La primera respuesta que se viene a la cabeza con esa pregunta puede ser que tenga que ver con el rol de cuidado que sigue asume la mujer casi en el 100% de las situaciones: más rampas para carritos y más baños. Pero organizaciones como el Banco Mundial y asociaciones de arquitectos y urbanistas advierten de que las ciudades están diseñadas "por y para el hombre" y que hay que mirar más allá en los cambios que se proyectan a futuro.

"Las áreas urbanas, el hogar de más del 80% de la población, son más adecuadas para hombres heterosexuales y sanos. No tienen en cuenta ni la vida ni las necesidades de las mujeres, las niñas, las minorías ni las personas con discapacidad", denuncia el Banco Mundial en su publicación "Handbook for Gender-Inclusive Urban Planning and Design".

Pero ¿por qué es importante la planificación urbana para cerrar las brechas de género? Según el Banco Mundial, "la planificación y el diseño urbanos dan forma al entorno que nos rodea, y ese entorno, a su vez, determina cómo vivimos, trabajamos, jugamos, nos movemos y descansamos".

Tres ciudades en el mundo han conseguido llevar mejoras urbanísticas para hacer sus calles women friendly: Nueva York, Barcelona y París. Curiosamente, dos de ellas tienen a una mujer como alcaldesa.

El Banco Mundial reconoce que el diseño de las ciudades afecta a la seguridad de las mujeres, a la movilidad, los servicios públicos, la salud, los cambios climáticos y el acceso a la vivienda. Por eso, Liane Hartley, fundadora de Urbanistas, una red global que promueve la participación de mujeres en el diseño de la ciudad, aseguró en el Financial Times que "hay que ser más ambiciosas y ver cómo conceptualizamos las ciudades en primer lugar" para que no sean hostiles hacia las mujeres.

"Las ciudades fueron diseñadas para que los hombres tomaran el tren al trabajo y las mujeres se quedaran en casa. Y eso ha cambiado", aclara Saskia Sassen, socióloga y experta en teoría urbana, que aboga por pequeños cambios que pueden ir transformando poco a poco la sociedad.

En todo el mundo, las mujeres ocupan solo el 10% de los puestos de trabajo de mayor rango en las principales firmas de arquitectura y oficinas de planificación urbana, según el organismo internacional. Por esta razón, el diseño de espacios públicos rara vez considera la vida cotidiana de las mujeres ni de las minorías.

Sin barrios residenciales

La tendencia de construir barrios residenciales (ya en el siglo pasado) transformó el diseño de las ciudades en un momento en el que las mujeres no estaban incorporadas al mercado laboral y básicamente se quedaban en casa. Sin embargo, muchas teorías urbanísticas apuestan ahora por acabar con la tendencia histórica de separar sectores porque dificulta compartir el trabajo con el cuidado de la familia (tanto para hombres como para mujeres).

"Separar sectores comerciales de las áreas residenciales y escolares dificulta compartir el trabajo con el cuidado", advierte Leslie Kern, autora de "Feminist City: Claiming Space in a Man-made World", quien añade: "La visión feminista tiene que ver con cómo podemos hacer que las ciudades faciliten la distribución más sencilla del cuidado y el trabajo".

De esta forma, muchos progenitores pasan horas perdidas en el camino hacia ir a dejar a sus hijos al colegio, recogerlos, ir al trabajo, ir a comprar o llevarlos a un parque. Un tiempo que se acorta y se facilita en lugares más pequeños, en esos barrios-pueblo que tienen de todo más próximo.

Dentro de esta nueva corriente se incluye el proyecto de Anne Hidalgo, alcaldesa de París, en su plan de peatonalización y construcción de carriles bici para lo que llamó "La ciudad en 15 minutos". La idea es que el lugar de trabajo, de compras, áreas escolares, atención médica... estuviera a 15 minutos de la vivienda caminando o en bici.

O las famosas manzanas que impulsó Ada Colau en Barcelona, peatonalizando el interior de estas zonas para hacerlas mucho más amable al acceso de mujeres, cuidadores, niños y discapacitados.

Peatonalización y bicicleta

Uno de los cambios más aplaudidos urbanísticamente en Nueva York se realizó entre los años 2007 y 2013 gracias al impulso de la entonces concejala de Transporte, Janette Sadik-Khan, una mujer. El tejido de más de 600 kilómetros de carriles bici (hoy tiene unos 2.000 kilómetros de los cuales sólo 200 están protegidos) hizo la ciudad más habitable y también más accesible para los que no viajan en coche que, según las estadísticas del Gobierno de Nueva York, suelen ser hombres, blancos y de edad media.

Los responsables reconocen que la proporción de ciclistas que usa estas vías sigue siendo superior entre hombres (una relación 3-1) que en mujeres. Para muchos, se trata de un indicador de que la bicicleta no se percibe como un transporte seguro para una parte de la población, porque lo que ahora el plan es convertir el máximo de vías en protegidas. 

Espacios hospitalarios

Especialistas de la London Schools of Economics aseguran que al verse visto excluidas de la planificación de las ciudades, las mujeres arquitectas tienen ahora una mayor sensibilidad para adaptar el entorno a otras minorías.

Una parte de esa discriminación se podría abordar con que los espacios públicos sean más hospitalarios para las madres que amamantan o proporcionando más baños para mujeres pero la idea es que dar un enfoque integral y más inclusivo.

"El espacio urbano determina cómo organizamos nuestras vidas y nuestras comunidades y, definitivamente, nuestra sociedad. Como tal, refleja y reproduce los estereotipos de género con los que crecimos y coexistimos. Fundamentalmente, construimos ciudades pensando en el uso y los presupuestos "masculinos neutros" en los que el papel de las mujeres está en el espacio privado del hogar versus el espacio público", insiste Horacio Terraza, especialista urbano del Banco Mundial y uno de los autores de este estudio.

Seguridad

Mucho se ha hablado de cómo el diseño de las calles (más estrechas), de los parques, poco iluminados, o de la ubicación de las paradas de autobuses (a veces en zonas de difícil acceso) pueden crear un urbanismo hostil y violento para la mujer.

"'¡Avísame cuando llegues a casa!' Eso es lo último que le pedimos a una amiga cuando nos despedimos. Todas las mujeres latinoamericanas saben que corren el riesgo de ser asaltadas en las calles oscuras y sinuosas, o que pueden ser acosadas o maltratadas en una estación de transporte público mal iluminada", advierte el informe del Banco Mundial.

En 2016, una iniciativa de México, GeoChicas, incluso animó a que las entradas en los mapas de los móviles recogieran no sólo bares, restaurantes o centros comerciales, sino también hospitales, baños, zonas de cuidado infantil, clínicas y los refugios de violencia doméstica que se pasan por alto y que pueden ser muy útiles para el 50% de la población.

El proyecto se ha trasladado a más de 20 países en los que se anima a las mujeres a agregar información a estos mapas para que, ya que no se puede cambiar el urbanismo de un plumazo, al menos se tenga la máxima información posible que incremente la sensación de seguridad.