Pensar en Ibiza es soñar con playas paradisíacas. Complejos hoteleros inmensos. Calas pequeñas donde no es fácil esconderse de los turistas en verano. E incluso fiestas interminables llenas de alcohol si se quiere. Pero, ¿y un tractor en mitad de una finca donde una mujer embarazada termina su jornada laboral como agricultora?
Pues esa mujer es Tanit Ribas Roselló (37 años), presidenta de la Associació dels pagesos de Sant Josep de Sa Talaia, un pueblo cercano al archiconocido San Antonio por los excesos, los balconings y el turismo de fiesta.
Su finca poco se parece a esas imágenes de bares y asfalto. De las 25 hectáreas con las que cuenta, la mayoría es bosque así que cultivables tiene solo una hectárea en la que crecen hortalizas y un pimentón ibicenco, variedad local, que se había perdido ya y que Tanit trata de recuperar para volver a conseguir los sabores de la cocina de la abuela.
Ella es una profesional de la agricultura. Y no es la única en el pueblo, donde la mayoría de las nuevas explotaciones agrícolas está en manos femeninas.
De hecho, la directiva de su asociación está formada por cuatro mujeres y "no por feminismo sino por dar visibilidad a lo que es una realidad", asegura Marina (39 años), vicepresidenta y propietaria de la finca Campuvir, una área ecológica donde los tomates y pimientos se mezclan con espárragos trigueros e higueras.
Las cuatro son madres, alguna de gemelas y otra, a punto de repetir (Tanit esta de baja desde hace más de un mes a la espera del gran día). Y eligieron el campo, entre otras cosas, porque les daba la oportunidad de hacer algo por su familia, por estar cerca o porque crecieran con valores más próximos a la sabiduría tradicional y a la ecología.
"Yo tenía un trabajo en una empresa pública y lo dejé porque estando en la finca puedo comer todos los días con mi hijo, antes de que se vaya a estudiar fuera", asegura Francesca (44 años), tesorera de esta agrupación y agricultora, aunque su vocación universitaria fuera la geografía.
Para Rosalina (46 años), la secretaria, finca y maternidad (doble) fue toda uno. "Firmamos la hipoteca en el banco para comprar las tierras y a los cuatro días descubrimos que estaba embarazada. A los 20, que eran gemelas... Ha sido durísimo".
Ella es la única de las cuatro que, pese a ser ingeniero agrónoma ("yo nunca digo 'ingeniera' y firmo con R. para que no me juzguen por ser mujer"), no trabaja a jornada completa en su finca: "Tengo que asegurar otros ingresos para la familia".
Así que se planteó la huerta a media jornada, que sólo ha sido real cuando la conciliación le ha obligado a quitarle horas a la tierra para dárselas a sus hijas: "Mientras las llevo al cole, voy a la finca y vuelvo. Luego sus actividades...".
Las mujeres en Ibiza siempre han trabajado en el campo pero pocas eran propietarias, jefas o estaban dadas de alta. Lo que han hecho ellas es seguir con una tradición que habían mamado de sus abuelas pero tomando los mandos de un tractor que, eso sí, denuncian no está diseñado para el cuerpo de la mujer.
"La maquinaria no está hecha para que la manipule una mujer. No es ergonómica. Para poner los aparejos del tractor necesitas mucha fuerza. Y eso que yo tengo uno nuevo. La industria tiene que cambiar", advierte Marina.
Esa misma sensación de impotencia a la hora de utilizar parte de la maquinaria agrícola la han experimentado tanto Francesca como Tanit. "Las herramientas tienen enganches cada vez más rápidos pero no están adaptados para otras medidas. Y deberían ser más fáciles".
Rosalina señala incluso más problemas: "Las vibraciones de algunas maquinarias, los mandos, la pesadez de su manejo... por eso opté por un huerto sin máquinas porque estaba cansada de esperar para cambiarlas, ya que no tienes fuerza física suficiente para tolerarlas bien".
Leyes no aptas para mujeres
Pero si la industria agrícola no ha hecho el menor esfuerzo por adaptarse al cuerpo de la mujer, las leyes, por ahora, también evidencias que han sido escritas por hombres pensando que los agricultores sólo podrían ser hombres.
"Mi baja médica por embarazo, porque no es compatible una gestación con estar al sol y un trabajo físico 8 horas, no se contempla en el 'Plan de Joven Agricultor' para rebajar los requisitos a cumplir para la ayuda y sí por una baja de larga duración de cualquier otra enfermedad e incluso por una catástrofe meteorológica. Cuando se hizo la legislación no se tuvo en cuenta que una mujer pudiera ser agricultora y el porcentaje que exigen para cumplirlo es muy alto", denuncia Tanit.
Esta falta de atención por parte de los políticos que denunciaba el sector incluso con protestas en la calle se ha dado la vuelta con el Covid-19. "El 6 de marzo todas las entidades agrarias de la isla firmamos una protesta por la situación de desesperación del sector y el día 14 de marzo fue un cambio radical", aclara.
