Llevan meses, algunas incluso años, persiguiendo el sueño de tener un hijo y, ahora, la pandemia del coronavirus les ha obligado a aplazar sus tratamientos de fertilidad. Cerca de 4.000 tratamientos podrían verse suspendidos, según los datos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) y, para muchas mujeres, que llevan tiempo intentando quedarse embarazadas, el parón de la actividad de las clínicas de reproducción asistida puede resultar un problema.
Los especialistas se centran sobre todo en tres grupos de mujeres: las pacientes oncológicas que necesitan preservar su fertilidad, con la vitrificación de óvulos; las mujeres con baja respuesta ovárica o con algún tipo de patología como, por ejemplo, la endometriosis; y las mujeres de edad avanzada. "La infertilidad no es un capricho, es una enfermedad. Y en esta enfermedad, desafortunadamente, el tiempo juega en contra, es una variable que influye mucho a la hora de conseguir resultados. Estas pacientes no pueden demorar sus tratamientos ni un día más", dice José Remohí, presidente y cofundador de IVI.
"Por la concepción social que tenemos y el ritmo de vida que llevamos, muchas mujeres ya se ven obligadas a postergar su maternidad. Cuando encima hay una infertilidad detrás, todas las curvas son desfavorables", explica. Remohí se centra sobre todo en las pacientes oncológicas: "Muchas tienen que empezar sus tratamientos de quimioterapia en 15 días. Y ese es el plazo que tienen para preservar su fertilidad y no perder la posibilidad de ser madres".
Según los últimos datos disponibles del registro de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), del 2018, un 9% de los 369.302 bebés nacidos en España ese año fueron concebidos con técnicas de reproducción asistida.
En su momento, y ante la gravedad de la pandemia y las restricciones a la movilidad, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), aconsejó la disminución de la actividad en los centros de reproducción españoles. Un mes después, la SEF pide que se reanuden los tratamientos "teniendo en cuenta que la infertilidad es una enfermedad en la que el tiempo influye de manera decisiva".
Desde que el Gobierno decretó el estado de alarma, el pasado marzo, toda la actividad sanitaria no urgente se paralizó y, con ella, los tratamientos de reproducción asistida. En el BOE del 1 de Abril, los centros de reproducción se consideraban servicios esenciales "únicamente ante procesos programados o ya iniciados", pero desde la SEF señalan que “ha pasado el momento más crítico de la pandemia” y piden al Ministerio de Sanidad que valore el reinicio de la actividad de estos centros.
En su comunicado, la SEF refiere, además, que "no se aprecian riesgos para la realización de las técnicas de reproducción asistida, ni para usuarias ni para embriones, ni para los embarazos producidos durante la pandemia, dado que no se ha encontrado virus ni en semen, ni en líquido folicular, ni en secreciones vaginales o uterinas".
Por ahora, se están realizando únicamente los servicios mínimos. Estos incluyen los ciclos de fecundación in vitro y de ovodonación que estén ya iniciados. La recomendación en este punto es la de vitrificar los embriones y no realizar transferencia alguna hasta que se supere el pico crítico de propagación del Covid-19. También se siguen realizando las visitas gestacionales que ya estuviesen programadas y se siguen atendiendo las urgencias médicas.
Cancelados, y sin fecha para volver a iniciarse por el momento, se han quedado los ciclos de inseminación artificial ya iniciados, la transferencia de embriones y el inicio de cualquier tratamiento nuevo.
Casi todos los tratamientos de fertilidad son procesos largos, con una carga emocional importante y un parón así afecta a las pacientes de manera significativa. "Hubo dos fases, la primera de comprensión y algún miedo también por la incertidumbre de la pandemia. Pero ahora las parejas ya se están poniendo más nerviosas e inquietas, porque el tiempo va pasando y ven que están perdiendo opciones”, dice Remohí.
Los centros han puesto a disposición de las pacientes un grupo de psicólogos, para atender sus miedos y angustias en estos momentos de incertidumbre. "Algunas mujeres y algunas parejas están agobiadas y lo están pasando muy mal. Es una situación complicada".
A la hora de volver a la actividad, la SEF destaca que se llevaría a cabo una "adaptación por parte de los centros a las medidas de seguridad que marque en cada momento la autoridad sanitaria, (…) restringiendo la actividad a los niveles indicados y con el escalonamiento asistencial" necesario.
En ese sentido, subraya Remohí, los grupos de mujeres que necesitan realizar el tratamiento de manera más urgente serían la prioridad. "Hemos desarrollado nuevos protocolos de seguridad, con tests y equipos de protección para evitar cualquier tipo de contagio. Y sabemos que cuando se abran las puertas no vamos a poder atender a todas las pacientes de golpe. Así que daremos prioridad a esos segmentos de población en cuyos casos el tratamiento urge más”.