La moda explora nuevos caminos de expresión y refleja los cambios sociales, pero no hace falta pasar por una crisis para que creadores como la diseñadora Sonia Carrasco se adelanten a su tiempo, confeccionando moda con tejidos reciclados, un futuro que ya es presente.
"Yo lo que hago es moda. Sí, con parámetros sostenibles, pero moda", advierte en una entrevista con Efe al "reivindicar una moda con estilo, sofisticada pero también con valores medioambientales y sociales porque me preocupa el planeta", de ahí su lema: "No solo somos moda, sino compromiso medioambiental".
Diseños que califica como vanguardistas, contemporáneos, frescos y sofisticados. Piezas que complementa con zapatos de piel de manzana o realizados a partir de residuos orgánicos.
A los 17 años ya hacía prácticas en una empresa de moda y ahora a los 32 dirige su propia firma, después de formarse al amparo de los mejores diseñadores en los talleres de Alexander McQueen, Celine y Zara.
Estar concienciada con el mundo que la rodea y el medio ambiente la llevó presentar en 2019 en la pasarela 080 de Barcelona una colección a partir de materiales reciclados en tejidos, hilos, botones, etiquetas o cremalleras que significó el reconocimiento y el Premio de la Generalitat al diseño emergente.
"Desde que era pequeña tenía claro lo que quería", dice mientras prepara su próxima colección. Pero cedió al consejo familiar y estudió una carrera. Se licenció en Empresariales, el "complemento ideal si finalmente mi objetivo era tener una marca". Y la recomendación familiar no le ha podido venir mejor.
"Mi familia tenía toda la razón, diseñas dos meses, y el resto es gestión, producción y ventas. Ahora lo valoro mucho", comenta con una sonrisa.
Desembarcar en el diseño de moda sostenible y mantener ese compromiso llegó por motivos personales. "No tenía otra opción", señala rotunda. "Empiezas a ver lo que está sucediendo en el planeta, un terremoto, un huracán, un tsunami y te das cuenta de que algo estamos haciendo mal".
Pero supo cómo encontrar una salida a su pasión, la moda, sin relacionarse con el "monstruo" que hay detrás y que tiene que ver con el hecho de que es la segunda industria más contaminante del planeta.
"Solo trabajamos con tejidos reciclados ya sean de prendas de segunda mano, tejidos veganos y orgánicos que estén certificados", explica Carrasco, quien asegura que es "estricta" con los proveedores, sobre los certificados que les acreditan, las condiciones laborales de sus trabajadores, "qué hacen y cómo lo hacen".
"A veces te enamoras de un tejido, pero, si no cumple los requisitos, lo cancelo. Trabajar así tiene sus limitaciones, pero no quiero perder esos valores", argumenta.
La diseñadora valenciana, afincada en Barcelona, se queja de que una prenda solo con un 30 por ciento de tejido de lana reciclado ya se considera "responsable" y solicita que esa categoría se amplíe hasta las confeccionadas con el 90 por ciento, el porcentaje que alcanzan sus prendas.
Asegura que pertenece a una generación, la "milenial", "más preparada y concienciada, más ética" y augura un espacio cada vez más amplio para la moda responsable.
"No es una tendencia, es una forma de crear", advierte y confía en que el interés que despierta "no sea algo temporal".
Sonia Carrasco considera que está en constante aprendizaje porque cada temporada "intentamos ir poco más allá en la búsqueda de materiales", un apartado que requiere de innovación y experimentación "que no siempre está disponible".
En el proceso de análisis en el que se halla la moda y su manera de producir, considera que la covid-19 lo que ha hecho es "acelerar" su desarrollo, en el que ya estaban inmersas firmas muy importantes con "líneas muy definidas", como la reducción de colecciones. "Es camino que hay que seguir. El ritmo era frenético, inhumano".
Un proceso en el que no solo cambia la industria también el consumidor. "Queda mal decirlo, pero la pandemia ha traído reflexiones positivas en el mundo de la moda" y consecuencias positivas para el planeta. La pregunta es, "¿lo olvidaremos?".
Se lamenta de que la industria de la moda española no sea tan fuerte como hace unos años, donde el número de fábricas textiles auguraban para ella otro destino y donde la artesanía tenía un lugar privilegiado. "Quiero pensar que es una industria potente que se irá consolidando".