envió a un excompañero de la facultad de medicina, ahora médico de otro hospital en Wuhan. Esa misma noche la foto se extendió por todos los círculos médicos en Wuhan, convirtiéndose en la primera evidencia del brote.

La noticia llegó también a Li Wenliang, el médico que murió en febrero infectado por coronavirus, tras haber denunciado también la enfermedad a las autoridades. Según su relato, la policia le había recomendado que "dejara de esparcir el pánico" y se "dedicara a hacer su trabajo".



También esa noche, Ai Fen recibió un mensaje de su hospital que decía que la información sobre esta misteriosa enfermedad no debía divulgarse arbitrariamente para evitar el pánico. Dos días después, dijo en la entrevista, fue convocada por el jefe del comité de inspección disciplinaria del hospital y reprendida por "difundir rumores" y "dañar la estabilidad".



El personal sanitario tenía prohibido transmitir mensajes o imágenes relacionadas con el virus. Todo lo que Ai Fen pudo hacer entonces fue pedirle a su personal que usara ropa protectora y máscarillas, incluso cuando las autoridades del hospital les dijeron que no lo hicieran. Ella siguió recomendando a su departamento que usara chaquetas protectoras debajo de sus batas de médico.



"Vimos a más y más pacientes entrar a medida que el radio de propagación de la infección aumentó", explicó.
"Sabía que debía haber transmisión entre humanos".

El 21 de enero, el día después de que las autoridades chinas confirmaran la transmisión del virus de persona a persona, el número de residentes enfermos que acudieron a la sala de emergencias ya había alcanzado los 1.523 en un día, tres veces el volumen normal.


Al principio del brote, los funcionarios de seguridad pública en Wuhan dijeron que ocho personas habían sido castigadas por "difundir rumores". Ahora, cuando la pandemia avanza de manera incontrolable por todo el mundo, una de las que primero intentó alertar de la gravedad de la situación, ha desaparecido sin dejar rastro.