He soportado muchas veces en mi vida la preguntita famosa del "bueno, ¿para cuándo un bebé?" Cuando me quedé embarazada, muchos de esos que me ponían en un aprieto por mi decisión libre de no ser una madre joven, me miraron con cara de pena como diciendo... "¡Vaya momentito para tener un niño!".
Exjefes, excompañeros, examigos y exparejas pensaron, casi al mismo tiempo, "ahora no es el mejor momento". Y la verdad, es que no existe ningún momento mejor para tener un bebé ni ninguno peor que cuando llega.
Seguro que la escena le suena a más de una. Y seguro que la escena le será muy familiar a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que está a punto de dar a luz, en mitad de una pandemia histórica, con un estado de alarma en equilibro y recién aterrizada a los mandos de un partido que sufrió un descalabro en las últimas elecciones con Albert Rivera a la cabeza.
Hace unos días se despidió de la vida pública asegurando que se cogería unas semanas de baja por maternidad, sin decidir todavía si la va a utilizar entera o no. A sabiendas, además, que el Congreso de los Diputados no establece el derecho de sus miembros a estos permisos al considerárseles "insustituibles".
¡Vaya momentito! Pero es en esos momentos, en estas cosas (terriblemente maravillosas) que te pasan por ser mujer, cuando las leyes de conciliación se hacen más necesarias para visualizar ejemplos de que se puede atravesar una baja por maternidad sin ser absorbida por ella. Y qué mejor visualización que la única candidata de un partido nacional a ser presidenta de España.
Entiendo que una tiene miedo a pasar a la zona invisible cuando se va 16 semanas de baja por maternidad. A no volver a tener el mismo puesto. A no ser tomada en cuenta. A no ser recordada. A no tener futuro.
Otras políticas
El vértigo lo debió de sentir igual que usted Susana Díaz (expresidenta andaluza y líder del PSOE en esa región) cuando sólo se ha cogido 45 días de baja (un pelín más de la cuarentena que te recomiendan los médicos) en los dos nacimientos de sus hijos (el último el pasado 18 de febrero).
O la misma Soraya Sáenz de Santamaría, la mujer que más cerca ha estado de ser presidenta de Gobierno, cuando tuvo a su hijo siendo la mano derecha de Rajoy. Ella sólo se tomó 10 días de descanso después del parto, ni siquiera siguió el consejo básico de ginecólogos y matronas para recuperar tu cuerpo.
Son pocos los ejemplos de políticas en primera línea que hayan asumido la baja por maternidad completa, como Teresa Rodríguez (líder de Adelante Andalucía), que estuvo seis meses fuera y en la primera entrevista que dio en la radio a su vuelta aseguró que le sabían a poco y que ojalá la baja fuera de un año para estar más con su hija Aurora.
No vamos a hablar ahora de cómo es posible que el Congreso de los Diputados, ahí donde se reúne la soberanía popular, ignore los tiempos que la mitad de la población necesita para recuperarse y para cuidar a los hijos de ese pueblo que tiene que seguir creciendo para mantener este tipo de asambleas.
Ni siquiera que los diputados tengan que coger su baja sin ostentar ese derecho. Pero sí está claro que estar cerca del poder hace que tiemblen más las piernas a la hora de retirarte de primera línea por unas semanas (seas política o no).
Tampoco lo debió de tener fácil Irene Montero y Pablo Iglesias al marcharse a cuidar de sus hijos casi en plena campaña electoral y con un partido roto. De hecho, muchos analistas aseguraron que esa ausencia les iba a pasar factura... y mírelos, de vicepresidente del Gobierno y ministra de Igualdad (ni soñando hubieran pensado que ése iba a ser su futuro).
Iglesias y Montero tuvieron a sus tres hijos entre elecciones, sesiones de investidura y vuelta a elecciones. ¡Vaya momentito! Decidieron cogerse la mitad de la baja cada uno, en lo que se llama permisos de paternidad consecutivos para asumir las tareas del cuidado de los hijos por igual y dar ejemplo.
¿Heroínas?
Usted tiene la oportunidad de dejar claro que no es una heroína si decide volver antes, como las que le gustan a Isabel Díaz Ayuso que en la campaña electoral en Madrid se atrevió a asegurar que la mujer que emprende o vuelve al trabajo a la semana de tener a su hijo son las que ella defiende, el tipo de mujer que le gusta.
La mayoría de las madres no tienen opción de llevarse sus pequeños al trabajo, muchas se ven obligadas a acortar sus bajas por miedo a perder su trabajo o por que son autónomas que no pueden aguantar las 16 semanas fuera si el Estado no les ayuda. No tienen opción de contratar a cuidadores o cuidadoras para sus hijos y la situación las lleva a ver "lo mejor de sus vidas" como un lastre laboral.
Yo no soy quien para delimitar las decisiones de una mujer que, haga lo que haga, será lo mejor para ella y para su pequeño. No me lo tome a mal, señora Arrimadas, pero este sí que es un buen momento, el mejor para usted, para demostrar que las mujeres tienen derecho a conciliar, que las bajas maternales (cortas si se comparan con otros países europeos) son sagradas y que una mujer puede ser madre, marcharse de permiso y volver a retomar su vida laboral en el momento y lugar justo donde lo dejó.
Y sobre todo es un buen momento para demostrar que cuando una mujer alcanza cotas de poder no se olvida de que es un faro para muchas otras que vienen detrás en condiciones mucho peores. Qué tenga el mejor parto del mundo. Y abrace bien a su hijo. Como una amiga me dijo cuando yo tuve al mío: 'tiene usted la oportunidad de educarlo realmente en igualdad'. Desde el primer momento.