Todos estos pequeños negocios han visto cómo se ha incrementado el reparto a domicilio en estos más de 40 días encerrado triplicando el trabajo, los horarios y la facturación: "Es una pena, que por una desgracia de este tipo se reconozca el verdadero papel e importancia del sector primario", se lamenta Rosalina señalando, sobre todo, el miedo que ha habido a un desabastecimiento.
Francesca no ha dejado tampoco de trabajar ni un sólo día en estos meses. "Aumentó bastante la demanda, no sé si porque la gente empezó a cocinar más o porque se dio cuenta de que una alimentación sana es básica para un cuerpo sano. Ahora se ha considerado esencial abastecer de producto fresco del propio territorio, poniendo el campo en valor".
Producto local
En la asociación de pagesos de esta zona de Ibiza, agricultores y agricultoras se dividen en un 50% más o menos, pero en los proyectos agrícolas, las mujeres empiezan a tomar ventaja en Ibiza, en concreto, y en general en Baleares: "Sobre todo con proyectos ecológicos. Cuando es madre, la mujer tiene más conciencia por la alimentación y por el medio ambiente", advierte Rosalina.
Todas llegaron al campo en unos años en los que el sector denunciaba que se ahogaba y pedían mejoras estructurales que permita a los agricultores ganarse la vida con su trabajo. Ellas lo sufren, por partida doble, y entienden que algo ha de cambiar en un trabajo "que es la base" de todo.
"Hubo una generación en Ibiza que abandonó las fincas y se fue a trabajar al turismo. Y ahora hay gente que estamos volviendo con conciencia social y ecológica y sobre todo queriendo hacer de la agricultura un negocio", aclara Marina.
Mientras cuenta con pasión su proyecto de huerta ecológica, su hijo de dos años y medio corretea cerca de ella, le habla y sigue disfrutando del sol y la proximidad a la tierra con la naturalidad de quien está en su hábitat. "Si vives de la agricultura es que tienes suerte en la vida. Mi familia tiene un restaurante que se llama Sacaleta y el 80% del producto de verano de la finca lo consume el restaurante. Las autoridades deberían de hacer algo porque si un restaurante mantiene a media familia y con precios que no son mucho más altos, el resto de hoteles y locales...", advierte como idea sostenible Marina.
De hecho, el cierre de hoteles y restaurantes puede ser un problema para esta temporada en una zona tan turística como Ibiza pero, como aclara Marina, ellas siguen con sus mismos planes de plantación: "Confiamos en que el consumidor local lo llegue a absorber".
Cara a cara
Montar puestos en la misma finca, cooperativas ecológicas o las cestas a familia (que hacen encargos y pasan a recoger los productos) son algunas de las ideas que han tenido que poner en práctica estas mujeres para dar salida a su trabajo. "Cada vez tendemos más a la venta directa, para evitar precios tan bajos. Me encargan por WhatsApp, lo dejo preparado y vienen a por ello", explica Francesca.
El problema en las islas, con una economía basada el sector servicios, sigue siendo la falta de apoyo interno: "La agricultura está denostada. En Baleares estamos en el 1% de consumo de productos de aquí, y en Ibiza peor. Se han perdido un montón de especies autóctonas porque todo se trae de fuera", se lamenta Tanit.
Marina insiste en que el trabajo profesional de la tierra supone un beneficio global para la sociedad: "La gente joven lo que pretendemos es montar un negocio, con línea de sostenibilidad, de recuperación de la agricultura... Y hay varias amenazas en la zona como la salinización de las aguas, el recurso limitado, las viviendas turísticas con jardines descomunales y piscinas que cambian con aguas subterráneas, la mala red de desaladoras y depuradoras insuficientes...".
Demasiados enemigos para luchar cada una por su lado. "En Ibiza son todos campos diseminados y es muy solitario el trabajo por lo que queríamos montar una asociación con la que poder reivindicar juntos", aclaran. "Había que dar voz a la agricultura en Ibiza que ha estado callada y no ha tenido representación. Los payeses son gente humilde, no son una empresa, y así ha sobrevivido hasta hoy", añade Marina.
Y por ahora lo han conseguido, aunque sea juntándose las cuatro y haciendo algo que hacen todos los días (subirse a un tractor) pero que llama mucho la atención si son mujeres las que lo dirigen.
Del futuro no quieren casi ni hablar: "Yo hace años que no cuento con la jubilación porque cotizas el mínimo porque estamos empezando y hasta que esto rueda...", se lamenta Francesca. Para Rosalina, el problema es que ya no es joven para administración y ni siquiera cuenta con la ayuda oficial. Así que sólo les queda esperar que la gente se conciencie de que hay que consumir producto autóctono, ecológico y a un precio justo... por el bien del planeta también.